A lo largo de los últimos cuarenta años, desde la restauración de la democracia, han desfilado por el cargo de conseller de Interior dirigentes de múltiples colores políticos, el PSC, Iniciativa, CDC, Unión y Junts per Catalunya. Esta área, sin embargo, nunca ha caído a manos de Esquerra Republicana, que cuando estuvo en los tripartitos vio como esta cartera la asumían primero Montserrat Tura (PSC) y después Joan Saura (ICV-EUiA). Después de las elecciones de ahora hace una semana y con las calles en llamas, la carpeta de Interior se ha convertido en la patata caliente de las negociaciones para formar gobierno. Todos los partidos implicados, desde de ERC a Junts, pasando por la CUP y los comunes, claman por una revisión a fondo del modelo de seguridad de Catalunya. Y el cuerpo de Mossos está al límite. ¿La pregunta es, quien afrontará el reto y la responsabilidad de dirigir Interior?
Tratándose de un área tan sensible, la conselleria ha estado siempre en la diana, especialmente cuando ha coincidido con momentos de agitación en la calle. Pasó con Felip Puig y los indignados del asedio en el Parlament y ha pasado con Miquel Buch y Miquel Sàmper por los disturbios post sentencias, la del 1-O y la del rapero Pablo Hasél. En las dos últimas legislaturas, las de Puigdemont y Torra, ha habido hasta cuatro consellers de Interior: Jané, Forn, Buch y Sàmper.
Según la estructura paritaria de gobierno que hasta ahora se han repartido Junts y ERC, la cartera de Interior ha recaído siempre en el partido que ostentaba la presidencia, en este caso, los junteros. Si siguieran el mismo patrón y Aragonès consigue ser investido, habría llegado ahora el turno de los republicanos. Ahora bien, esta vez se conjugan nuevos factores. Y es que ERC da por amortizada la etapa de gobierno bipartito y aspira a un ejecutivo más amplio donde, como mínimo, se sume la CUP y, si puede ser, también los comunes. Por lo tanto, todavía es una incógnita cómo acabará siendo el reparto. Sí que parece evidente, sin embargo, que difícilmente la CUP aceptaría compartir un gobierno donde Interior estuviera por Junts.
La BRIMO, al punto de mira
Los anticapitalistas han visto en los disturbios de los últimos días -en que una vez más una joven ha acabado perdiendo un ojo- la oportunidad de encarecer el precio de sus escaños. La CUP recupera las reivindicaciones históricas de disolver la BRIMO y prohibir los proyectiles de foam, pero ahora las sitúa como líneas rojas. Al mismo tiempo, exigen que la Generalitat se retire de las causas contra los manifestantes independentistas detenidos durante los disturbios post sentencia y piden la dimisión del conseller de Interior, un hecho que, según confirman fuentes del gobierno a ElNacional.cat, no sucederá. El mismo Pere Aragonès, máximo responsable en funciones del Govern de la Generalitat, respondía este viernes a la pregunta señalando que "lo que hace falta es un nuevo gobierno".
La novedad es que incluso Junts per Catalunya cuestiona la actuación de la policía catalana, que ellos mismos dirigen. Durante el mandato de Torra, el propio president ya había censurado el papel de los Mossos en determinadas operaciones, hasta el punto que acabó cesando al conseller Buch.
Y qué dice ERC. Pues por ahora, mantiene la prudencia. El vicepresident sólo se ha referido obligado por las preguntas durante una rueda de prensa de Salud, esta semana. Aragonès apuntó la necesidad de aplicar cambios en Interior e intentó serenar los ánimos agitados también en el cuerpo de Mossos. "Una eventual mala actuación individual", dijo, "no puede manchar la tarea del cuerpo". Eb el programa electoral, los republicanos también pasan de puntillas sobre las cuestiones más delicadas relacionadas con la seguridad.
Los Mossos entran en las negociaciones
Todo iba bien hasta que el lunes, 24 horas después de las elecciones, la Audiencia Nacional dictaba la orden de detención de Pablo Hasél. El conseller de Interior, Miquel Sàmper, no quiso responder sobre este tema por la mañana. Lo evitó para no poner los pies en el cubo. Pero la imagen de los mossos deteniendo a un rapero en una universidad es la cerilla para encender una nueva polémica con los mossos. Ha habido de todos colores, pero ahora, el cuerpo policial que quiere estar al margen de la política, ha entrado de lleno en las negociaciones para la investidura.
Y ya no sólo por lo que dicen los partido de ellos, sino que esta vez han encontrado los canales para demostrar que están hartos.
Nadie se acababa de creer que después del procés y de que su Mayor acabara en el banquillo de los acusados no los volverían a utilizar políticamente. Pero había que confiar. Pues no han pasado ni tres meses de la restitución de Josep Lluís Trapero como Mayor, de que se están cometiendo los mismos errores.
La utilización política del cuerpo, choca además con las políticas sobre seguridad pública de los partidos. Y el cierto es que, así como hace falta una reforma del modelo y también del planteamiento del orden público, ningún partido político tiene un proyecto claro de cómo tiene que ser la seguridad pública de Catalunya. La ley que se está trabajando y que cría malvas en un cajón tenía sus detractores. El mismo Miquel Sàmper si había posicionado en contra cuando ni tan sólo podía pensar que acabaría en la silla de la conselleria de Interior.
