El llamamiento a la abstención por parte de un sector del independentismo en las redes en estas elecciones generales 2023 ha hecho correr ríos de tinta ante los efectos que puede tener y se pueden derivar. Las respuestas más inmediatas empezarán a llegar la noche del 23 de julio, cuando se efectúe el escrutinio. Mientras tanto, se pueden entrever algunos de los impactos que esta falta de movilización de una parte del electorado favorable a la independencia supone porque, de hecho, así se plasmó en los resultados de las elecciones municipales 2023. En tanto que en el resto del Estado la participación creció, en Catalunya se registró un descenso importante, bajando del 64,81% del 2019 a una participación claramente inferior de este año (55,55%). Esquerra Republicana fue la principal fuerza a la cual le perjudicó que un grueso del electorado se quedara en casa (perdió casi 302.000 votos con respecto a las municipales del 2019, y cayendo del 23,53% alcanzado entonces al 17,31% de esta última convocatoria electoral), pero también impactó —de una manera menos notoria— a Junts per Catalunya en cifras absolutas (4.500 votos menos, aunque crecieron del 15,95% al 18,38% y adelantaron a ERC) y a la CUP —que lo notó más dejándose por el camino 43.000 sufragios en relación con el 2019 y pasando del 5,1% al 4,4%—.
Esta tendencia a la baja, explicada por la abstención, se tradujo, por lo tanto, en una pérdida de prácticamente 350.000 papeletas para la suma de las tres fuerzas independentistas. El año 2019, juntos llegaban al 44,54% de los votos válidos en el conjunto del territorio en el marco de los comicios locales; ahora la suma supera por un estrecho margen el 40% —40,12%, en concreto—. En paralelo, también se ha trasladado a la cifra total de concejales que ERC, Junts y la CUP atesoraban en el mandato 2019-2023: de los casi 6.250 de entonces a los menos de 5.900 actuales. Consecuentemente, ha hecho mella en el poder municipal del cual disponía el independentismo a escala municipal hace cuatro años: entre los tres partidos, tenían el 77% de las alcaldías de Catalunya (más de 730). Este año, es del 72% y por debajo de las 700 alcaldías, siendo muy significativo el hecho de mantener solo el 'fortín' de Girona con respecto a las capitales de demarcación —ERC ha perdido Lleida y Tarragona, y la maniobra PSC-Comunes-PP ha cerrado el paso a una alcaldía de Junts en Barcelona— y habiendo cambiado la situación en las principales ciudades comarcales: ahora es el PSC la formación que lidera más capitales (18), seguidos de Junts (10), ERC (8) y CUP (2).
El conjunto de datos permite diagnosticar que la abstención del pasado 28 de mayo tuvo un claro impacto en el seno del independentismo. Para llegar a este punto, sin embargo, hay que desgranar todos los 'indicios' que, irremediablemente, acaban conduciendo a unos 350.000 votos que, aquella jornada, se quedaron en casa. Para contextualizar, hace falta ampliar el mapa de Catalunya y analizar los puntos donde la suma de Esquerra, Junts y la CUP sufrió las principales fugas. Si echamos una ojeada a las demarcaciones, Girona —que es uno de los territorios donde históricamente el independentismo tiene más músculo electoral— es donde más cayó la participación. De hecho, fue de más de 11,5 puntos (del 65,9% del 2019 al 54,2% de 2023). En votos, la pérdida casi llegó a las 50.000 papeletas (de 217.513 a 168.835; del 64,5 al 59,3%). En Barcelona, Lleida y Tarragona, el descenso de la participación fue muy similar —de nueve puntos—, pero en todas ellas se superó al 55% de electores que fueron a las urnas el 28-M, siendo la provincia leridana la que más se movilizó (59,45%).
Otros datos ilustrativos desde el punto de vista de las demarcaciones son, por ejemplo, que el año 2019, Girona y Lleida superaban con creces el 60% de votos al independentismo —64,5 y 66,6%, respectivamente—. Este año, han caído por debajo del 60% —59,3 y 58,1%—. También era reseñable que se había superado el 50% de los sufragios en Tarragona entonces (52,1%), pero ahora se ha vuelto a retroceder al 47,3%. Con respecto a Barcelona, donde está el gran agujero negro del independentismo —particularmente, en zonas como el Área Metropolitana—, se ha pasado del 39,1% al 35,2%. En cifras absolutas, el principal 'daño' ha sido en la demarcación barcelonesa —sobre todo por el hecho de que se concentra más del 70% de la población catalana, y eso explica el diferencial—: casi 230.000 votos menos. En Lleida y Tarragona, las 'fugas' han sido de 34.000 y 37.000 sufragios, respectivamente.
