El expresidente de Aragón y líder del PSOE aragonés durante doce años, Javier Lambán, uno de los políticos que más alto ha puesto el grito en el cielo contra el independentismo durante la última década y cara más visible de la oposición interna a Pedro Sánchez por sus pactos con el soberanismo catalán —junto con el manchego Emiliano García-Page—, renuncia de su último cargo institucional como senador y pone así punto final a la política activa después de una larga trayectoria de cuatro décadas. Lo ha anunciado él mismo en un tuit en la red social X, en el que destaca que se ha guiado durante toda su vida pública, desde que empezó en 1983 en el ayuntamiento de su Ejea natal, "por la vocación de ser útil a mi pueblo, a Aragón y a España".

Era conocido que Javier Lambán estaba de salida de la política activa. Después de dos mandatos al frente del gobierno de Aragón, el PSOE obtuvo tan solo 23 escaños en las elecciones autonómicas de 2023 y perdió la presidencia en favor del PP, que consiguió investir a Jorge Azcón. No optó tampoco Lambán a renovar su liderazgo al frente del PSOE aragonés, y la pugna interna entre su entorno crítico y la candidatura oficialista de Ferraz la ganó Pedro Sánchez, que ha conseguido situar a la ministra Pilar Alegría como nueva líder de los socialistas aragoneses y empezar un cambio de ciclo después de que el candidato lambanista, Darío Villagrasa, renunciara. Además, en lo que respecta al ámbito personal, en 2021, todavía siendo presidente de Aragón, Lambán anunció que sufría un cáncer de colon.

Doctor en Historia Contemporánea y profesor de profesión, Javier Lambán inició su carrera política en 1983 como concejal en el ayuntamiento de su pueblo, Ejea, en Zaragoza, municipio del cual fue alcalde entre 2007 y 2014. A su vez, también fue diputado provincial a la Diputación de Zaragoza entre 1999 y 2011. En 2012 fue elegido secretario general del PSOE de Aragón, en sustitución de Marcelino Iglesias. Después de tres años como líder de la oposición, en 2015 llegó a la presidencia de Aragón, a pesar de haber quedado detrás del PP en las elecciones, con los votos de Podemos, la Chunta Aragonesista e Izquierda Unida. En su discurso de investidura prometió políticas progresistas en favor de la sanidad y la educación públicas y dio ya indicios de su complicada relación con Catalunya, con un especial énfasis en la intención de recuperar los bienes del monasterio de Sixena.

Azote del independentismo y díscolo contra Pedro Sánchez

Y es esta relación con Catalunya lo que ha marcado los momentos más destacados de su vida política reciente, especialmente coincidiendo con el procés independentista, del cual ha sido una de las voces más críticas desde el PSOE —junto con figuras actuales como Emiliano García-Page o exlíderes como Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina o Nicolás Redondo Terreros— y de toda la política española, desde el altavoz que ha tenido como líder de los socialistas aragoneses y del gobierno de Aragón. A lo largo de esta última década, Lambán ha dejado declaraciones como tildar "de atrocidad" el referéndum del 1-O o ha criticado el independentismo por "supremacista", o refiriéndose a este corriente político como "cáncer" y a los independentistas como "mentirosos congénitos".

Esta oposición frontal y exacerbada contra el independentismo lo ha convertido también en una de las voces díscolas de la actual dirección del PSOE y una de las caras más visibles de la pugna interna contra Pedro Sánchez, a quien reprocha los pactos con el soberanismo catalán para ser investido o para aprobar leyes y a quien ha encomendado la misión de defender la "indisoluble unidad de España". Lambán se ha posicionado crítico y escéptico hacia los indultos, totalmente en contra de la amnistía —de hecho, se negó a votarla en el Senado y el PSOE le abrió un expediente—, y ha cargado contra Pedro Sánchez en numerosas ocasiones por apoyarse en Junts, Esquerra Republicana o EH Bildu para aprobar políticas a cambio de lo que considera cesiones. De hecho, también ha sido azote de Pedro Sánchez por su estilo político y le ha reprochado "caudillismo" y falta de debate interno, porque "un partido no es un club de fans".