El Tribunal Supremo cierra la puerta a que la filtración a la prensa del correo en el que la pareja de Isabel Díaz Ayuso reconocía que había cometido dos delitos fiscales se originara en la Moncloa. Después de que Pilar Sánchez Acera, que era la mano derecha del entonces jefe de gabinete de Pedro Sánchez, declarara como testigo, el juez Ángel Hurtado descarta una “eventual participación de ella en la presumible filtración del secreto” y, por lo tanto, rechaza “extender la investigación sobre aspectos que solo aportarían información respecto de ese posterior recorrido” como le solicitaban algunas de las acusaciones. “No reveló nada, por tanto y en consecuencia, falta el primero de los requisitos para poderle considerar partícipe de un delito de revelación de secretos”, añade.
El juez esgrime que ella no era una “funcionario público que conoce los secretos que se revelan por razón de su propio cargo”, que es el “único sujeto que podría cometerlo como autor”. Y apunta que tampoco ha encontrado “circunstancia o elemento alguno a través del que apreciar algún tipo de participación suya en él”. “Desde el momento que recibe una información reservada a la que ha dado publicidad otro, con la circulación que extiende de ella, no está haciendo público secreto alguno, de modo que su conducta no entra el verbo nuclear del tipo, sino que se circunscribe a que, habiendo recibido el correo, presumiblemente filtrado de Fiscalía, con las alteraciones que al mismo pudiera haber contribuido que se le practicasen, lo hace llegar a Juan Lobato”, relata el auto.
Su testimonio ofrece “importantes fisuras” y no es un “ejemplo de colaboración”
Sin embargo, el auto del juez es muy crítico con la declaración de Pilar Sánchez Acera como testigo. “En modo alguno, se puede decir que [su comportamiento] sea un ejemplo de colaboración de cara al esclarecimiento de los hechos objeto de investigación”, reconoce el magistrado, que considera que es “reprobable” e, incluso, con “aparente relevancia penal”. Y subraya que el hecho de descartar su participación en la filtración “no significa que se dé credibilidad a un testimonio que ofrece importantes fisuras” a la vista de las diligencias practicadas, en particular los datos que aporta el informe de la UCO sobre el móvil de Juan Lobato.
“La actuación de Pilar Sánchez Acera es un elemento más que apunta a que la filtración del correo sale, presumiblemente, de Fiscalía. Y en eso tiene importancia su declaración a los efectos de esta causa”, destaca el magistrado. “Así lo intuyó Juan Lobato en sus mensajes, pero lo avala el informe de la UCO, frente a cuya información, las respuestas dadas por la propia Sánchez Acera en la declaración dejan mucho que desear cuando, al preguntársele al respecto, manifestó que no recibió tal correo electrónico, sino que fue un documento, que le llegó mediante una fotografía de WhatsApp, que no recuerda quien se lo envió”, apunta el juez.
Asimismo, deja claro que “no le resulta creíble” ni esta respuesta ni el hecho de que afirmara que no recuerda esos detalles. “Se trata de un documento al que da no poca importancia en la medida que, desde que le llega, lo pone en conocimiento de Juan Lobato, para que haga uso de él en la Asamblea de la Comunidad de Madrid, con una serie de instrucciones para que lo muestre en el contexto político que le indica y que, ante las dudas que sobre su origen le pone, realiza gestiones para poder mostrar el mismo documento, pero no como le llegó, sino con los datos personales tapados, sobre el que ha trabajado para adaptarlo a las circunstancias políticas que convenía”, recuerda el juez. “No es, por lo tanto, explicable que, siendo un documento tan significado, no pueda recordar quién se lo proporcionó. Y no solo eso, sino que, tratado de buscar el origen de esa información en su dispositivo móvil, no sea posible porque cambió de teléfono y borró cuantos mensajes tenía en el que usó en aquel momento”, concluye.