Jordi Domingo (Barcelona, 1951) se presenta a las elecciones presidencals del Consell de la República con las ideas claras: transparencia, consenso y territorio. El abogado, excónsul de mar, miembro de la Comisión de Transparencia del Fútbol Club Barcelona y miembro del Consejo Social de la Universitat de Barcelona, aspira a presidir la entidad en el exilio, que vive su peor momento desde su fundación. Tendrá que competir con seis candidatos más, entre los cuales hay al exvicepresidente del Consell, Toni Comín, a quien rodean acusaciones de irregularidades en la gestión económica de la entidad y denuncias públicas de acoso psicológico y sexual. Mientras Comín arrastra choques con la gestora de la entidad, con Valtònyc y con un exasesor de Junts, Domingo afronta el reto de sacudir una entidad que había llegado a superar a más de 100.000 inscritos.
La candidatura de Domingo se creó durante el mes de enero. Aunque inicialmente se negó a presentarse, finalmente, lo convencieron bajo tres condiciones que fijó él: primero, que la junta gestora -dirigida por Teresa Vallverdú y Mercè Jou- tenía que dejar a 0 los pasivos de la entidad, teniendo en cuenta que tenía un déficit patrimonial de 58.108 euros el 31 de diciembre de 2023; segundo, que escogería él su equipo de confianza; tercero, la última palabra, como presidente, la tiene que tener él. En este contexto, Domingo expone a El Nacional.cat su programa, el papel de Carles Puigdemont y como remontará la situación de crisis del ente en el exilio:
¿Por qué decide dar este paso de presentarse a las elecciones presidenciales del Consell de la República?
Porque yo creo que en estos momentos, más que nunca, el Consell de la República necesita que todos nos arremanguemos. Yo siempre repito, desde que decidí presentarme, que el Consell de la República es la única institución que tiene este país que deriva directamente de la declaración de independencia y que deriva del 1 de octubre. Es la única institución que tenemos. Si esta institución, que es la única que tiene el país, la dejamos perder por negligencia, por irresponsabilidad, por comodidad o por lo que sea, será una situación extraordinariamente indigna para el país y para todos nosotros. No podemos dejar perder la única institución que deriva del 1 de octubre. La tenemos que reforzar, estimular, sacudir... la tenemos que poner en el lugar que toca. Como no nos podíamos quedar de brazos juntos y no nos podíamos quedar indiferentes en la situación crítica que vive el Consell, decidí dar este paso y asumir este reto que es muy importante y muy pesado.
Busca una sacudida...
Sin ningún tipo de duda. Yo creo que si preguntamos hoy el grado de entusiasmo de la gente con respecto al Consell de la República del año 2017 y 2018, ahora es evidente que no tiene nada que ver. La gente más bien te dice si está muerto, enterrado, si está a punto de morir... Ha habido muchas decepciones por el camino. Los partidos políticos no han hecho lo que tenían que hacer y la gente se ha ido decepcionando y abandonando. Sin embargo, yo no me he encontrado todavía a nadie que me haya dicho que deje estar la independencia. Al contrario: dicen que si reaviva volverán. Se tiene que sacudir otra vez. Tenemos que conseguir que la sociedad civil se anime. Y todavía más en un momento en el cual la desnacionalización del autonomismo es extraordinaria y brutal. Se tiene que hacer frente a esto. Y no es suficiente haciendo frente con cuatro manifiestos o cuatro actos culturales. Nos demostramos todos juntos que la independencia no tan solo es necesaria, sino que es posible, y que el legado del 1 de octubre y el legado de la declaración de independencia continúa vivo y vigente. Tenemos que trabajar también mucho en la unidad del independentismo. Y no me estoy refiriendo a la unidad de los partidos políticos, que eso ya se lo harán, pero sí que me refiero a la unidad de la gente. Aquella gente que el 1 de octubre nos encontramos en la calle, en las escuelas, en todos y cada uno de los sitios donde se celebraba algo sobre el referéndum. Nadie se preguntaba de dónde venía, nadie se preguntaba qué votaba, nadie se preguntaba qué lo traía allí. Todos teníamos la ilusión de perseguir la independencia del país.
