El Parlament celebra este miércoles su primera sesión ordinaria con un único –y excepcional– punto en el orden del día: dar cuenta de la resolución de la presidencia de la cámara con la cual Josep Rull constata la "imposibilidad" de haber podido proponer un candidato a encabezar la Generalitat de Catalunya durante los primeros 10 días hábiles después de constituir la nueva legislatura en el Parlament. A pesar de manifestar su voluntad de ir a la investidura, tanto el PSC como Junts per Catalunya pidieron más tiempo a Rull para poder ir a un pleno con los apoyos garantizados. Los socialistas quieren articular una mayoría progresista de la mano de Esquerra Republicana y los Comuns (suman 68 diputados) para hacer que Salvador Illa sea el 133.º president de la Generalitat; mientras que Junts fía la elección de Carles Puigdemont a los votos de los republicanos, la CUP y una abstención del PSC –cosa que Illa ha descartado de manera reiterada–. Con este tablero de juego, ambos iniciaron la semana pasada (por cada lado) las negociaciones para intentar alcanzar su objetivo: el Govern.
Es conocida la afición de Salvador Illa (La Roca del Vallès, 1966) al atletismo, un deporte que –bien practicado– requiere disciplina, método, perseverancia y... paciencia y resistencia. Son, de hecho, valores extrapolables a la negociación y al "oficio político" que tanto reivindica el primer secretario del PSC para hacer frente a estos dos meses en que buscará acordar con Esquerra y los Comuns su presidencia. Illa sale a correr varias veces a la semana antes de que salga el sol. Hace tres meses, disputó su segundo Maratón de Barcelona, donde consiguió una marca personal de 3h 40' 27'', un registro remarcable que se logra con la constancia con los planes de entrenamiento. Ahora bien, el socialista no solo ha recorrido los 42.195 metros en la capital de Catalunya: debutó en esta mítica distancia el año 2022 en València, donde ya bajó de las cuatro horas. Pero ahora le queda, posiblemente, su maratón más difícil, en el cual todavía no se ha estrenado: la investidura. Como corredor de fondo, Illa sabe que el kilómetro final siempre acostumbra a ser el más difícil y, en este trayecto, tendrá que ir superando algunos obstáculos.
Negociación con Esquerra Republicana: financiación, catalán y servicios públicos, en la mesa
Al día siguiente de las elecciones, la ejecutiva del PSC ya acordó quién formaría parte del equipo negociador con dos carpetas a tratar: la constitución de la Mesa del Parlament y la investidura de un president de la Generalitat. La coordinadora del equipo, integrado por seis personas, es Lluïsa Moret, viceprimera secretaria de la formación y presidenta de la Diputació de Barcelona. Moret fue la jefa de campaña de los socialistas para el 12-M. A la alcaldesa de Sant Boi de Llobregat se suman Alícia Romero, mano derecha de Salvador Illa en el Parlament y que ha revalidado el cargo de portavoz del grupo parlamentario; el diputado Ferran Pedret; José Luis Jimeno (secretario de Organización); Joaquín Fernández (secretario de Política Municipal) y Javier Villamayor (secretario de Programas). Desde la victoria del 12 de mayo, se palpaba mucho optimismo en Pallars para llegar a la Generalitat catorce años después y ya entonces situaban el acuerdo progresista como la opción predilecta para conseguirlo, cerrando –además– la puerta a investir a Carles Puigdemont por la vía de la abstención.
Para la Mesa, la hoja de ruta que se marcó el PSC fue hablar con todo el mundo menos con Vox y Aliança Catalana. La CUP no quiso reunirse con ellos. La última semana de campaña de las elecciones europeas hubo muchas conversaciones y reuniones que se llevaron a cabo con la máxima discreción, y en esta los socialistas quisieron dar un paso de gigante con Esquerra y Comuns ofreciendo la presidencia de la cámara a los republicanos. De hecho, una delegación del equipo negociador fue a Ginebra a reunirse con Marta Rovira, quien pilota las negociaciones por parte de los de Calàbria. Finalmente, este pacto no se materializó y Esquerra Republicana se decantó por el acuerdo independentista que impulsó a Josep Rull al frente del Parlament.
Esta elección de los republicanos de "priorizar el eje nacional al ideológico o social" causó una cierta decepción al PSC, pero no desanimó a Illa respecto a su investidura. En todo caso, sí que previno de ir a una investidura fallida el 25 de junio, a la cual el socialista renunció; y también para encaminarse a una única vía para ser elegido: la de ERC y Comuns. Algunos también prefieren enfocarlo desde otra perspectiva: de la Mesa con mayoría independentista, cinco de sus siete miembros son progresistas (tres de los socialistas y dos de ERC). La crisis interna de los republicanos ha sumido al partido en un profundo debate sobre la encrucijada en que los ha dejado la última debacle electoral de mayo: facilitar la investidura de Illa, entenderse con Junts o asomarse a una incierta repetición de los comicios el 13 de octubre. Para recoser heridas y exprimir el jugo de las negociaciones –ya que todas las miradas y todos los escenarios pasan inequívocamente por Esquerra–, les hace falta tiempo. Y Salvador Illa ya ha dicho que no pondrá prisa a nadie: "Que cada uno tome las decisiones bien hechas".
