Josep Pallach es el nombre de una plaza barcelonesa ubicada en Mundet, cerca del campus de la Universidad de Barcelona donde miles de estudiantes cursan cada día Pedagogía, Educación Infantil o Trabajo Social. No hay duda que el nombre de Pallach es idóneo para esta plaza, pues, ya que Josep Pallach (Figueres, 1920 - Esclanyà, 1977) fue por encima de todo un pedagogo, lo que pasa es que la Historia lo ha acabado recordando más como político, quizás por su muerte prematura justo cuando la democracia empezaba a aflorar en el estado español. Convertido en un mito del socialismo catalán que nunca fue, como diría el poeta, hace escasas semanas el libro Josep Pallach: política y pedagogía ha reavivado su figura justo en un momento en que en Barcelona, Catalunya y España mandan gobiernos socialistas.
Quien escribe estas línieas no acostumbra a hacer entrevistas, y mucho menos de política, pero resulta que el autor del libro es el escritor y periodista Joan Safont (Mataró, 1984), que del 2015 al 2019 fue coordinador del suplemento cultural de este diario, La Llança, y que fue el responsable de que un servidor escribiera por primera vez un artículo en ElNacional.cat. Por este motivo, queridos lectores, esta no será la típica entrevista para presentar un libro, sino más bien la conversación entre dos amigos que de pequeños miraban Dies de transició a TV3, a pesar de haber nacido en los años ochenta. A pesar de haber nacido, pues, cuando Pallach ya solo era un nombre.
![Entrevista Joan Safont, El Velodromo / FOTO: CARLOS BAGLIETTO Entrevista Joan Safont, El Velodromo / FOTO: CARLOS BAGLIETTO](/uploads/s1/51/01/12/15/entrevista-joan-safont-el-velodromo02.jpeg)
Esta es la cuarta o quinta entrevista que haces sobre el libro, por lo tanto nos costará decir algo que ya no hayas dicho antes.
Tienes razón, quizás deberíamos haber quedado para hacerla en Figueres, donde nació Pallach, o en la prisión de Salt, de dónde se escapó con una fuga de película.
O en la playa de Cotlliure, donde se enamoró a primera vista de su mujer.
En la estación de tren de Cotlliure, para ser más concretos. Una mirada, un ramo de flores y un crush de los que hacen historia.
¿Sabes por qué te he citado en el Bar El Velódromo?
Porque es tu bar preferido, ¿no? A Pallach le habría gustado el sitio.
En los años setenta sí, pero a finales de los años treinta, no. Te he citado aquí porque el año 1938, con el Gobierno trasladado a Barcelona, Juan Negrín venía a tomar el café aquí, justo en aquella mesa.
¡Ostras! Pues tienes razón, Negrín y Pallach más vale que no se hubieran cruzado, no.
Eso te quiero preguntar: ¿Pallach era un comunista que dejó de ser comunista precisamente por culpa de los comunistas como Negrín, no?
No todo es tan simple, pero podríamos decir que sí: él viene del POUM, y rápidamente, bien joven, se desengaña del comunismo ortodoxo.
Es curioso, porque cuando hace cuatro meses me dijiste "en enero sale el libro del Pallach", mi respuesta fue "Joan, me cuesta ubicar al tal Pallach". Ahora, habiéndolo leído, resulta que he descubierto la vida de película de un político y pedagogo fascinante. ¿Por qué la gente de nuestra edad ha oído hablar tanto poco de él?
En parte, es normal. Josep Pallach murió hace casi cincuenta años, el año 1977, después de media vida trabajando por construir un partido socialista catalán. De hecho, muere justo al día siguiente de ser escogido líder del Partido Socialista de Catalunya-Reagrupament, que era en aquellos momentos el movimiento socialista más importante del catalanismo socialdemócrata.
Por si alguien nos lee y necesita un mapa: un PSC-Reagrupamiento que no quería formar parte de la Federación Catalana del PSOE.
Exacto. Precisamente esta era la principal lucha de Pallach.
Una lucha que no sabremos nunca como habría acabado, ya que justamente muere poco antes de la Transición.
Eso es lo que mata en Pallach, realmente. Él muere justo antes de las primeras elecciones democráticas, del retorno de Tarradellas, de la restauración de la Generalitat o de la nueva Constitución. Muere cuando el franquismo todavía menea la cola, moribundo, y la restauración del 78 todavía no ha nacido del todo. Seguramente por eso la Historia lo acaba olvidando.
Tú empiezas el libro con un capítulo casi cinematográfico sobre su muerte y dices que "los que el día anterior lo criticaban, de un día para el otro lo lloraban".
En parte, eso explica por qué alguien de treinta y seis años como tú no ha oído hablar mucho de ello: ni Pallach ni el pallaquismo dejaban indiferente a nadie. Lo que pasa es que con su muerte también se fragmenta y se hunde el pallaquismo, que podría haber sido una corriente política hegemónica y acaba siendo un éxodo de discípulos de Pallach medio repartidos en varios partidos durante décadas.