¿Cómo se consigue sacudir esto? Porque estamos en un contexto en el cual el independentismo ha perdido el poder autonómico, ha perdido las instituciones, ha perdido la mayoría absoluta en el Parlament y parece que la gente, tal como se comprobó a las últimas elecciones en el Parlament, ha perdido la esperanza, sobre todo, en los partidos...
Y el Consell de la República tiene una crisis económica de extraordinarias dimensiones... El panorama no puede ser menos estimulante, pero precisamente por eso se tiene que sacudir todo. ¿Y cómo se tiene que sacudir? Pues mire, yo tengo la experiencia del Consolat de Mar. El Consulat de Mar era una institución abandonada a su suerte, nadie la conocía de este país, aunque en el exterior sí. Yo entré como cónsul mayor con un presupuesto cero por parte de la Cambra de Comerç y me dieron los tres o cuatro años que estuve para intentar hacerlo. Y mi lema fue sacudir. Y lo sacudí, lo sacudimos. Conseguimos una enorme resonancia a escala nacional e internacional. Y, hoy, el Consolat de Mar suena en este país, pero sobre todo suena al mundo. El mismo Reynders, el comisario de justicia de la Unión Europea, me envió a una persona para ver cómo podíamos colaborar y como podíamos hacer comisiones de trabajo conjuntas, porque el Consolat era absolutamente esencial para la Unión Europea. Tenemos que encontrar aquello que sea efectivo. Yo no llevo ninguna solución taumatúrgica. Se tiene que trabajar, y mucho. Se tiene que escuchar a los Consejos Locales. Se tiene que saber exactamente qué visión tienen. Tenemos que ganar prestigio en el exterior. Catalunya nunca ha dejado de ser una carpeta en el exterior, especialmente, desde el 2010-2011. Pero a partir del 2017 hay una bajada de protagonismo en la carpeta catalana. Tenemos que volver a conseguir que esta carpeta catalana vuelva a estar encima de la mesa. A mí me invitaron al Parlamento Europeo a debatir sobre una Constitución de Catalunya cuándo estaba a Construïm. Y ellos decían: "no os penséis que os ayudaremos si antes vosotros, los catalanes, no hacéis flotar una realidad diferente de la cual nos explica Madrid, diferente de la que nosotros tenemos configurada". Eso es lo que tenemos que hacer. Con la internacionalización del conflicto entre Catalunya y España tenemos que volver a fijar una realidad diferente de la que explica Madrid, el PSOE y el PSC.
Usted, inicialmente, rechazó presentarse a las elecciones. ¿Qué es lo que le hace cambiar de opinión de opinión, o quien le hace cambiar de opinión?
Yo no le diré el quién porque probablemente no toca, pero hubo una persona, un periodista, que me dijo eso que le he dicho yo antes, que es la única institución que deriva de la declaración de independencia. Y eso es lo que me hizo dar el vuelco. Yo no era independentista en el 2010. Yo quería el principio de autodeterminación y estaba convencido de que con eso cumplíamos nuestras expectativas. Cuando hay la sentencia del Estatut, cambio radicalmente. Ya no quiero saber nada más del Estado español. Me ha dejado de interesar. Y yo, como muchos, hemos ubicado nuestro cambio radical en aquel momento. Pero desde aquello se ha sido una constancia permanente de dedicarse a cualquier iniciativa que pudiera ser viable para el país que queremos en el futuro. Tenemos que garantizar que todos nos implicamos y que todos salimos adelante.
¿Usted ha hablado con el president Puigdemont?
Sí.
¿Qué le ha dicho?
Él estaba muy contento con que me presentara, nada más. No puedo entrar más en detalles. Le pareció que era una persona adecuada para hacer de presidente, con mi terreno, mi manera de hacer y la manera de ser.
¿Qué relación tendría que tener el president Puigdemont con el Consell de la República a partir de ahora? Sobre todo, teniendo en cuenta que ha vuelto a la presidencia de su partido...
De entrada, ni una. Y él es consciente de eso, por eso también hablamos. Después, es evidente que él tiene un bagaje extraordinario, especialmente, en el campo de la internacionalización del conflicto. Se ha puesto a la disposición del Consell y evidentemente que lo necesitaremos. Él dio este paso de separarse, como el resto del gobierno. Y es bueno que se mantenga esta separación.