Un pilar neurálgico de las negociaciones que arrancaron formalmente el martes en Barcelona entre el PSC y ERC será el modelo de financiación. Sin financiación singular, los republicanos ven pocos alicientes para investir a Illa. Hay un gran consenso sobre el hecho de que la financiación de Catalunya es injusta y, además, proviene de un modelo caducado desde el 2014: solo recauda el 9% de los impuestos y es la tercera en aportar, pero la decimocuarta en recibir. A partir de aquí, Rovira ha situado la pelota encima del tejado de Sánchez, que se abría a reconocer las "singularidades" catalanas en este nuevo modelo, pero un día después el PSOE rebajaba las expectativas. Los republicanos quieren la llave de la caja, un modelo parecido al vasco que salga del régimen común y, por lo tanto, permita recaudar íntegramente a Catalunya todas las figuras impositivas. En su programa electoral, ERC defendía transferir al Estado una "cuota como contraprestación de los servicios prestados" y una para "un fondo de reequilibrio territorial destinado a otros territorios con menor capacidad económica". Mientras tanto, los socialistas ponen el foco en el "quién y cómo se gestionan los recursos para tener suficiencia financiera más que en el "quién recauda". El jefe de filas del PSC quiere desplegar el artículo 204.2 del Estatut: un consorcio tributario paritario entre las haciendas española y catalana que, "eventualmente", recaude todos los impuestos. Partiendo de estos términos, ambas formaciones se han conjurado a intentar encontrar una solución.
También sondearán estos potenciales puntos de coincidencia en cuestiones como la lengua catalana –Esquerra Republicana se comprometió a impulsar una conselleria específica en esta materia si revalidaba el Govern, en tanto que el PSC quiere impulsar programas de impulso del catalán y devolver sus competencias al Departament de Presidència para "proyectarlas sobre el conjunto de políticas" del ejecutivo–, el refuerzo de los servicios públicos o el combate contra los "discursos de odio" de la extrema derecha. Otra de las condiciones de ERC es avanzar en la autodeterminación, pero en este punto el choque es frontal: el PSC no quiere hablar de referéndum. Todo este conglomerado de elementos centrarán unas negociaciones que ahora cogen impulso, pero que serán intensas, largas y duras porque las posiciones, en estos momentos, son lejanas.
La alianza con los Comuns, mucho más factible
La otra parte de la ecuación son los Comuns. El grupo de Jéssica Albiach también afirma que han iniciado las negociaciones esta semana, y que inicialmente se están centrando en los "contenidos". A pesar de no garantizar ahora los votos al PSC, Albiach ha dejado claro que "la única opción es un acuerdo progresista" ya que, en caso contrario, habrá "irremediablemente" nuevas elecciones. La principal condición de los Comuns será "solucionar la crisis de vivienda" en Catalunya, con medidas para ampliar el parque público de alquiler social o la reclamación de regular los alquileres de temporada. Además, plantean "revertir el debilitamiento de los servicios públicos" y que todas las políticas de la Generalitat se hagan "bajo planificación ecológica". Sobre este último eje, Albiach mantiene que el veto sobre el Hard Rock sigue adelante, una línea a la cual Illa recuerda los resultados de los Comuns y la CUP en Tarragona: perdieron los escaños que tenían. Uno de los temores entre algunos miembros de los Comuns es que una eventual repetición electoral les penalice más y tengan más 'fugas' de su electorado hacia el PSC.
En una primera fase, los Comuns esperan mantener negociaciones bilaterales con el PSC y, si estas avanzan –y los socialistas también hacen lo mismo con Esquerra Republicana–, desearían una negociación a tres. Ante la posibilidad de entrar en el Govern, Jéssica Albiach defiende que tiene que ser "fuerte y estable". La voluntad de su grupo sería formar parte, aunque irá en función de los "contenidos" que se puedan acordar. En este contexto, Salvador Illa no ha descartado hacer un Govern de coalición, sosteniendo que será "flexible y generoso". El PSC, sin embargo, preferiría un ejecutivo en solitario con perfiles transversales y que tengan una trayectoria profesional reconocida.
Los atletas encuentran en el atletismo un espacio de refugio, pero también un ámbito que ayuda a aclarar y definir ideas. Una parte del recorrido de este maratón está hecha para Salvador Illa –ganar las elecciones–. Ahora le toca el tramo más complejo de estos extensos dos meses hasta el 26 de agosto: sudar la camiseta si quiere forjar la mayoría que lo pueda llevar al Palau de la Generalitat.