![Entrevista Joan Safont, El Velodromo / FOTO: CARLOS BAGLIETTO Entrevista Joan Safont, El Velodromo / FOTO: CARLOS BAGLIETTO](/uploads/s1/51/01/12/57/entrevista-joan-safont-el-velodromo03.jpeg)
¿Este libro es un intento de desenterrarlo del olvido?
Sí, pero también de descifrar el mito. Como siempre pasa con la gente que muere antes no toca, los que venimos después o bien los olvidamos demasiado rápido o bien los mitificamos en exceso.
Hay motivos para mitificarlo, quizás es porque la cosa más izquierdosa y catalanista que he conocido dentro del socialismo catalán es Pasqual Maragall. En este sentido, ¿Josep Pallach era un outsider absoluto dentro del universo socialista de nuestra casa, no?
Él es un outsider casi desde su nacimiento: es un hijo de menestrales, de Figueres, que consigue estudiar y que se rebela contra su padre de bien joven, haciéndose más radical que él. El padre de Pallach era un republicano heredero de aquel universo ampurdanés que va de Abdó Terrades a Alexandre Deulofeu pasando por Narcís Monturiol, pero el Pallach joven aumenta un grado más el radicalismo.
Su padre era concejal de ERC los años previos a la guerra, pero Pallach hijo se hace del POUM.
El año 1936, con escasos dieciséis años, Josep Pallach ya pronuncia discursos en mítines como telonero de Andreu Nin, por lo tanto sigue siendo un outsider cuando a partir de 1937 hay la purga estalinista del POUM, de la cual él por suerte no sale mal parado. Cuando se marcha al exilio, el año 1939, tiene diecinueve años pero una brega política en los hombros insólita por la edad que tiene.
¿Será un outsider toda la vida?
Políticamente hablando, sí. Fíjate que de todos los políticos que sobreviven al franquismo, como por ejemplo Jordi Pujol, Joan Reventós, Josep Benet o Heribert Barrera, él es el único de su generación que no es de casa buena, que no es católico y que no es de Barcelona.
El universo ampurdanés que antes decíamos.
Un universo que es sinónimo de federalismo, de republicanismo y de librepensadores afrancesados. No son las coordenadas del mundo montserratino o del mundo más hegemónico de la posguerra, y eso Pallach lo dejará patente en cada paso y cada decisión a lo largo de su vida.
Me ha sorprendido su evolución, desde un militante troncal del POUM a un socialdemócrata que se quiere parecer a los partidos socialistas suecos o alemanes de los años sesenta.
Es la evolución lógica de alguien que ha vivido más la posguerra europea que la posguerra española y la dictadura franquista desde dentro. Aquí durante el franquismo todo se radicaliza mucho, especialmente el mundo de la izquierda. Mientras en España parecía que solo pudiera existir el comunismo ortodoxo o la extrema izquierda como alternativa a la dictadura, en Europa el socialismo ya ha empezado a derivar hacia la socialdemocracia o el eurocomunismo.
¿Por eso Narcís Serra dice que es "el enviado de Kissinger en España" o lo acusan de ser un agente de la CIA, verdad?
Aquí vuelve a ser un outsider de nuevo, sobre todo durante los años setenta. Estamos en el contexto de la Guerra Fría, cuando el socialismo catalán no concibe un socialismo que no sea marxista-leninista. Todo lo que se aleje de la ortodoxia soviética, pues, es tildado de colaboracionismo americanista.
En el fondo, desde los tiempos del POUM él ya es un hombre que desconfía radicalmente del comunismo ortodoxo que viene de la Unión Soviética.
Desconfía cuando se da cuenta de que la dictadura del proletariado en realidad es la dictadura de los líderes comunistas. Cuando lee el Retorno a la URSS de André Gide lo ve clarísimo. Él desde los años cuarenta es, por encima de todo, uno europeísta que no quiere estar satelizado por nadie: ni por la Unión Soviética ni por los Estados Unidos.
También desde los años cuarenta es alguien que lucha por aislarse del cainismo catalanista, de todas aquellas luchas internas de los exiliados después de la Guerra Civil.
Hay una generación de políticos catalanistas que, después de la guerra, parece que vivan empantanados en la nostalgia y las luchas del pasado. Pallach no quiere ser parte de aquel universo, no quiere mirar atrás, sino adelante.
Visto desde fuera, todos aquellos lamentos y penurias de la Generalitat en el exilio me recuerdan a la situación política del independentismo hoy, con unos líderes que parecen todavía encallados en el trauma del 2017.
El pallaquismo, pues, sería olvidar lo qué pasó y centrarnos en qué queremos que pase. Por eso no es un fetichista de las siglas del POUM, por ejemplo, y crea el MSC (Movimiento Socialista de Catalunya).