Durante los últimos meses y semanas se ha criticado mucho la gestión del anterior gobierno del Consell. ¿Pero qué cree que se ha hecho bien?
Muchas cosas. Sería injusto decir que nada se ha hecho bien. Yo creo que todo el tema de la internacionalización del conflicto se ha hecho muy bien. ¿Podrían haber hecho más cosas? Sin duda. Y se harán, pero todo tiene su proceso. Es evidente que generar la ilusión tal como la generó y creó a aquellos adeptos de 100.000 personas es un trabajo bien hecho.
Se empezó a trabajar con la identidad digital, o incluso también con los cónsules honorarios. ¿Eso se tiene que potenciar si usted es escogido?
Evidentemente, sin ningún tipo duda. Yo me comprometo. La digitalización será uno de los elementos más importantes, pero con el tema de la cancillería de exteriores, que tiene que potenciar todas las delegaciones exteriores y el contacto con todas las cancillerías y con Naciones Unidas. Es uno de los temas que se tienen que activar. Y por eso necesitamos también mucho de talento, gente muy vinculada, reconocida en el exterior y que sean valedores de nuestras reivindicaciones. Después de que haya un sottogoverno o gente que trabaje muy activamente, que nos arremanguemos y que estemos en las máquinas haciendo ir todo lo que haga falta me parece fantástico y es imprescindible.
¿Me podría dar algún nombre de esta gente reconocida en el exterior que propone?
Cualquiera que a usted se le ocurra de catalanes en el exterior. Para decir una cosa que no se producirá por razones del ámbito en el cual nos movemos, por ejemplo, a un Jordi Savall, que es músico. Es de un reconocido prestigio mundial extraordinario, sería una persona fantástica, según mi opinión, para que dé voz a los catalanes a fuera. Como si ahora tuviéramos a Pau Casals, quien también sería una persona ideal para dar voz tal como ya la dio en su día en Naciones Unidas y otros sitios.
¿Más allá de estas herramientas que hemos mencionado, tiene en la cabeza alguna herramienta de nueva creación?
Herramientas de nueva creación, en estos momentos, es prematuro decirlo, porque nosotros hemos centrado lo que es nuestro programa en tres áreas básicas que son el área de internacionalización, el área de construcción de la república y el área de la organización y fortalecimiento del Consell. Yo quiero primero reunirme con los Consejos Locales, que son el alma y la esencia del Consell de la República. También me quiero reunir con toda aquella gente, sobre todo de las instituciones, organizaciones y entidades independentistas del país, como la ANC, Òmnium, la AMI, etcétera.
¿También con los partidos?
También, por qué no? Me preguntaron si los partidos tienen que formar parte del gobierno del Consell y les dije que si estan todos, sí, si no, no. Tienen que ser minoritarios. Pero si solo tiene que ser uno o dos... no podemos repetir esquemas que no han funcionado. Los partidos son convenientes y necesarios para la independencia del país. Hoy tienen una función que es parlamentaria, esencialmente, y están en un mundo autonomista. Sería absurdo decir que con los partidos no queremos saber nada y no hablaremos nunca. Son unos sujetos políticos importantes del país que se les tiene que tener en cuenta, te gustarán más, o menos. Por eso he pedido a mi candidatura que me ponga el aliento en el nuca, porque aquí no se puede desfallecer ni encoger. Las críticas que vengan, si son constructivas, serán enriquecedoras.
¿Cree que Aliança Catalana tendría que formar parte del Consell también?
Yo hablaré con ellos si quieren estar en el gobierno. Si me demuestran que realmente su prioridad es la independencia y quieren plantear cosas a favor del independentismo yo les tengo que escuchar. Soy de los que quiero escuchar a todo el mundo. Yo he dicho que cuando se acaben las elecciones, si gano, hablaré con el resto candidatos. Todo lo que sea sumar, para mí, es positivo. Hay cosas a las otras candidaturas que yo hago mías, como la vía de las Naciones Unidas de Jordi Castellà. Yo ya se lo dije personalmente: estoy encantado de la vida de hacerlo si tenemos las condiciones.
