ERC se desplomó en las urnas este domingo, pero el resto de formaciones independentistas tampoco fueron capaces de recoger los añicos de la derrota republicana. Al acabar el recuento de papeletas se habían volatilizado 295.000 votos soberanistas. El ciclo se ha cerrado. Por primera vez desde el 2011 el cómputo de papeletas de los partidos independentistas en las municipales en números absolutos no solo ha dejado de crecer sino que ha caído en picado. A las puertas de unas elecciones generales del 23 de julio, un escalofrío recorre este espacio político. Por contra, en el balance unionista, el PSC ha recuperado un liderazgo en las municipales que no veía desde el 2007; el PP ha enfilado un nuevo despegue favorecido por la defunción de Cs y Vox va consolidando su presencia en el territorio.
Hace cuatro años, Junts y la CUP perdieron 173.000 votos, pero esta caída se compensó con un resultado histórico de ERC, que creció 302.000 votos. En aquellas municipales del 2019, el independentismo ya reculó en porcentaje, del 45,5% de los votos al 44,5%, pero resistió el crecimiento de la participación y siguió aumentando en números absolutos (1.555.000 votos, 139.000 votos más que el 2015). Esta vez, sin embargo, no han funcionado los vasos comunicantes entre partidos.
Cambio de ciclo
ERC perdió en las elecciones municipales del pasado domingo 301.747 votos de los que había conseguido en el 2019, es decir, más de una tercera parte de las papeletas que en aquellos comicios le habían dado la victoria por primera vez a las elecciones locales. El espacio de Junts-PDeCAT aguantó sus resultados del 2019, y creció 49.665 votos, gracias esencialmente al denominado efecto Trias en Barcelona. Por el contrario, la CUP ha perdido 43.405 votos, una cuarta parte de lo que había conseguido en el 2019.
El resultado de todo es que, por primera vez desde que empezó el procés soberanista, la suma en votos absolutos de los partidos independentistas ha retrocedido en las elecciones municipales. Los votantes independentistas no han cambiado de partido en este espacion. Sencillamente han desaparecido 295.000 votos de las arcas soberanistas. Y la curva de crecimiento de votos absolutos que se había mantenido ascendente desde el inicio del procés, ha dibujado un giro en sentido contrario. En porcentaje, el domingo el independentismo consiguió un 41,8% de los votos, es decir, casi 3 puntos menos que el 2019 y 4 menos que los dos comicios anteriores.
Voto prestado a Junts
Este es la fotografía final de las fuerzas con que los soberanistas en su conjunto hacen frente a las elecciones generales del 23 de julio. Sabiendo, además, que todavía podría ser peor dado que en las elecciones municipales tiene un peso muy determinante los candidatos, muchos de los cuales han actuado a modo de red territorial que ha conseguido retener votos e impedir una caída más importante.
En este contexto de descenso del voto independentista, Junts sí ha conseguido un repunte con los resultados el 28-M, en que ha superado a ERC. Ha perdido 5.700 votos en relación al 2019, pero se compensan con los 55.000 votos conseguidos por el PDeCAT, que formaba parte de la candidatura de Junts hace cuatro años . Este partido ha podido romper la constante tendencia a la baja que lo arrastraba en una proceso sostenido de caída en las últimas citas a las urnas. No obstante, este repunte se ha visto condicionado claramente por el efecto Trias. En Barcelona, Xavier Trias ha conseguido 149.235 votos, casi el doble que hace cuatro años cuando Junts obtuvo 79.280 votos. No obstante, este crecimiento ha sido posible gracias a que el candidato de Junts ha recibido voto prestado de votantes de otras formaciones no independentistas, incluso provenientes de la derecha españolista, que han optado por apoyar a Trias ante la promesa de apartar a Ada Colau del Ayuntamiento de la capital. Se trata, sin embargo, de un voto que actúa con una clave totalmente diferentes cuando se trata de elecciones generales.
