El municipio gallego de Sanxenxo, situado en Pontevedra, ha pasado a ser el lugar de referencia de Juan Carlos I, que ha roto la tradición de unir su pasión por la vela con Palma de Mallorca. La elección en ningún caso es casual. Hay dos miradas que certifican que en las Islas Baleares sería peor recibido que en Galicia. Por una parte, la institucional, vinculada a los gobiernos actuales; por la otra, la personal y las relaciones que guarda.
"Hay muchos juancarlistas"
En Palma, el alcalde es el socialista José Hila, que gobierna con coalición con Més y Unidas-Podemos. Y si ampliamos la mirada, en la comunidad, la presidenta es Francina Armengol, del PSOE. Con más o menos discreción, estos tres partidos han criticado la presencia del rey emérito. Mientras que en Sanxenxo está el popular Telmo Martín, que lo ha recibido con los brazos abiertos y que dice que espera volver a verlo el mes de junio y asegura que, como él, "hay más juancarlistas de lo que nos podemos imaginar".
A modo de anécdota, el puerto de Sanxenxo se llama Juan Carlos porque sólo un voto, el del BNG, estaba a favor de cambiarle el nombre. Ni los propios socialistas de allí son tan críticos como algunos de La Moncloa. De hecho, el PSOE de este municipio se abstuvo de la votación en su momento y cuando los escándalos del monarca ya estaban en la mesa de un juez. Y con respecto a Galicia, Alfonso Rueda ha tomado el relevo de Alberto Núñez Feijóo y ha replicado la misma alabanza hacia el rey.
"Los vínculos con Sanxenxo son desde que cayó en desgracia"
Pero la relación de fuerzas gubernamentales no ha sido la principal causa de su no retorno a la isla. El principal motivo que lo ha llevado a Sanxenxo es que en Palma no le espera nadie. Sandra Fernández Agraso, alcaldable del BNG en Sanxenxo, lo constata: "Aquí todos están blanqueando lo que hizo y quieren asociar el nombre de Juan Carlos con el municipio, no sé qué piensan que puede aportar. Los vínculos con Sanxenxo son desde que cayó en desgracia y sus amigos y la élite que tenía en Palma de Mallorca le dieron la espalda. Allí no lo querían y aquí se vio apoyado por Pedro Campos y los suyos, que no lo molestan, sino que lo defienden. No es un amor por Sanxenxo de siempre, sino por conveniencia. Aquí aplauden con las orejas el retorno de un hombre que ni su propio hijo Felipe VI lo quiere", en declaraciones a TV3.
Así pues, el año 1957 ingresó en la Escuela Naval Marín cuando todavía era príncipe, pero sus visitas a las Rías Baixas empezaron el año 2000 y después de su abdicación, en 2014, fueron a más. Pero definitivamente se convirtió en su lugar preferido cuando su presencia en Palma empezó a resultar incómoda para muchos. "En Sanxenxo se siente querido", constata su círculo más próximo. Su última visita a las islas fue por la boda de Rafael Nadal y Xisca Perelló en 2019 como invitado de honor. Su amigo inseparable que habría podido coser el vínculo con Palma es el catalán Josep Cusí, pero su lamentable estado de salud lo ha llevado a un segundo plano y ya no tiene relevancia en la élite mallorquina lo que él pueda decir.
Felipe VI tampoco lo quiere en Palma
El tercer elemento que ha jugado a favor de Galicia, de forma indirecta, es el mismo Felipe VI. Este no quiere renunciar a la buena vida que le aporta Palma cada verano o cuando él quiere marcharse por visitas extraoficiales. La última, el mes pasado, cuando visitó el 18 de abril Mallorca por un encuentro personal que acabó saliendo a la luz a raíz de una fotografía de este con un equipo de regatistas de Cantabria que le pidieron fotografiarse cuando lo vieron paseando por el Club Náutico del Arenal de Palma.
El Palau de Marivent es la residencia de verano de la familia real desde 1973 y así quiere Felipe VI que siga siendo. Dentro de este hay una masía de lujo, Son Vent, ahora frecuentada por las infantas Elena y Cristina, que habían propuesto que si venía su padre durmiera allí, pero la decisión tampoco convenció a Felipe VI, que lucha por alejarse de las corruptelas de su padre, aunque se haya acreditado que era el principal beneficiario, después de Juan Carlos, de la fortuna depositada en paraísos fiscales.
Así pues, atrás queda la buena vida de Palma. Aunque es desde aquí donde hoy se explica el porqué el emérito ha acabado volviendo al Estado y ha escogido Galicia. En las regatas baleares es donde conoció a Pedro Campos. Una de las imágenes icónicas que lo ilustra es el chapuzón del emérito en la piscina del club de Palma después de ganar con su Bribón. Era el año 1993 y celebraron juntos la victoria. También lo acompañaba su inseparable Josep Cusí, con quien se conocían desde las cacerías que organizaba el dictador Francisco Franco. El catalán era instructor de tiro al plato de Franco y del entonces príncipe Juan Carlos y fue en 1972 cuando decidieron empezar a navegar juntos.