![Entrevista Joan Safont, El Velodromo / FOTO: CARLOS BAGLIETTO Entrevista Joan Safont, El Velodromo / FOTO: CARLOS BAGLIETTO](/uploads/s1/51/01/13/41/entrevista-joan-safont-el-velodromo05.jpeg)
¿Pallach tiene relación con la gente que crea el Front Nacional de Catalunya, también?
Sí, y tanto. Forman parte de los mismos universos. Durante los años cuarenta y cincuenta, su radio de acción va desde Unió Democràtica hasta la CNT pasando por todo lo que hay en medio. Siempre, excepto el Partido Comunista. El PSUC es la línea roja.
Dentro de este universo lleno de sensibilidades políticas, ¿su prioridad era el socialismo o el catalanismo?
Era socialista con un marco mental nacional claro: Catalunya. O dicho de otra manera, un federalista muy catalanista, firme defensor de la nación catalana y su derecho a la autodeterminación.
¿Qué ideas tan poco traducibles al PSC de hoy, eh?
El Partido Socialista de Catalunya que soñaba Pallach era un partido en el cual Catalunya es el único ámbito de actuación, por eso luchó siempre para evitar que el PSC fuera un satélite del PSOE. Esta fue la gran pugna interna entre aquellos dos PSC de los setenta, diríamos: el PSC-Reagrupamiento de Pallach y el PSC-Congres de Reventós que acaba siendo absorbido por el PSOE.
¿Joan Reventós es quien más se beneficia de la muerte de Pallach, verdad?
La muerte de Pallach deja sin líder a su partido, el PSC-R, por lo tanto el PSC-C sale reforzado y Joan Reventós puede ocupar el espacio del socialismo catalanista sin un rival fuerte en frente.
De hecho, el pallaquismo se presenta a las primeras elecciones democráticas con el Pacto Democrático, al lado de Convergència Democràtica de Catalunya.
Es que Pallach aglutinaba tanto a los socialistas que lo han seguido desde el MSC como al progresismo católico que gira más en torno a la figura de Jordi Pujol.
En las elecciones catalanas de 1980, cuando el PSUC y el PSC de Reventós van líderes en las encuestas, la CDC de Jordi Pujol acaba dando el sorprasso y gana por bien poco. Heribert Barrera, antiguo compañero de Pallach y líder de ERC, tiene la llave del poder y acaba escogiendo un gobierno catalanista que no una Generalitat de izquierdas. ¿Con Pallach vivo, el pujolismo habría podido ser tan hegemónico como fue?
Igual que el hipotético pacto con los socialistas habría sido muy diferente con Pallach vivo, el hipotético pacto con Pujol sin duda habría cambiado mucho la realidad política del catalanismo. Josep Pallach habría sido un socio o un rival a la altura de Jordi Pujol.
¿En la situación de Heribert Barrera, Pallach también habría optado por Pujol?
Pienso que sí, incluso si hubiera sido líder del PSC en aquel momento. Quizás la tercera pregunta que nos tenemos que hacer es qué hubiera pasado con ERC si Pallach no hubiera muerto.
![Entrevista Joan Safont, El Velodromo / FOTO: CARLOS BAGLIETTO Entrevista Joan Safont, El Velodromo / FOTO: CARLOS BAGLIETTO](/uploads/s1/51/01/11/73/entrevista-joan-safont-el-velodromo01.jpeg)
De hecho, leyendo el libro y viendo su pensamiento político, no he podido parar de pensar que Pallach hoy votaría a Esquerra.
Todos los partidos se pueden hoy hacerse suyo a Pallach, pero quizás la victoria póstuma de Pallach es no haber tenido razón en 1977, cuando nadie confiaba en su socialdemocracia aplicada a la nación catalana, y que en cambio hoy los tres grandes partidos del país tengan políticas que se insertan en estas coordenadas.
Tú y yo hemos hablado muchas veces de nuestro desencanto con la política actual.
El otro día, cuando antes de la entrevista me dijiste que la foto del Pallach te hacía pensar en una especie de Enrico Berlinguer a la catalana, me hiciste pensar que Berlinguer es una figura hoy añorada y reivindicada en Italia, sobre todo después de una película sobre él que se ha estrenado hace poco.
¿Por qué?
Porque la gente añora otro tipo de políticos, quizás pragmáticos ante las decisiones o los pactos, pero a la vez más comprometidos con su electorado y su relación con la gente. Tanto Pallach como Berlinguer son el recuerdo de una política donde las palabras querían decir lo que querían decir y donde los discursos estaban cargados de valores, ya que quien los hacía se los creía.
Los políticos eran más de verdad.
Exacto.
¿Entonces, tú votarías a Pallach, hoy?
No lo sé, pero lo que sé es que fue un político de los años setenta que tenía unas ideas que hoy serían plenamente vigentes, y eso no es poca cosa.