Por otra parte, en estos comicios Junts también ha incorporado en las municipales votos del PDeCAT, sumando a su candidatura nombres de la formación demócrata que le han aportado importantes victorias, como Marc Castells en Igualada o Jordi Masquef en Figueres;
Sin respuesta
Aparte de estas puntualizaciones y por más que las alarmas se hayan disparado en el espacio independentista, las respuestas de los partidos de puertas afuera se ha traducido hasta ahora en poco más que gesticulación. Desde Junts al día siguiente de las elecciones se apostó por una lista conjunta. Después fue el president de la Generalitat, Pere Aragonès, cara visible de algunos de los movimientos más controvertidos de los republicanos como la apuesta por la mesa de diálogo o la ruptura del gobierno con Junts, hizo un llamamiento desde la Galería Gótica del Palau de la Generalitat en un frente común para responder a una victoria, que da por hecha, de PP-Vox en las generales.
El supuesto frente del president duró poco más de 24 horas, Esquerra descartó inmediatamente la posibilidad de la candidatura conjunta a las generales y el mismo Aragonès enterraba este sábado, la alternativa de una lista conjunta al Senado que habían explorado los partidos. Así las cosas, los resultados más tangibles de esta propuesta se tendrían que concretar en una priorización de los acuerdos entre las fuerzas independentistas en la constitución de los nuevos ayuntamientos, y en los ya habituales puntos comunes en los respectivos programas de cara a los comicios del 23-J.
Inmovilismo interno
De puertas adentro el pánico provocado por el abismo electoral que se abre bajo los pies de los líderes independentistas tampoco se ha traducido en ningún movimiento concreto. El presidente de ERC, Oriol Junqueras, que ha descartado ninguna asunción de responsabilidades por el revés en las urnas, no dudó en señalar al día siguiente de los comicios a Gabriel Rufián como cabeza de lista de los republicanos al Congreso, y eso a pesar de que en las municipales Rufián tuvo que encajar un repaso de su rival en Santa Coloma, Núria Parlón.
Entre las paredes republicanas, donde el silencio a la crítica interna se impone con mano de hierro, empiezan a escucharse voces del territorio doloridas. Un histórico como el exdiputado y exsenador Miquel Àngel Estrader, ironizaba sobre el discurso del Govern de Pere Aragonès de trabajar por la Catalunya entera, pero también sobre la estrategia de apuntalar a las izquierdas en España.
Por lo que respecta a Junts, el paso adelante del exconseller Jaume Giró, dispuesto a optar en primarias para la candidatura al Congreso desencadenó un temblor de piernas en la cúpula del partido, que ha dejado claro que ya le está bien con la actual responsable del grupo, Míriam Nogueras, para encabezar la lista. Finalmente, Giró ha optado por apartarse de las primarias, y no ha escondido las presiones que en este sentido ha recibido del secretario general, Jordi Turull, y del president Carles Puigdemont. Tanto Turull como Puigdemont, como la propia Nogueras le agradecieron a través de Twitter la decisión de Giró, con lo cual dejaron claro el interés por evitar en toda costa un proceso de primarias, del cual hasta ahora hacían bandera.
Puigdemont
Precisamente, Puigdemont, que ha vuelto a recuperar protagonismo en la primera línea de decisión del partido, aunque en el último congreso protagonizó un paso atrás, se puede convertir en uno de los protagonistas de las generales dado que la víspera del inicio de la campaña el Tribunal General de la UE tendrá que pronunciarse sobre el alcance de su inmunidad y decidir, por lo tanto, si puede o no volver al Estado sin el riesgo de ser detenido. Este podría ser uno de los triunfos de la campaña de Junts, o justamente lo contrario.
De momento, a la espera de que la CUP cierre su debate sobre si se presenta o no a las elecciones generales, la dinámica entre ERC y Junts se mantiene inalterable, más preocupada por la mutua rivalidad, que por el riesgo de que la polarización entre PSOE y PP en el Estado acabe de neutralizar la fuerza -cada vez más escasa- del independentismo. Para las dos principales formaciones independentistas la clave es ya quien consigue quedar delante en el duelo personal que mantienen y, como objetivo de las generales, confiar que el reparto de fuerzas sitúe a sus diputados como determinantes en la futura geometría del Congreso y evitar así quedar condenados a la insignificancia en el hemiciclo.