Hoy sí que sí. El juicio en el procés abre las portadas de toda la prensa madrileña —y de la de Barcelona, claro— y la impresión que dan es que por fin se han podido llevar un hueso a la boca y ponerse en el papel de cheerleaders del héroe del día, Mariano Rajoy. El expresidente del Gobierno dijo, en resumen, que nunca en la vida y jamás de los jamases cedió al "acoso" indepe, que la soberanía española no se toca, etcétera. Olé tú, Mariano, vienen a decir los titulares. ¿A qué viene ahora tanto interés? Pues a que se acercan las elecciones del 28-A. Sigue leyendo y te darás cuenta enseguida.

Del surrealismo testifical del día de ayer —incluso Manuel Marchena perdió un poco de su glamur togado— se hacen hoy portadas que son humo y espejos. La Vanguardia dice que "Santamaría avala que hubo violencia y Rajoy vio 'acoso'", que es como titular el Madrid-Barça de ayer por lo que dijo Solari en la rueda de prensa post-partido. Una cosa parecida hace El País. Avalar es dar apoyo con alguna garantía. Por lo que se vio y oyó en la sala, la única cosa que SSS "avaló" (sic) es que no sabía casi nada de lo que pasaba, mientras que Rajoy no supo mencionar ningún acto específico de "acoso". Los tres subtítulos del diario de los Godó ilustran el enredo. Más de un lego puede indignarse porque si multan a Antonio Baños y a Eulàlia Reguant por no declarar, no habría que sancionar también los testimonios vacíos y/o confusos, que quizá son más dañinos?

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El valor probatorio de lo que uno y otra declararon respecto de los delitos de rebelión, sedición o malversación es cero, pero se conoce que ha sonado como música celestial en los consejos de redacción de la prensa patriótica y tercerista. Vaya. Cuando le han preguntado en concreto —hechos, datos, cifras— Rajoy ha hecho el mismo papel que en el juicio de la Gürtel: no recordaba nada, no lo tenía claro, no sabía. Ni si había hablado con el mediador Urkullu (aquí aprierta el zapato a La Razón: que nadie diga que Mariano Rajoy hizo como Pedro Sánchez eh). Un castizo lo llamaría hacerse el sueco. Encima, torpe, puso en riesgo la validez de su testimonio. Lo mismo pasó con la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Una vez fuera de la zona de confort de las acusaciones, el abogado defensor Javier Melero la trinchó en cinco minutos.

De todo eso, que es la sustancia del juicio, las portadas no dicen ni mu. Quizás quienes las han editado estaban en otra sala, en otro juicio, en otro tribunal. Tal vez en otro planeta. No, es broma. Saben muy bien lo que hacen: tratan de frenar la fuga de votos del PP a Vox presentando al gobierno de Rajoy como un ejecutivo de patriotas mucho españoles, y no como unos maricomplejines —como les acusa la ultraderecha. Los titulares provienen de las respuestas de Rajoy a las preguntas de la acusación particular... Vox. Los acusados, los delitos, el juicio… no tenían ayer ninguna importancia.

Lo prueba el silencio espeso sobre la declaración precisa del exministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, avalada, esta sí, con documentos, que el testigo blandió ante las narices del tribunal: no se gastó dinero público en el 1-O. Era un magnífico titular —pero no convenía a la fiscalía mediática, que ya ha condenado a los acusados. En fin. El Punt Avui hace un buen resumen: "Sin argumentos". Incluso la prensa extranjera se da cuenta de ello. Si tienen que informar tan parcialmente quizás más vale que callen como hasta ahora. De boca cerrada no salen moscas, decía Nicanor Parra.

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