Será que tienen la cola de paja. Un asunto está casi desaparecido de las portadas de los diarios impresos madrileños: la negativa de la comisión de Defensa del Congreso a suspender la ventas de armas a Arabia Saudí a raíz del asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi en su consulado de Estambul a manos de agentes saudíes, y del protagonismo de ese país en la guerra del Yemen, definida por el Parlamento Europeo como "la peor crisis humanitaria del mundo".
Sorprende que a los diarios madrileños les cueste tanto hablar de este hecho tan notable. Al fin y al cabo, se trataba de seguir el ejemplo de Angela Merkel, que ya ha decidido congelar las ventas de material militar a Riad. Los partidos que han votado no (PP y PSOE) o se han abstenido (Ciudadanos y PNV) lo han hecho para proteger el contrato de cinco fragatas para los saudíes que se fabrican en los astilleros de la empresa pública Navantia, encargo del que dependen 6.000 puestos de trabajo en la zona con más paro de España.
Las propuestas de PDeCAT, ERC, Unidos Podemos y Compromís de congelar las ventas militares pretendían "anteponer los derechos humanos a los negocios", según la portavoz de UP.
Pues nada. El País, que por progre tendría que entrar a saco en la cosa, ni lo toca; El Mundo aprovecha para acusar de electoralismo a Pedro Sánchez; La Razón se sorprende de que el PSOE vote con el PP, y ABC –qué cracks– se inventa una enèsima discriminación del castellano.
La paranoia de ABC
La verdad es que ABC se ha dejado escapar la noticia. En realidad, la Generalitat estudia reforzar el uso del castellano en la escuela –El País lo explica a medias– y van ellos y lo agarran del revés. "El ocio de los niños, mejor en catalán", titula a toda portada el diario monárquico. En el subtítulo explica que la inmersión se extenderá "al ámbito social de los escolares" (¿qué será "el ámbito social de los escolares"?) y que, "en detrimento del castellano", se darán más horas de inglés "e incluso árabe y chino". Incluso. Siempre para perjudicar al castellano, claro.
En realidad, lo que propone principalmente un documento técnico del Departament d'Ensenyament es "conseguir el mismo nivel de catalán y castellano" entre los alumnos de cualquier escuela, especialmente en la expresión oral. Si hay que reforzar el aprendizaje de la lengua castellana, cada centro "tendrá que decidir incorporar bloques de contenidos en castellano y planificar actividades para potenciar la expresión oral de los alumnos". En fin, se trata, de flexibilizar la inmersión lingüística, diseñada hace 34 años, para que se adapte a la realidad actual de los alumnos de cada escuela.
Un factor determinante de esa propuesta –que ni El País sabe ver, obsesionado en hurgar en que se "revisa" la inmersión, como si se corrigiera un error– es el cambio en la composición de las aulas fruto de la incorporación de gran número de migrantes extranjeros. Catalunya acoge más migrantes que ningún otro rincón del Estado. De aquí el refuerzo del castellano (en torno al 23% de los 1,1 millones de extranjeros provienen de países latinoamericanos, que lo tienen como lengua materna, según Idescat), pero también la atención al árabe (lengua de un 27% de los de extranjeros en Catalunya) y al chino (un 5,5%, la tercera comunidad extranjera más numerosa del país).
Si estas proporciones se trasladan a las aulas ¿no parece lógico el propósito del Departament d'Ensenyament de que chino y árabe sean optativos en secundaria?
Conspiración antiespañola
Sólo necesitaban ver el Telenotícies de TV3, en el que Muntsa Roca, directora de la escuela Llibertat de Badalona –impulsora de la inmersión en los años 80– lo explicaba fácil, fácil: "Cuando se aplicó la inmersión, todos los niños eran castellanohablantes. Ahora nos encontramos con alumnos de muchos países de origen: tenemos árabes, sudamericanos, vienen del Pakistán, alguno chino...".
La obsesión castellanocéntrica y el afán de ver conspiraciones antiespañolas por todas partes tiene consecuencias. Este miércoles, los lectores de ese diario serán engañados por la presentación de la lengua catalana como herramienta de una imaginaria manía adoctrinadora de criaturas indefensas... cuando resulta que se pretende todo lo contrario. Como la información (sic) de ABC no se basa en datos, ni hechos, ni nada, no es injusto pensar que se han dejado llevar de sus prejuicios y paranoias.
Además, si querían juerga, sólo tenían que venderlo como una causa más de división de los soberanistas, entre los cuales ya se ha organizado una trifulca, pues hay quienes ven en esta propuesta una renuncia a la inmersión, un perjuicio para el catalán y un imposible pedagógico –que con dos o tres horas a la semana, una clase de 30 alumnos aprenda chino, cosa que no se logra ni con el inglés... Continuará.
Lo que seguramente irrita tanto a ABC, sin embargo, ya lo explicó Ovidi Montllor hace años: "Hay gente a quien no le gusta que se hable, se escriba o se piense en catalán. Es la misma gente a quien no le gusta que se hable, se escriba o se piense". Y en 2009, Joan Solà, un colosal filólogo, lo detalló en un discurso al Parlamento de Catalunya: "Cínicamente, sarcásticamente se ha convertido también en un eslogan que en estos territorios ahogamos al castellano. ¡Que fácil es crear eslóganes!; ¡que fácil es lanzar sarcasmos contra quienes no pueden defenderse porque no tienen los todopoderosos mecanismos de las leyes, del ejército, del voto mayoritario, de los grandes medios de intoxicación (iba a decir de información)! Pues eso.