Confirmado el acuerdo de gobierno entre Esquerra Republicana y Junts per Catalunya que servirá para investir Pere Aragonès este viernes, el PSC ha asumido definitivamente el papel de oposición, que ejercerán de forma "contundente y constructiva". Durante los últimos tres meses, su jefe de filas, Salvador Illa, ha presionado al futuro president de la Generalitat para que se apartara y le dejara a él probar suerte con la investidura, en tanto que ganador de las elecciones. Ahora, ofrece mano tendida en materias troncales como la lucha contra la pandemia y la gestión de los fondos europeos. Sobre la mesa de diálogo, se muestra partidario de resucitarla tan pronto como sea posible y recuerda que si no se ha vuelto a reunir antes ha sido "por culpa del Gobierno de Catalunya".

Durante una comparecencia desde el Parlament de Catalunya, el virtual jefe de la oposición ha emplazado al nuevo gobierno de Aragonès a restablecer puentes desde "la lealtad y confianza mutuas", imprescindible, ha dicho, para que el diálogo pueda fructificar. En este sentido, ha lamentado que ya haya quien amenace con levantarse de la mesa de negociación con el Estado dentro de dos años si no se avanza, en referencia a aquello pactado en el documento entre ERC y la CUP.

 

Mesa de diálogo en Catalunya

Sobre las posibilidades de que la autodeterminación y la amnistía puedan abrirse paso en el diálogo con el gobierno de Pedro Sánchez, Illa ha mostrado "preocupación por el hecho de que se generen expectativas que no son viables en una democracia como la española", aunque ha reconocido el derecho del ejecutivo catalán a "plantearlo".

Como ya había hecho durante la campaña electoral, el dirigente socialista ha puesto el foco en la necesidad de que el nuevo gobierno catalán impulse la creación de una mesa de diálogo en Catalunya, para que el independentismo deje "de ignorar" la opinión de aquellos que quieren seguir formando parte de España.

Diferenciarse de Cs

Los estrategas del PSC tienen claro que de ninguna manera pueden parecerse a lo que ha representado Ciudadanos durante la pasada legislatura. Los de Arrimadas han sido el primer partido de la oposición y ahora que ellos asumen este rol, aspiran a poder abrir rendijas en la eterna dinámica de bloques que ha dividido el Parlament durante los últimos años. Eso sí, a pesar de prometer no ser obstruccionistas, los socialistas catalanes advierten que vigilarán de cerca al ejecutivo y replicarán con contundencia cuando sea de menester.