Con mirada firme y transmitiendo la sensación de estar seguro de sí mismo, Jordi Cuixart ha comparecido ante el tribunal y ha defendido que no tiene ningún tipo de "arrepentimiento" y que lo volvería a hacer. En el alegato final en el juicio al procés, y a pesar de que la fiscalía pide para él 17 años de prisión, Cuixart ha defendido que no viene a defenderse ni a pedir "una reducción de la pena" y ha defendido que acepta sus "actos y las consecuencias". "Mi prioridad no es salir de la prisión, aunque sea ilegítima", ha defendido, recordando que sirve como "altavoz inmejorable" para denunciar la vulneración de "derechos fundamentales".
También se ha quejado a la fiscalía de que le reprochara sus llamamientos a las manifestaciones y a la desobediencia civil, y ha querido hacer un nuevo llamamiento a la "movilización permanente" siempre "pacífica y democrática". "Si la violencia policial no pudo con el 1-O, ¿alguien se cree que los catalanes dejarán de luchar por el derecho a la autodeterminación?", ha preguntado, a lo que ha añadido: "Lo volveremos a hacer y lo seguiremos haciendo: pacíficamente, serenamente y con toda la determinación del mundo". "No caeremos en la frustración y no dejaremos de luchar por el derecho a la autodeterminación", ha exclamado.
Cuixart, que ha agotado los 15 minutos que le ha dado el tribunal, ha defendido que el problema no es la "desobediencia civil" sino la "obediencia civil" ante las injusticias, y ha puesto como ejemplos tanto los desahucios como la pasividad de algunos demócratas ante el hecho de que se les mantenga en el banquillo de los acusados con una fiscalía que está "codo con codo" con la extrema derecha de Vox. Todavía en el ámbito político, ha denunciado que el Rey renunció a la "concordia" con el discurso del 3-O y que "perdió la oportunidad" de denunciar la brutalidad policial de la jornada del referéndum.
Finalmente, el presidente de Òmnium ha defendido que se niega a perder la "esperanza" y ha querido recordar a sus hijos, a los dos mayores, al pequeño que tiene dos años y al que nacerá en octubre, por lo que ha pedido que puedan vivir en un "país libre". También ha asegurado que, a pesar de todo, no conseguirán un enfrentamiento entre "pueblos de España", ha alabado el carácter "transversal y diverso" de la sociedad catalana" y ha defendido que se niega a tener "enemigos" y a "odiar a nadie".