El presidente del tribunal de la Audiencia Nacional que juzgó los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 y ahora juez en excedencia, Javier Gómez Bermúdez, cree que "la sentencia es mejorable" y no fue "redonda" porque no se condenó en primera instancia al implicado en el suministro de explosivos Antonio Toro, aunque el Tribunal Supremo le impuso finalmente una pena de cuatro años por tráfico de explosivos. "Yo tendría que haberme esforzado más, porque si llego a razonar un poco más, porque probablemente el Supremo habría validado la condena. Entendimos que había pruebas suficientes para condenarlo y nos quedamos cortos", reconoce en una entrevista concedida a Europa Press con motivo del 20.º aniversario de los ataques terroristas, unos hechos que prescriben este lunes.

Gómez Bermúdez, que desde hace siete años ejerce como abogado en un despacho, fue el presidente del tribunal y el ponente de la sentencia que condenó a 18 personas por los atentados que segaron la vida de 193 personas y provocaron a más de 2.000 heridos. El magistrado en excedencia incide en el hecho de que aunque la misma sentencia "no era redonda", cree que se hizo "un trabajo correcto". Eso sí, asegura que todavía no se explica cómo pasaron por alto la cuestión relativa a Toro. "Yo creo que estábamos tan metidos... Bueno (se me pasó), a mí en particular, que era el ponente y, por lo tanto, estaba obligado a proponer a los compañeros las tesis jurídicas", añade.

A pesar de este matiz, posteriormente enmendado por el alto tribunal, Gómez Bermúdez cree que los hechos quedaron probados de manera clara. Es por eso que lamenta la existencia de las "teorías de la conspiración", que a su juicio "han hecho mucho daño a las víctimas". "El dolor que sienten por lo que han sufrido, por lo que les ha pasado, se ve encima aumentado por la duda, creada artificialmente. Seguir discutiendo cosas tan absurdas como si ETA intervino, o si había titadine o no... Yo creo que ha hecho mucho daño", afirma.

Algunos políticos mantuvieron "tesis insostenibles"

Echando la vista atrás, Gómez Bermúdez recuerda que los meses posteriores a los ataques "la sociedad estaba dividida" y se crearon diferentes bandos, también entre los medios de comunicación. "Hay quien trataba la información más dignamente y quien no. Pero es que las teorías de la conspiración no tienen la más mínima base", insiste. En esta línea, el letrado lamenta que "todavía existan políticos, la mayoría retirados, que sigan sosteniendo tesis insostenibles". "Es su derecho, son ciudadanos, tienen libertad de expresión; ellos verán. Pero eso simplemente es ya una opinión", añade. A pesar de todo, veinte años después de los atentados, Gómez Bermúdez sostiene que "nunca, ni antes, ni durante ni después de la sentencia" nadie le ha abroncado o reprochado su actuación. "Nadie me ha abordado por la calle, digamos con malas formas, todo lo contrario. Los pocos que se acercan es para preguntarme o darme las gracias. La gente es muy amable", reconoce.

Aguantó "el chaparrón" durante el juicio

Preguntado si considera que hubo abogados que no actuaron bien a la hora de defender a sus clientes, Gómez Bermúdez señala que lo sorprendió que "algunos, muy pocos, eran acusaciones particulares y actuaban como defensas". "Eso me tenía perplejo", reconoce, antes de indicar que el presidente de un tribunal, en circunstancias así, puede tomar la decisión radical de expulsar del proceso a estos letrados. "Pero si haces eso das una causa de nulidad. Por lo tanto, aguantas el aguacero y punto, aguantas que las acusaciones pregunten cosas que no están en sus escritos, plantean tesis diferentes y no pueden hacerlo".

Con todo, el magistrado en excedencia aplaude el "trabajo magnífico" de la mayoría de los letrados defensores que participaron y "sobre todo", destaca, "a los abogados del turno de oficio", para los que "supuso un sacrificio enorme porque sus despachos los tuvieron que cerrar durante un año y pico", ya que el juicio duró cuatro meses y medio —del 15 de febrero al 2 de julio de 2007—, más el tiempo hasta que el Supremo sentenció en firme, en 2008. "Hicieron un esfuerzo descomunal, mi recuerdo es muy bueno", resalta.

Ya fuera de la judicatura, "amortizado"

Gómez Bermúdez rechaza que el vivido en el juicio del 11-M influyera en su decisión de dejar años después la judicatura, señalando que la sentencia la dictó en 2007 y su excedencia voluntaria como se produjo en 2015, cuando fue designado juez de enlace en Francia, dos años antes de pasar a ejercer como abogado. Sí que admite que después de la sentencia de los atentados y después de la del accidente aéreo del Yak-42, que fue "particularmente nociva" para su futuro en la carrera judicial, quedó "amortizado". "Yo ya sabía que no iba a llegar al Tribunal Supremo. Y llega un momento en el cual decido probar otras experiencias, nada más," asegura, para añadir que no descarta poder volver a la judicatura, un retorno que no se ha dejado de plantear porque se considera "juez de vocación", pero desliza que lo ve "francamente difícil".

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