Ha dicho que ha hablado con el president Puigdemont, pero el otro líder independentista, que lo es desde principios de la década y ha liderado también el proceso, es el presidente de Esquerra, Oriol Junqueras. ¿Ha hablado con él?
Todavía no.
¿Le gustaría?
¡Sí, y tanto! Lo haré. Si gano las elecciones, les llamaré a todos. De hecho, he hablado con gente de Esquerra Republicana y de la CUP, pero no he hablado con los líderes, que en definitiva son los que al final tienen la última palabra. Yo espero que si gano las elecciones pueda tener esta conversación larga y distendida con todos y cada uno de ellos para ver en qué nivel pueden colaborar.
¿Qué le han transmitido la gente de Esquerra y la CUP?
Ha habido alguien incluso de estos dos grupos que me han animado a presentarme.
¿Cómo tienen que trabajar la ANC y el Consell? Incluso, se había planteado la idea de unificar las dos entidades...
Yo les he dicho, tanto a Lluís Llach como a Julià de Jòdar, que mi opinión es que tenemos que hacer un convenio negro sobre blanco de cuál es el rol que tenemos cada uno. Definir qué hará cada uno. Yo no soy, en estos momentos, partidario de hacer ningún tipo de proceso de fusión, sino de sacar adelante lo que tenemos, porque, insisto, es la única institución que deriva de la declaración de independencia.
¿Qué los tendría que diferenciar?
Hay un cierto nivel de activismo que lo tiene que hacer la ANC. ¿Qué pasa en este país? Que todos llevamos la doble gorra. Un día llevamos la de la ANC, y el otro del Consell. Eso, a veces, ha creado confusión y desesperación por parte del mismo militante. Esto se tiene que esclarecer, sin querer decir que ahora el Consell no pueda hace mobilización, ni que la ANC no pueda hacer internacional. El activismo dentro del país lo tiene que hacer esencialmente la ANC y, en cambio, la internacionalización quizás lo tiene que hacer más el Consell. Pero eso se tiene que discutir, se tiene que hablar, y no seré yo paso quien le imponga a la ANC lo que tiene que hacer.
Ya estamos en campaña. ¿Quién formará parte de su equipo si es elegido presidente?
Yo con eso tengo mucho pudor en decir nombres, porque soy prudente. Hay mucha gente que me da apoyo, hay mucha gente que me está ayudando en la campaña, que sin ellos no funcionaría. Pero decir nombres yo pienso que no es bueno. Y el equipo también lo considera. Primero tenemos que ganar las elecciones. El talento será el que determinará las cosas. Y talento no quiere decir solo ser un brillante profesional, sino que también quiere decir conocer bien la realidad del país, conocer bien los consejos locales... Y eso es lo que determinará el final. Mi candidatura todo el mundo ha aceptado que eso se debata a partir del día 12 de febrero. En aquel momento es cuando se debata el qué, el cómo y de qué. Afortunadamente, las carpetas las tenemos lo bastante avanzadas. No queremos ganar por nombres, sino por el programa y, sobre todo, por lo que queremos para el país.
Durante las últimas semanas, ha habido polémica en torno al exvicepresidente del Consell de la República, Toni Comín, por su gestión como responsable de las finanzas de la entidad. ¿Qué piensa de su gestión?
He dicho desde el primer día que no quería entrar en el tema, aunque entiendo, y es legítimo, que todo el mundo quiera saber el qué, el cómo y de qué manera. Por lo tanto, yo creo que tarde o temprano eso se tiene que aclarar debidamente. Yo no he leído la auditoría y no quise hacerlo porque no me correspondía a mí. Aparentemente, fuera de la auditoría todavía hay muchas más cosas por aclarar. Por lo tanto, eso tarde o temprano se tendrá que hacer. Lo que a mí me duele de todo es que no se tenga en cuenta la institución. Este país no se estima las instituciones. Y eso es un gran drama para el país. Por falta de autoestima, porque no hemos tenido nunca un estado, por lo que sea... Somos capaces de trincharlas para obtener unas pírricas victorias. Y eso pasa con el Barça, pasa con el Consell de la República, pasa con el Consolat de Mar... Eso se tiene que cambiar. Este país tendría que cambiarlo.
