Cel·la 61 presenta este martes por la noche la segunda entrega del programa que conduce el exconseller Josep Rull donde conversa con presos diversos. Entre sus interlocutores hay personas de todas las edades y orígenes que han sido encarcelados; el invitado de este martes es el exconseller Jordi Turull, que compartió prisión con Rull a causa de la sentencia del procés. Rull conversa con otros presos comunes, funcionarios y políticos presos como Carme Forcadell o Jordi Turull sobre la experiencia de estar privado de libertad. Rull ha querido trasladar en el programa la gran "humanidad" existente en los centros penitenciarios y acabar con los "clichés inaceptables" sobre estos espacios. Los entrevistados son personas que coincidieron con Rull en el taller de teatro de la prisión de Lledoners.

ElNacional.cat ha tenido acceso en exclusiva al programa que se emite este 17 de mayo donde Rull y Turull recuerdan cómo fue su llegada a Soto del Real cuando un funcionario les dijo: "Se os ha acabado la tontería, catalanes. Te vas a pudrir en la cárcel toda la vida por traidor". Los dos presos políticos recuerdan este momento y Rull bromea añadiendo: "Yo en aquel momento no sabía que en la prisión no se puede responder a un funcionario si no te autoriza a hacerlo". Esta sólo fue una de las muchas malas experiencias que tuvieron con los trabajadores de la prisión de Madrid, ya que Rull relata que después de recibir muchas vejaciones preguntó a un trabajador si estaba encarcelado en Soto del Real como el resto de miembros de Govern y este le dijo que se encontraba en otro centro: "Madrid 4 Navalcarnero, y estás solo".

"La pequeña libertad"

La prisión es un lugar donde se siente mucha soledad y Rull pone como ejemplo el hecho de aprender a valorar las pequeñas libertades: "En la prisión por cada cosa, por más pequeña que sea, se tiene que pedir permiso, no puedes decidir ni abrir o cerrar una puerta, se tiene que pedir autorización para todo y los horarios están predeterminados", recuerda el exconseller mientras su compañero la escucha y asiente porque comparte la misma opinión. Por su parte, Jordi Turull, exconseller y ahora futuro secretario general de Junts, pone de relieve la importancia de la familia para un preso y sobre todo del papel de las madres: "En la prisión hay mucha admiración por la madre, es sagrado. Los presos siempre dicen que la familia y los amigos te pueden dejar porque sienten vergüenza, pero una madre nunca lo hará". Finalmente, el dirigente de Junts recuerda uno de los peores momentos que Josep Rull vivió en la prisión, cuando su ahijado se hizo daño la noche de Reyes y él no recibía nuevas sobre su estado de salud. "Al principio nos engañábamos y decíamos que estábamos bien", pero la cara de Turull deja claro que no se estaba bien. "Prometimos que no nos engañaríamos", puntualiza.

"Toneladas de humanidad"

El exconseller, durante la presentación del programa el pasado 4 de mayo, insistió en reivindicar las "toneladas de humanidad" existentes en las prisiones y dijo que aunque hay personas que han cometido "errores muy graves" se aprende a ver qué los ha llevado hasta cometer el delito. "Hay muchos casos que existen unas circunstancias que los vierten a ir a la prisión", alertó. Entre las personas con quienes ha conversado Rull hay desde un joven que entró en la prisión con 22 años o un empresario que pierde la empresa y, para intentar salvarla, "no hace las cosas bien" y acaba en la prisión. "Gente que tienen una vida durísima", aseguró.

En el primer episodio de Cel·la 61 el exconseller y ex-preso político habló con Ildefons, que hace 21 años que está en la prisión. Se ha pasado buena parte de la vida entre rejas y en numerosos centros penitenciarios. El año 2001 entró en la Model, donde recuerda que compartía celda junto con siete personas más. Actualmente, está en Lledoners y cumple una pena por haber quitado la vida a una persona. Ildefons conoció a Rull haciendo teatro en la prisión de Lledoners, una actividad que reconoce ser especialmente reparadora. En este programa explicó qué escucha a alguien que ha vuelto a pisar la calle con un tercer grado, después de estar cerrado durante dos décadas, y que ha retornado a la prisión después de haber perdido el régimen de semilibertad.