Los principales municipios donde la suma ERC + Junts + CUP se resiente
Si vamos al detalle, se observa que el porcentaje de voto que representa la suma de Esquerra Republicana, Junts per Catalunya y la CUP presenta cifras más bajas en los municipios de la costa y del litoral catalán, así como algunos del Alt Pirineu. A grandes rasgos, es destacable que, de las 43 capitales de comarca, los tres partidos superaban el 50% el año 2019 en una treintena de ellas. Ahora se ha reducido a 26, saliendo de la lista Balaguer (del 68 al 40%), Tremp (del 53 al 35%), Ripoll (del 71 al 45%, teniendo como causa la victoria de Sílvia Orriols) y Cervera (del 65 al 37%). En paralelo, la abstención impactó de lleno en localidades como Figueres, la Seu d'Urgell, Manresa, el Vendrell, Olot o Santa Coloma de Farners, donde fue inferior al 50%.
Todavía entre las capitales comarcales, es particularmente reseñable las pérdidas de voto independentista detectadas en Manresa (del 66 al 53%, representando 8.000 sufragios menos), Reus (del 48 al 36%), Berga (caída del 81 al 66%), Vilanova i la Geltrú (los tres partidos obtuvieron el 48% en el 2019, y este 2023 se han quedado con el 27% de las papeletas válidas, bajando de los 15.120 de entonces a los poco más de 7.100 actuales), Olot (del 77 al 62%), Girona —que, a pesar de mantener una alcaldía independentista, la victoria fue para el PSC y las tres formaciones perdieron 10.000 votos—, Vic (de un 78 a un 57%) o Sabadell y Terrassa (caídas de 16.000 y 10.500 sufragios, respectivamente). A continuación, puedes consultar un mapa con los datos de la suma ERC + Junts + CUP en cada uno de los municipios de Catalunya y compararlo con el de las elecciones municipales de 2019:
Paradójicamente, el independentismo creció en porcentaje de voto —y no en número de votos debido a una menor participación— en municipios como Figueres (del 60 al 65%), el Pont de Suert (subida de un punto, del 41 al 42%), Tortosa (de un 54 a un 60%), Barcelona (se pasó del 36 al 37% con la victoria de Trias per Barcelona) o Amposta (70%-87%) y Falset (del 74 al 85%). Estos dos últimos casos sí que son una excepción, porque también se dispararon en la cifra de votos, y no tan solo en el porcentaje.
No en balde, estas fugas también tienen que ver con el hecho de que, entre las 20 ciudades de Catalunya más pobladas, solo superan el 40% de los votos en Girona, Sant Cugat del Vallès y Manresa. Entre el 30 y 40%, se sitúan Barcelona, Sabadell, Lleida, Tarragona y Reus; mientras que entre el 20 y 30% de sufragios a los tres partidos independentistas constan Mataró, Rubí, Vilanova i la Geltrú y Viladecans. Finalmente, por debajo del 20%, hay hasta ocho localidades: l'Hospitalet, Terrassa, Badalona, Santa Coloma de Gramenet, Cornellà, Sant Boi de Llobregat, Castelldefels y el Prat de Llobregat. Además, en lugares como Sant Cugat, a pesar de fregar el 50% de los sufragios, perdieron casi 7.000 papeletas.
El efecto se reproduce en las comarcas
Si cambiamos la perspectiva de municipios a comarcas, la desmovilización que hubo de una parte del electorado independentista también tiene incidencia. El año 2019, la conjunción de votos de Esquerra, Junts y la CUP llegaba a más del 60% en 27 comarcas de Catalunya, se situaba entre el 50 y 60% de los sufragios en 6 de ellas y era inferior al 50% en las nueve restantes. Con los resultados del 28 de mayo, el número de comarcas donde los tres partidos juntos han superado el 60% son 20, mientras que las que están entre el 50 y 60% han subido a 10 y, las otras 12, por debajo del 50%.
Las comarcas donde la tendencia a la baja ha sido más determinante son el Tarragonès (del 48,1% al 34,7%, perdiendo casi 19.000 votos), Bages (del 65,3 al 54,4%, cayendo en 17.000 sufragios), Berguedà (la bajada ha sido muy pronunciada, de hasta 20 puntos, pasando del 77,4 al 57,4%), las Garrigues (de un 82,2 a un 65,4%), la Noguera (80,6% el año 2019; 64,3% en el 2023), Osona (la caída es de once puntos, pero destaca que representan 18.000 votos menos) o el Pla d'Urgell (del 84,6 al 68,4%). En cambio, hay tres comarcas donde ha pasado el efecto inverso: a pesar de notarse la abstención en la cifra absoluta de votos, el porcentaje de la suma ERC, Junts y la CUP ha crecido. Son los casos del Baix Ebre (de un 69,2 a un 69,8%), Ribera d'Ebre (de un 65,7 a un 68,2%) y el Moianès (en el 2019 sumaron un 78,2% y, ahora, han llegado al 79,9%). De estas áreas, el Pla de l'Estany es donde más votos recibieron (88,6%) y el Baix Llobregat, donde menos fuerza electoral obtuvieron (26%).