¿Cree que es por la falta de cultura de poder?
También, sin embargo, pienso que hay mucha mediocridad, muchas envidias y muchas historietas de estas que determinan que vamos por un camino que no correspondería, que no corresponde. Y eso me indigna y no lo tolero. Las acciones y las omisiones que uno haga tendrían que estar siempre pensadas en bien del Consell. Yo invito al señor Comín a retirarse. Y no porque no le tenga amistad, le tengo una amistad profunda. Su padre me colocó a los 16 años a mis primeras tareas sociales. Yo fui a alfabetizar Andalucía gracias a Alfons Carlos Comín. Después coincidí con él en la Bandera Roja y en el PSUC. También he sido miembro del consejo asesor de Toni Comín. Por lo tanto, le tengo una gran relación y una grande estima personal. Ahora, yo creo que en las circunstancias actuales del país lo que menos nos interesa son querellas que se ventilen públicamente, discrepancias políticas que se lleven a los juzgados o discrepancias personales que se lleven a los juzgados. Y todo eso sin pensar que la institución, que es lo que realmente importa, está sufriendo. Y cada cosa que sale en los medios, cada cosa que sale en cualquier lugar, es una herida a la misma esencia de la institución y a los cimientos que lo aguantan.
¿Si es elegido presidente, qué acciones tomará para aclarar, tal como ha dicho, todo?
Primero, me veré con todos los candidatos, incluso con el señor Comín si es que no ha retirado su candidatura. Tiene todo el derecho que yo le tenga la misma consideración que pueda tener con cualquier otro candidato. Hablaremos con todos los consejos locales y veremos las sensibilidades que hay. Es evidente que si la auditoría que existe es lo bastante clara y diáfana... Yo me fío de una cosa: la Junta Gestora del Consell ha hecho un estudio de la auditoría y ha aplicado los remedios que decía. Después de una economía de guerra de los cuatro próximos meses, porque no hay recursos suficientes, nos colocará el 30 de junio, según me han asegurado, con un pasivo cero. Por lo tanto, hay una perspectiva que es óptima. Si a alguien, o a mí, nos parece que la auditoría es insuficiente, se tendrá que hacer otra. Y quizás ampliando la gestión, qué sé yo. Si a mí me dan la confianza en gobernar el Consell de la República, yo me sentaré con todo el mundo y valoraré los pros y los contras de cada iniciativa. Y yo seré el primero en pedir ayuda a las candidaturas que se han presentado por si quieren sacar adelante sus propuestas. Eso nos interesa como país. Como sus propuestas las tienen más estudiadas que yo, me gustaría mucho que estuvieran.
Después de que Juntos haya abierto un expediente al señor Comín por las acusaciones de acoso sexual y laboral, cree que hace más evidente la necesidad que se retire de la carrera electoral?
Creo que todo el mundo tendría que ser extremadamente respetuoso con la institución por encima de cualquier otra cosa y garantizar que esta no se vea afectada desde el punto de vista reputacional. Ya he dicho que, a parecer mío, tendría que retirarse de la carrera electoral. Aun así, es únicamente él quien tiene que decidir qué hace. Y a los electores les corresponderá decidir con su voto. Solo faltaría. Yo lo que tengo claro es que me presento a la presidencia para relanzar el Consell.
¿Y ya para acabar, cree que un posible retorno del president Puigdemont podría ser, en cierta forma, una chispa para reactivar y volver a sacudir el movimiento?
Ojalá. Lo tenemos que procurar. Es evidente que si me lo hubierais preguntado hace dos años, habría dicho rotundamente que sí. En estos momentos, con los problemas que han ido pasando, ya tengo más dudas que sea así. Pero lo tenemos que intentar porque es un hecho muy importante y muy trascendental. Yo creo que el presidene Puigdemont todavía mantiene una capacidad de arrastre de una serie de sensibilidades que no necesariamente pertenecen a su partido, sino que son muy transversales. De alguna manera, admiran a la persona por lo que ha hecho, por el sacrificio que ha hecho, por como ha hecho las cosas, admitiendo que también ha cometido errores como todo el mundo, como cometeré yo.