"Salimos a las calles porque ni estamos pacificados ni nos han pacificado". Las entidades independentistas han replicado en esta Diada al discurso de la normalización y pacificación del país del cual ha hecho bandera al PSC y el Govern de Salvador Illa. Cinco semanas después de que Illa asumiera la presidencia de la Generalitat, con los votos de ERC y Comuns, las entidades han cerrado filas para exhibir un discurso unitario en que han cargado contra las "discusiones cainitas" de los partidos a los cuales han responsabilizado de malbaratar la mayoría independentista. Este 11 de Septiembre han participado en la manifestación de Barcelona 60.000 personas, según la Guardia Urbana; 6.500 en Girona y 3.000 en Tarragona y Lleida. No ha sido una exhibición desbordante como las que caracterizaron a este movimiento durante los años del procés, y no obstante, el independentismo civil ha querido dejar claro que no se rinde y que tiene intención de seguir presionando desde las calles.
Si la víspera Illa había protagonizado su primer mensaje institucional apelando al reencuentro y aparcando el discurso reivindicativo de los presidents que le han precedido, las entidades han respondido a la pérdida de la mayoría independentista y a la elección de un president del PSC dejando de lado las tensiones internas y las polémicas de anteriores convocatorias y pactando una declaración conjunta con qué han querido subrayar que el independentismo es "fuerte, transversal, inteligente y que aquí no se rinde nadie". Los responsables de las diferentes entidades convocantes -ANC, Òmnium Cultural, AMI, el Consell de la República, la Intersindical, CIEMEN y los CDR- han limitado sus intervenciones a la lectura del manifiesto.
Toque a los partidos
"Los partidos independentistas han sido incapaces de ponerse de acuerdo y trazar una estrategia compartida para hacer efectivo el derecho a la autodeterminación aunque la ciudadanía catalana se ha movilizado una vez y otra", han denunciado las entidades que han reprochado que "unos y otros han malbaratado en discusiones cainitas" las mayorías parlamentarias que se les había concedido.
Junts y ERC, sumergidos en los respectivos procesos precongresuales, especialmente sangrante en el caso de los republicanos, se han tirado los trastos a la cabeza por la mañana y han participado por separado en la manifestación de la tarde. La cúpula de Junts se ha colocado por detrás de la cabecera que ocupaban las entidades independentistas. ERC ha optado por situarse por delante de la cabecera, con el presidente del grupo parlamentario, Josep Maria Jové, y la portavoz, Marta Vilalta, al frente. Después de hacer la mayor part del recorrido de la manifestación, la delegación de Esquerra se ha ido disolviendo y la caras más conocidas del partido se han marchado antes de escuchar la lectura del manifiesto de las entidades. Aunque el malestar con las formaciones políticas ha resultado visible, la manifestación se ha desarrollado sin incidentes, más allá de los reproches que han sido constantes.
¿Qué normalización?
Tras el tirón de orejas a los partidos, el manifiesto de las entidades convocantes se ha dirigido a desactivar el discurso de "normalización" del país construido por el PSC. "Pero, ¿de qué normalidad hablan?", ha leído Lluís Llach, presidente de la ANC, que ha denunciado que se ha negado al líder de la oposición, Carles Puigdemont, participar al debate de investidura y no se ha aplicado la amnistía a centenares de independentistas perseguidos por la justicia.
"¿En qué país es normal que se criminalice a entidades y ciudadanos por manifestarse, como el pasado 8 de agosto? ¿Es normal que los compañeros de los CDR continúen acusados de terrorismo? ¿Es normal que la ciudadanía no pueda expresar su voluntad en un referéndum? No, no es normal. ¿Eso es todo lo que ofrece la democracia española?", se ha preguntado.
Las entidades han cerrado la intervención llamando a los independentistas a dejar de lamerse las heridas" y mantener la movilización de manera unitaria y transversal. Casi al mismo tiempo que acababa la lectura del manifiesto, desde la manifestación de la Izquierda Independentista la CUP ha proclamado que la investidura de Illa certifica "la muerte del procés" y ha cargado contra la "lógica pactista de ERC y Junts".