El presidente del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), Jesús María Barrientos Pacho (Lleó, 1958), finalmente será relevado después de 8 años al frente del alto tribunal catalán, los últimos tres años con el mandato caducado. Esta excepcionalidad la ha provocado el bloqueo en la renovación de los 20 miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que finalmente esta semana se ha completado cuando los vocales han escogido a la magistrada Isabel Perelló, presidenta del órgano de gobierno de los jueces. Hay 102 cargos judiciales pendientes de renovar, de los cuales ocho presidencias del TSJ, como la de Catalunya. Barrientos no se presentará a una nueva reelección, según fuentes judiciales, y, por lo tanto, quedará como magistrado de la sala de lo civil y penal de TSJC, donde su cargo actual le ha permitido presidir los tribunales que han juzgado ea independentismo catalán. Ingresó en la carrera judicial en 1985, y después de pasar por juzgados en León, Barcelona y Cantabria, fue magistrado a la Audiencia de Barcelona, hasta ser nombrado presidente del TSJC. La apertura del año judicial que se celebrará ahora en Catalunya, después del acto central en Madrid, puede ser el último de Barrientos como presidente del TSJC.

A pesar de ser muy educado y correcto de trato, Jesús María Barrientos es recordado por la abogacía progresista como un magistrado inclemente cuando presidía la sección penal 8 de la Audiencia de Barcelona. Como presidente del TSJC, ha sido implacable con los políticos de Junts, ERC y la CUP, que al mismo tiempo lo han recusado por haberlos perseguido por su ideología. Acusación con la cual el Tribunal Supremo, al final, ordenó apartarlo en la repetición del juicio contra la segunda Mesa del Parlament, presidía por Roger Torrent. Nada más. Barrientos ha podido presidir y condenar al presidente Artur Mas y su gobierno por el 9-N del 2014, así como a los miembros de la Mesa del Parlament, presidida por Carme Forcadell, por el 1-O. Y se sintió aliviado cuando el Tribunal Supremo se apropió de la causa contra el gobierno de Carles Puigdemont con la excusa de un gasto en el exterior, aunque todos eran aforados ante el alto tribunal catalán.

Sexto presidente del TSJC

El magistrado Barrientos es de la asociación judicial Francisco de Vitoria, y por ahora se desconocen los candidatos que se presentarán y si habrá rivalidad o pacto entre las asociaciones mayoritarias que se han ido turnando la presidencia del Tribunal Superior de Catalunya (TSJC). Barrientos sustituyó al magistrado y miembro de Juezas y jueces por la Democracia (JJxD) Miguel Ángel Gimeno, como presidente del TSJC, cargo que ocupó del 2010 al 2016, año en que fue nombrado director de la Oficina de Antifraude de Catalunya.

Por su parte, Gimeno sustituyó a Maria Eugènia Alegret, que fue la primera mujer en presidir un tribunal superior de justicia, del 2004 al 2010, y a la Asociación Profesional de la Magistratura (APM) no la defendió para que estuviera un segundo mandato. Alegret, que ahora ejerce de magistrada en la sala de lo civil y penal del TSJC, codo con codo de Barrientos, sustituyó al progresista y querido Guillem Vidal, presidente del TSJC de 1994 al 2004 y muerto en Palma en el 2007. Vidal sustituyó al primer presidente del TSJC, Antonio Somalo Giménez, que ocupó el cargo de 1989 en 1994.

Requisitos: magistrado durante 10 años

Ahora, el CGPJ tendrá que escoger el sexto presidente o presidenta del TSJC. No es un procedimiento rápido: primero se tiene que publicar la renovación de la plaza en el Boletín Oficial del Estado (BOE), a partir del cual se abre un plazo de presentación de candidaturas, su posterior presentación y entrevista ante el CGPJ, que decide este nombramiento discrecional.

