Después de un fin de semana en que el independentismo -y más allá- se ha dedicado a rebuscar en las raíces familiares, el candidato a la presidencia de la Generalitat, Pere Aragonès, tampoco ha querido desperdiciado la ocasión para recordar a Antonio y Juana, los abuelos maternos que llegaron de Palomares, una pedanía de Cuevas de Almanzora, en Almería, buscando un futuro mejor para sus hijas.

El candidato ha reivindicado "muy orgulloso" los orígenes por parte de madre, posiblemente harto de encontrarse repetidamente fustigado por la rama paterna en el intercambio de garrotazos a golpe de árbol genealógico con que ERC y Junts se ha entretenido estos días en las redes sociales.

Por eso, y en respuesta a la intervención del diputado de Vox, Ignacio Garriga, el candidato ha aprovechado para declararse orgulloso que el nieto de Juana y Antonio, es decir, él, pueda ser "en las próximas semanas" –"espero que unos días", ha añadido- nuevo presidente de la Generalitat republicana.

Pere Aragonès, en el Parlamento, en una pausa del pleno de investidura / Sergi Alcàzar

"Sé que les da mucha rabia esta pluralidad", ha reprochado al diputado ultra, a quien ha exigido que nadie patrimonialice los orígenes de una parte muy importante de la ciudadanía de este país.

El responsable del grupo de Vox, feliz de haber conseguido finalmente una respuesta más allá del vacío y las protestas a que se le ha condenado en el Parlament, ha aconsejado a Aragonès que lleve a la práctica este orgullo hablando castellano en el pleno y no renegando de la lengua de sus antepasados.

Un consejo que ya se había autoaplicado el socialista Salvador Illa que, como ya hizo a la primera sesión del debate de investidura, ha utilizado también el castellano en su intervención. Entre el uno y el otro, el responsable de Cs, Carlos Carrizosa, aparece cada vez más descolocado.

Sin acuerdo con Junts

El bosque genealógico, sin embargo, no ha impedido ver la realidad. Y la realidad es que hoy la investidura tampoco no ha prosperado. ERC y Junts han rebajado la intensidad de los reproches, pero todavía no tienen un acuerdo de legislatura para sacar adelante el nuevo Govern.

No obstante, el clima en el Parlament este martes era diferente al del viernes, cuando se hizo la primera votación. No ha estado la tensión de la primera vuelta. Ni las imágenes de conversaciones precipitadas y tensas entre negociadores, encerrados en el Auditorio del Parlament, convertido en hemiciclo con aires de quirófano.

Los diputados de Junts, Joan Canadell y Josep Rius, delante del depacho del Govern en el momento en que sale Aragonès / Sergi Alcàzar

El candidato de ERC ha insistido hasta el último momento en reclamar el voto de Junts advirtiendo que no veía motivos suficientes para que no se produjera. Pero los discursos han hecho evidente que estas diferencias todavía existen.

Aragonès ha intentado compensar la situación con una batería de guiños. Ha reconocido que necesita a Junts para gobernar, ha hablado del Consell per la República, y incluso ha citado un discurso de Carles Puigdemont. Estaba avisado. Ya le había advertido la portavoz del partido, Elsa Artadi, que analizarían con lupa la intervención. Artadi, por cierto, ausente, al igual que el presidente del grupo, Albert Batet, por contacto directo con uno contagiado de Covid.

La portavoz de Junts, Gemma Geis, ha llevado hoy la batuta de este grupo. Ha reconocido a Aragonès el esfuerzo, pero ha pedido más flexibilidad; ha recurrido a la aritmética, para recordarle que si quiere sumar 68 diputados necesita a los 32 de Puigdemont; y le ha reprochado que se perdió un tiempo muy importante cuando los republicanos optaron por intentar sacar adelante el acuerdo "amplio" con los comunes.

Al final, pues, la distensión no se ha traducido en excesivas carantoñas. Los de Puigdemont no han aplaudido tampoco hoy el discurso del candidato, aunque ERC ya había demostrado el viernes que les resultaba molesto. Tampoco a los de Junts los hace ninguna gracia las referencias que Aragonès será el primer presidente de la Generalitat republicana, obviando Quim Torra y el mismo Puigdemont.

Por tanto, los intercambios de patadas continúan bajo la mesa, aunque se ha hecho evidente que la intención hoy era restañar heridas.

Nueva propuesta de dirección colegiada

Los equipos de las dos formaciones continúan las negociaciones que, aseguran, han dado un giro favorable. El Consell per la República ha dejado de ser el protagonista de las conversaciones, después de que el mismo Consell planteara la posibilidad de reformular su órgano de gobierno. Además, ayer Junts entregó a los republicanos la última propuesta sobre la dirección colegiada al máximo nivel que tiene que coordinar el acuerdo. Aseguran que si se cierra esta carpeta se podrá avanzar ya sobre el plan de Govern.

En los pasadizos del Parlament nadie dudaba hoy que la investidura de Aragonès se hará, incluso se especulaba ya sobre las fechas, una vez se cierre el acuerdo entre los dos partidos. Ya había a quien apuntaba el 14 de abril como un día especialmente indicado. Todo ello, sin embargo, se mantenía en el mundo de la especulación entre los habituales de la casa para matar el tiempo de un pleno que se sabía que acabaría en el mismo punto donde había empezado, que ha provocado la misma expectación que una sesión ordinaria de la Cámara. Tan ordinária que incluso ha sorprendido el hecho que en el grupo de Vox hubiera quien comía Conguitos dentro del hemiciclo como si en lugar de una sesión de investidura estuviera en una sesión de cine.

Al final, Aragonès sólo ha recogido el apoyo de sus diputados y los de la CUP y la presidenta ha levantado la sesión con el anuncio que hará falta una nueva ronda de consultas para poder plantear una nueva votación de investidura.

 

En la imagen principal, Pere Aragonès con su esposa en las escaleras del Parlament / Sergi Alcàzar