No se había producido aún ninguna sesión de control en el Gobierno desde que el Congreso de los Diputados aprobó la reforma del reglamento que permite utilizar en plena normalidad las lenguas catalana, basca y gallega. Y es eso lo que ha provocado que este miércoles, 13 de diciembre del 2023, Jordi Hereu se haya convertido en el primer ministro de un ejecutivo español que utiliza la lengua catalana en sesión parlamentaria. El actual máximo responsable del departamento español de Industria y Turismo y exalcalde de Barcelona ha sido preguntado por Junts per Catalunya sobre las intenciones de la Moncloa de favorecer el retorno de las empresas a Catalunya, que en 2017 se marcharon obedeciendo a las presiones estatales contra el independentismo.

Durante la sesión de este miércoles, y como ya se ha convertido en una normalidad en los últimos meses, diputados catalanes y vascos han hablado en sus lenguas maternas. Gabriel Rufián lo ha hecho esta vez en castellano, si bien durante el debate sobre la amnistía de este martes utilizó el catalán durante buena parte de sus intervenciones. Néstor Rego del BNG ya no habla en ninguna otra lengua que el gallego, Junts hace lo mismo con el catalán, y Bildu y PNV combinan entre el vasco y el castellano; así ha vuelto a ser durante la sesión de control de este miércoles.

El pasado mes de septiembre, el Congreso de los Diputados aprobó de forma definitiva la reforma del reglamento que permite utilizar con plena normalidad el catalán, el aranés, el vasco y el gallego. Los 180 votos a favor del PSOE, Sumar (Podemos todavía no había roto con Yolanda Díaz), Esquerra Republicana, Junts per Catalunya, Bildu, PNV, BNG y Coalición Canaria se impusieron a los 170 votos en contra de PP, Vox y UPN. También hubo un diputado del PP que, por error, votó a favor.

 

Desde entonces, ya es normal ver a algunos diputados con pinganillos para seguir los discursos de sus compañeros parlamentarios. El PP, sin embargo, siente que llevar estos comunicadores en la cabeza es una especie de humillación, y nunca se los ponen. Vox hace lo mismo. Siguen las intervenciones de sus adversarios políticos a través de las pantallas que hay en el hemiciclo, donde se hace una transcripción en tiempo real de los discursos que se pronuncian en la cámara.

Además, el Congreso habilita desde entonces en su canal de YouTube dos retransmisiones diferentes: una en la que se emite el contenido de los debates en lengua original, y otra en la que los traductores hablan por encima de los diputados cuando toman la palabra. Los traductores que trabajan en estos plenos cobran en torno a los 90 euros la hora, y el retraso entre el discurso original y la traducción simultánea nunca supera los 4 segundos.