Josep Borrell se despide este viernes de su cargo de Alto Representante de la Unión Europea por Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, que ostenta desde el 1 de diciembre del 2019, así como una de las vicepresidencias de la Comisión Europea presidida por Ursula von der Leyen. El independentismo catalán tendrá desde ahora un enemigo menos en Europa. Porque el político nacido el 24 de abril de 1947 en La Pobla de Segur (Lleida) se ha caracterizado por ser un azote del soberanismo a lo largo de su carrera política, que ha culminado como jefe de la diplomacia europea, posición que a partir del lunes ocupará la estonia Kaja Kallas. A los 77 años, Borrell no ha especificado que hará a partir de ahora, pero en una entrevista en El Pais el pasado mes de agosto afirmó que estaba "a unos meses de su jubilación".
Adiós frustrado
Borrell se marcha, asegura, "frustrado por no haber podido parar esta masacre (la de Gaza)", según ha reconocido en una entrevista en Las Mañanas de RNE, y con una visión pesimista de la política internacional, con "un mundo que está mucho peor" que hace cinco años, una Ucrania que se defiende de Rusia "porque la ayudamos", cosa que puede cambiar con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. "Ponerla de rodillas ante el Kremlin sería una manera rápida, pero profundamente injusta y dramática de acabar una guerra", ha aseverado.
Secretario, ministro, candidato y salto en Europa
Borrell inició su carrera política en la década de 1970 como militante del PSOE y ha ocupado cargos importantes, como el de secretario de Estado por Hacienda (1984-1991), ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente (1991-1996) con Felipe González, fue candidato a la presidencia del Gobierno por el partido socialista (1998-1999) -renunció 13 meses después de haber ganado las primarias del partido por un escándalo de corrupción que involucró dos de sus excolaboradores cuando era secretario de Estado de Hacienda-; fue presidente del Parlamento Europeo (2004-2007), ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación (2018-2019) antes de ocupar el Alto Comisionado en la UE. Y si alguna cosa ha caracterizado su posición en la política española es su rechazo frontal contra el independentismo, con un discurso duro y repleto de frases que han pasado en las hemerotecas.
El político socialista se ha jactado de ser un antiindependentista furibundo, y un gran defensor de la unidad de España, que ya plasmó antes del estallido del procés en el libro Las cuentas y los cuentos de la independencia (2015), donde intentaba desarticular los argumentos independentistas, especialmente en el ámbito económico. En la presentación de aquel libro, Borrell aseguró: "En Catalunya, el independentismo se ha convertido en una cosa religiosa, un acto de fe". Borrell siempre ha proclamado que el independentismo supone una "amenaza muy grave para España", advirtiendo sobre la posible "pérdida de su integridad territorial" y la "amputación" del 20% del PIB español. El político socialista sostiene que "ningún país civilizado" celebra referéndums de autodeterminación" y por eso ha asegurado que ha trabajado "activamente" para "corregir" la imagen internacional de España que, según él, ha quedado "seriamente dañada por la propaganda independentista".
Fidel a Sociedad Civil Catalana
Borrell participó en los actos de Sociedad Civil Catalana -entidad cívica-cultural fundada en el 2014 para liderar la respuesta contra el independentismo-, como la manifestación Recuperem el Seny, del 2017, donde declaró que "Catalunya no es una colonia ni un estado ocupado militarmente" y pidió al independentismo que no "empuje Catalunya hacia el precipicio". La visión apocalíptica del futuro de una Catalunya independiente lo llevó a decir: "Veo buena gente que está sufriendo, que me les encuentro por la calle, en el tren... Gente que tiene miedo por lo que pueda pasar, tiene miedo por su pensión. ¿Me tendré que ir de mi país? Los responsables políticos tienen que hacer alguna cosa deprisa porque estamos al límite de lo que puede acabar siendo un enfrentamiento civil".
Borrell y el desinfectante
Pero uno de los episodios más célebres que ha rodeado a Josep Borrell es el que protagonizó en un mitin del PSC en Sabadell, al que fue con el entonces candidato Miquel Iceta, y donde utilizó la expresión "desinfectar", primero contra los medios de comunicación, como TV3, y cargó contra el presidente en el exilio Carles Puigdemont, al que acusó de tener relaciones con "sus amigos del partido nacionalista flamenco, que son la cosa más parecida al fascismo que hay en Europa". Y también pidió una alta participación para evitar una mayoría independentista, y "para construir un gobierno que primero desinfecte y después recosa las heridas que han hecho en el cuerpo social de nuestro país".
Sin embargo, es que en junio del 2018, en otro mitin del PSC, volvió a utilizar el "desinfectante", esta vez contra Catalunya, para "coser heridas". Borrell dijo: "Tú (Iceta) eres muy buena persona y les querrías perdonar enseguida, pero la han fastidiado muy grande [...]. Antes de cerrar las heridas hay que desinfectarlas. Las cosas, sin desinfectarlas, se pudren [...]. Una sociedad no puede vivir si el 40 y tantos por cien piensa, con razón o sin ella, que le iría mejor fuera. No puede ser, si la gente piensa así, es un país enfermo". En aquella ocasión, también tuvo una frase muy desafortunada contra Oriol Junqueras, expresidente de ERC y candidato a volver a serlo en el Congreso de este sábado. El mosén Junqueras desde la prisión... Si, no riais, lo digo con todo el respeto, cuándo lo veo me recuerda a mosén Rafel, el cura de mi pueblo. Tiene la misma arquitectura física y mental", dijo", lo que suscitó numerosas críticas.