Los precedentes: Tura, Saura y Puig
Montserrat Tura (PSC), Joan Saura (IC-V) y Miquel Puig (CIU) marcan tres etapas muy diferentes para los cuerpo. Antagónicas, incluso. Paradójicamente el conseller que aguanta más tiempo en la conselleria es el más polémico: Joan Saura.
Montserrat Tura llega a Interior con el primer tripartito de Pasqual Maragall el año el año 2003. Tura se encuentra un cuerpo en expansión. Se tiene que dimensionar y empezar el despliegue. Había ilusión y ganas. Y pocas polémicas. No había crisis económica y ni prácticamente vagos ni manifestaciones. Todo estaba por hacer todavía. Tura da valor al caso, con un discurso entusiasta y defendiendo siempre los agentes.
En el año 2006 con el segundo tripartito, José Montilla pasa la pelota de Interior a IC-V. Joan Saura coge Interior en una macro conselleria que también incluye Relaciones Institucionales. Y empieza el desastre. Primero, nadie puede entender como un partido cómo Iniciativa quiere y tiene capacidad para dirigir la policía. Saura acelera el despliegue en todo el territorio forzando la máquina y reclutando policías más rápido del previsto. Baja el nivel y los baremos. Saura llega para terminar, además. Pone cámaras en las comisarías y detecta casos de maltratos a detenidos que hace públicos sin ni pensárselo, detiene la implantación de las Tàser, despoja al cuerpo de herramientas que no están dentro de la equipación de mossos pero que si son reglamentarias como el Kubotan y da la orden permanente de contención a las manifestaciones y de no ofrecer una imagen de represión. Eso deriva en mossos formados sin casco ni escudos, con antidisturbios pintados de rosa, entre muchas otras situaciones, y en una manifestación por las calles de Barcelona de Mossos d'Esquadra hasta aquel momento nunca vista. De la época de Saura sueño las cargas de Bolonia, las de Plaça Catalunya después de las victorias del Barça y las de manifestaciones por las huelgas generales a partir de la crisis económica del 2007. Durante la época de Saura es cuando más lesionados hay de pelotas de goma y cuando hay más malestar dentro del cuerpo por la falta de apoyo de la cúpula política en los agentes. Pero es que además, a Saura, le pasa de todo: Un agente mata a un joven con esquizofrenia, está el incendio de huerta de Sant Joan con la muerte de 5 bomberos, nevadas impresionantes en cota cero con el colapso de toda el área metropolitana, la ventolera histórica que provoca la muerte de 4 niños en un túnel de batida de Sant Boi, el atropello mortal de tren en Castelldefels la noche de Sant Joan.
Con el final del tripartito Interior vuelve a manos de CIU. Artur Mas da la cartera a Felip Puig. Puig se dispone a poner orden dentro de la casa y a dotar de herramientas y fuerza a los Mossos d'Esquadra. Pero se pasa de la raya. Son dos años convulsos y con mucha violencia en la calle. Felip Puig dota los antidisturbios de los proyectiles de foam como herramienta previa a utilizar las pelotas de goma. Los perfiles de los manifestantes se radicalizan y se llegan a extremos muy complejos. El caso Quintana lo hace estallar todo. Puig miente reiteradamente sobre el uso de pelotas de goma y de foam en las manifestaciones en el centro de Barcelona. Una situación que lo acaba haciendo caer. Puig y todo su equipo acaba dimitiendo y entra un perfil contrapuesto: Ramon Espadaler.
Artur Mas cede Interior a Unió. Gente de orden. Ramon Espadaler tiene un mandato más tranquilo aunque el desalojo de casa Vies lo pone en problemas. Después, la lucha en las calles coge un cariz diferente. Hay otro objetivo común: el procés independentista. Y parece que la imagen que se quiere proyectar de Catalunya no es la de fuego en las calles. Por lo tanto, de alguna manera, las protestas cesan y los disturbios, también. Espadaler es el conseller que escoge a Josep Lluís Trapero como Mayor del cuerpo.
6 años inestables
Jordi Jané, Joaquim Forn, Miquel Buch y Miquel Sàmper, son los cuatro consellers de los últimos 6 años. Si una cosa necesita la conselleria que tiene que dirigir las emergencias del país y la seguridad de Catalunya es estabilidad. Y está claro que la última etapa no ha estado así. Desde Jané en Sàmper los mossos entran en una "pesadilla" protagonizada por el procés independentista. Se sienten utilizados políticamente. Pero además se les cae uno de los grande retos que han tenido nunca: un atentado terrorista. Joaquim Forn, el conseller que acaba de aterrizar cuando están los atentados dura en el cargo 3 meses. Y después, el 155.
La amenaza de que un mando de la Guardia Civil cogiera las riendas también hizo quemar buena parte de la cúpula de mandos que acabó declarando en dos juicios como testigos, el del procés en el Tribunal Supremo y el del Mayor Trapero en la Audiencia Nacional.
Para dirigir los Mossos, para gobernar la conselleria de Interior, hay que tener proyecto sobre la seguridad pública del país, no utilizar los Mossos d'Esquadra políticamente y dar estabilidad. Quien sea capaz de reunir los tres requisitos tendrá un mandato más o menos plácido. Sin contar con que ser conseller de Interior es estar 24 horas al día al servicio del país. Hay que estar al pie del cañón porque la seguridad no sólo es contener manifestaciones, sino la prevención y la gestión de las emergencias, que son imprevisibles.