La cita que hoy tenía Jordi Pujol en la librería Ona de Barcelona no era una más. Pujol escribió a principios de los años sesenta en la prisión de Zaragoza su primer libro, Des dels turons a l'altra banda del riu. Fue el primero y acabaría siendo su libro más importante. Y esta noche, la reedición de esta obra se ha convertido en un acto de autorreivindicación del veterano político, arrinconado de la vida pública cuando confesó la existencia de la herencia de su padre en julio de 2014, y al mismo tiempo, en una especie de absolución civil mientras espera el dictamen judicial.
El acto ha congregado a rostros que han compartido su trayectoria política, como el president Artur Mas, los expresos políticos Josep Rull y Quim Forn, o el exsecretario general de CDC Miquel Roca. Pero también se han presentado responsables políticos que hoy ocupan la primera línea, como el actual conseller del Govern de Pere Aragonès y en su día rival de Pujol en la carrera a la presidencia de la Generalitat, Quim Nadal, o el también conseller de Aragonès Carles Campuzano. Con ellos, compartían la primera fila del acto exconsellers que forman parte de la ejecutiva de Junts como Jaume Giró, Victòria Alsina, Lourdes Ciuró o Violant Cervera.
La presentación en el salón de actos, desbordado, ha obligado a instalar pantallas en la librería para que los asistentes pudieran seguir la presentación del libro que, bajo la batuta de Joan Safont, recoge diferentes textos del expresident, algunos de los cuales inéditos. Entre los asistentes, los hijos del president. También su hermana, Maria, con la cual se ha fundido en un abrazo cuando ha entrado entre aplausos.
"Noto que el país está vivo"
Pujol ha demostrado que no ha perdido la habilidad para dirigirse a un auditorio, aunque las huellas del ictus que sufrió el pasado septiembre son evidentes. "Tengo 93 años, tengo que hacer que la gente a veces me ayude a escribir. Soy un hombre mayor y estoy contento. Contento de estar aquí", ha asegurado al tomar la palabra y mientras removía los bolsillos intentando encontrar unas gafas que no aparecían. Finalmente, con la hoja en la mano, ha tenido que constatar con cierta impotencia que no había gafas en los bolsillos. El editor, Joan Sala, le ha ofrecido las suyas. No servían. El autor del libro, Joan Safont, ha hecho el mismo intento. Tampoco. Finalmente han aparecido en el escenario unas gafas del público que sí servían, las de su hijo Pere. Y Pujol ha podido consultar sus notas. A penas un guion, porque las gafas a menudo acababan en la mano dibujando círculos en el aire, mientras hilvanaba reflexiones en que pasado y presente se fundían repetidamente.
El president ha explicado la historia que le llevó a escribir su primer libro, la experiencia mil veces contada de subir al Tagamanent al acabar la guerra. "Soy un hombre que estoy tentado por la tristeza. Yo que he vivido todos estos años, noto que el país está vivo. Y eso nos tiene que dar mucha esperanza. Es la base de nuestra acción", ha asegurado. De nuevo, pasado y presente.
"Me he fallado"
Pujol se ha reivindicado, ha reivindicado su libro, sus textos, su obra. Incluso, ha reivindicado el atractivo de la fotografía del joven Pujol que ilustra la portada del libro, pero al mismo tiempo ha confesado que la imagen que hoy ofrece le resulta decrépita. Y ha confesado que no está satisfecho. "Me he fallado, he fallado al joven que yo era. El joven que yo era que estaba lleno de ilusión y entusiasmo ahora no vive exactamente igual. Tengo convicción, fe, esperanza, pero no puedo acabar de estar del todo contento ni conmigo mismo ni con mucha gente".
El guion ha jugado malos ratos a Pujol, que en algunos momentos perdía el hilo, lo cual provocaba largos silencios. O que ha tenido que recurrir a la ayuda de la escritora Montserrat Dameson, que lo acompañaba en la presentación, para pasar las hojas. Pero no se ha escondido. Ni la sordera que le impedía oír a sus acompañantes. "Os tengo que confesar que el discurso no me ha salido bien. Mi hijo Oriol sabe qué discurso pronunciaba. No me ha salido bien, ¿verdad?", ha consultado a su hijo menor, presente entre el público. Pujol confesaba sus defectos para recordar las páginas de su pasado que más lo enorgullecen y que hoy ha querido reivindicar.