Para poder optar a la presidencia de un Tribunal Superior de Justicia español,  el candidato o candidata tiene que ser un magistrado en activo, que lleve en esta categoría 10 años y al menos 15 a la carrera judicial.  Además, los solicitantes tienen que presentar los méritos acreditativos, como por ejemplo el conocimiento de la lengua catalana,  y presentar un programa de actuación descriptivo de las principales iniciativas para mejorar  este órgano en el ámbito gubernativo y de gestión. El cargo de presidente de un TSJ también tiene una actuación jurisdiccional; y preside los principales juicios de la sala de lo civil y penal.

No se creyó a Trapero cuando en el 2017 le dijo que detendría Puigdemont

En la ajustada sala de lo civil y penal del TSJC, Jesús María Barrientos ha fortalecido lazos con Maria Eugènia Alegret, muy crítica con CiU y después con los independentistas, así como con Carlos Ramos, estricto y riguroso en sus resoluciones, como por ejemplo su argumentación contraria a que se cuelguen carteles en edificios públicos (con el caso de los presos políticos). Ramos también abrió la puerta a investigar las afirmaciones del magistrado Santiago Vidal, fichado por ERC, que desembocaron en la caza de brujas del independentismo desde el juzgado de instrucción 13 de Barcelona, todavía abierto, a pesar de la ley de amnistía.

En estos años complejos, Barrientos ha completado el TSJC con su amiga la magistrada Mercedes Armas, que ha hecho de refuerzo en el alto tribunal catalán, y que dictó la famosa resolución que ordenaba a los cuerpos policiales detener el Referéndum del 1-O de 2017 aunque "garantizando en todo momento la paz pública", orden medio cumplida por los Mossos de Esquadra, pero no por la policía española ni la Guardia Civil, que pegaron y vejaron a ciudadanos. Ante las escenas de violencia, el entonces jefe de los Mossos, Josep Lluís Trapero, y el coordinador español del operativo, el coronel Diego Pérez de los Cobos, fueron citados de urgencia en el TSJC por la magistrada. Hubo gritos, pero aún no se ha aclarado todo.

Precisamente, Barrientos nunca se creyó Trapero -recientemente nombrado director de la Policía- cuando le llamó por telefono en octubre de 2017  y le dijo que tenía un plan para detener Puigdemont si se le ordenaba. Trapero explicó este plan, por primera vez, en el juicio del Tribunal Supremo contra los políticos catalanes, algunos de los cuales consideran que con lo que dijo, les condenó; y también a la Audiencia Nacional, donde finalmente fue absuelto de haber favorecido el 1-O. En aquellas fechas de nervios, una decisión de Barrientos criticada por magistrados compañeros suyos es que ordenara la retirada del cuerpo de la policía catalana como vigilante del Palacio de Justicia, extremo después rectificado.

El independentismo también ha criticado Barrientos cuando el entonces presidente del Parlament, Roger Torrent, habló abiertamente de "presos políticos" en un acto al Colegio de Abogados de Barcelona, y el presidente del TSJC, molesto, se marchó del acto, donde al final volvió. Las relaciones institucionales se rompieron entre el TSJC y el Govern. En los últimos actos oficiales, el presidente del TSJC no se ha escondido de criticar abiertamente la ley de amnistía del procés, pero también al Ministerio de Justicia por no resolver el elevado número de vacantes en las plazas de jueces y letrados de la administración de Justicia, así como no aprobar un complemento salarial para los profesionales jurídicos.

 Sin impronta catalana

En la gestión gubernativa, de relaciones con otras instituciones, Jesús María Barrientos ha sido un president dle TSJC obediente con el Poder Judicial, al cual ha consultado cualquier iniciativa o protocolo -como el de mejorar la atención a personas desahuciadas-, hecho que ha evitado ponerle la impronta y primicia catalana. Y, aunque ha sido simbólica la lengua catalana en sus intervenciones, Barrientos ha actuado con rapidez cuando desde la Abogacía Catalana se le ha alertado de que algún juez o jueza no respetaba la opción lingüística de algún ciudadano. Que el catalán sigua siendo testimonial en los juzgados, es mérito de todos los operadores jurídicos.