Rosalía Iglesias, la mujer del extesorero del PP Luis Bárcenas, ha ingresado a la 17:15 horas de este domingo en la cárcel de mujeres de Alcalá (Madrid) para cumplir los cerca de 13 años de cárcel que le ha impuesto el Supremo tras revisar la sentencia del caso Gürtel que dictó la Audiencia Nacional en 2018, han informado a Efe fuentes penitenciarias.

Apurando el plazo de diez días que le dio la Audiencia para entrar en la cárcel después de que el alto tribunal ratificara a grandes rasgos la sentencia, Rosalía Iglesias ingresa en prisión dos años y siete meses después de que lo hiciera su marido, quien recientemente ha pedido el traslado de la prisión de Soto del Real a la de Alcalá Meco para estar cerca de su esposa. Iglesias ya estuvo en prisión en mayo de 2018, tras ser condenada por la Audiencia, cuando ingresó en la prisión madrileña de Soto, si bien apenas estuvo unas horas, ya que abonó la fianza de 200.000 euros que le impuso el tribunal para eludir la cárcel.

Conocía la procedencia delictiva del dinero de su marido

Rosalía Iglesias acudió el pasado 30 de octubre a la Audiencia Nacional a recoger la resolución que acordaba que no existía impedimento alguno para seguir en un centro penitenciario con el tratamiento de rehabilitación al que dijo que se está sometiendo, por lo que se ordenaba que en un plazo de diez días tenía que entrar a la cárcel. Aquel día, en el mismo edificio de la Audiencia se encontraba el exministro del Interior Jorge Fernández Díaz, que comparecía como imputado por la operación Kitchen, en la que se investiga el espionaje a la familia Bárcenas en 2013.

La mujer del extesorero del PP Luis Bárcenas, Rosalía Iglesias, ha ingresado a la 17:15 horas de este domingo en la cárcel de mujeres de Alcalá. / Efe

Tras revisar su recurso, el Supremo no atendió a las alegaciones de la esposa de Bárcenas y ratificó, como ya dijo la Audiencia, que conocía la procedencia delictiva del dinero de su marido, al igual que el incremento no justificado de su patrimonio. Los magistrados corroboraron que tenía "pleno control y capacidad de gestión sobre las cuentas bancarias de su titularidad, suizas o españolas, a través de las que el matrimonio ocultó su patrimonio y lo hizo circular".

"Una conducta claramente activa en orden a cooperar en esta dinámica de defraudación, ocultación y posterior afloramiento del dinero ilícitamente obtenido por su esposo", por lo que consideraron probado que su participación "no se limitó a plasmar su firma en cierta documentación".