En 1962, con España bajo la dictadura franquista, el que acabaría siendo el heredero del general golpista, Juan Carlos de Borbón, se instaló en el palacio de la Zarzuela, palacio que ha sido su residencia oficial hasta su marcha precipitada de España ante los numerosos escándalos financieros que le acechaban y que ahora, parcialmente, ha reconocido como ciertos.
La regularización fiscal de Juan Carlos es la admisión implícita de irregularidades con Hacienda y, a la vez, una maniobra del patriarca de los Borbones para hacer olvidar sus malabarismos fiscales. El objetivo confeso: volver a España por Navidad. Y concretamente, volver a la Zarzuela, junto al actual rey borbónico, su hijo Felipe.
Así lo cuenta hoy El Mundo, citando fuentes identificadas únicamente como “amigos”, que insisten que el proyecto de Juan Carlos es pasar la Navidad en el palacio real. “Salí de la Zarzuela y quiero volver a la Zarzuela”, habría afirmado el monarca emérito ante unos amigos anónimos, los cuales les habrían ofrecido alternativas a su retorno, una de las cuales podría ser el domicilio de la fallecida Pilar de Borbón, otra miembro de la familia que tuvo sus tejemanejes financieros a cuenta de una empresa aflorada en los papeles de Panamá.
Ya quería regresar en septiembre
Según el medio citado, Juan Carlos nunca ha dado por definitivo su exilio: "Igual me veis de vuelta en septiembre", habría dicho en agosto, poco después de largarse. "Ya queda menos para que vuelva", lleva repitiendo en las últimas semanas, según declaraciones a empresarios amigos suyos consultados por El Mundo, que da por hecho que Juan Carlos tendrá contactos con esos empresarios en los próximos días, aprovechando la celebración del Gran Premio de Fórmula 1 en Abu Dabi, evento al que Juan Carlos tiene intención de asistir.
En toda esta trama tiene un papel destacado la regulación tributaria por la que el Borbón padre deberá pagar 678.000 euros, un Lo siento mucho 2.0 que encubre solamente un objetivo, volver a vivir en el palacio que fue su residencia desde tiempos de Franco. Su regreso, en todo caso, está pendiente de un juego de equilibrios entre el gobierno español y lo que pueda opinar Felipe VI, que, llegado el caso, viviría junto a un defraudador confeso.