El juez Manuel Marchena ha tenido que interrumpir la sesión del juicio del procés en el Supremo, justo en el momento en que el fiscal, Javier Zaragoza, había cogido la pelota y se disponía a plantear con la declaración del major Josep Lluís Trapero el ataque frontal contra la bancada de los acusados.
Ha sido el abogado de Joaquim Forn, Xavier Melero, quien ha reclamado revisión de la jugada argumentando que el fiscal se saltaba las reglas marcadas en días previos por el presidente de la sala, que no permite que las preguntas de las partes superen los argumentos por los cuales se ha convocado al testigo. Aquello que Marchena argumenta como el principio de contradicción y la impertinencia de las cuestiones que se plantean. "Las preguntas del fiscal en este punto parece que desbordan el marco de la testifical", ha advertido el letrado.
Quien marca la pauta es quien convoca al testigo, en este caso Vox, dado que las defensas que también lo habían solicitado aún no habían tenido oportunidad de preguntar. Y Vox había limitado el interrogatorio al dispositivo policial y a la coordinación entre cuerpos para responder a las órdenes del juez y la fiscalía por el 1-O.
El punto que ha marcado la inflexión ha sido el momento en que el fiscal, Javier Zaragoza, ha empezado a traspasar este límite y ha entrado en el terreno de juego de la responsabilidad política. Zaragoza había pedido información sobre las reuniones que celebraron los máximos responsables del Govern y la cúpula policial los días 26 y 28 de septiembre. Ha repasado quién asistió y ha pedido: "¿Y qué pasó?".
Esta cuestión ha detonado la reacción de las defensas que se removían por la incursión del fiscal. La expectación en la sala era máxima, mientras Marchena debatía desde su sitio con los miembros del tribunal, hasta que finalmente ha decidido aprovechar la pausa de la comida para tomar una decisión.
El interrogatorio a Trapero había empezado pasadas las once de la mañana en medio de una gran expectación. La sala de nuevo llena de gente. Estudiantes de Derecho de Madrid; catalanes de Vic o de Mataró que han venido a Madrid para la manifestación del sábado; Maria, que estudia Biología en Barcelona, y Ricard, que han venido expresamente... Los primeros en coger tanda en la puerta del Supremo esta madrugada han sido dos madrileños que consideran que este es un juicio histórico.
Trapero, con una causa abierta en la Audiencia Nacional, ha comparecido acompañado de su abogada, Olga Tubau. Marchena le ha informado de su derecho a no responder preguntas que le puedan incriminar y ha abierto el turno de preguntas de la acusación que ha pedido al testigo: "Vox, perdón, acusación popular", se ha corregido el presidente de la sala al dar la palabra a Javier Ortega Smith-Molina, número dos de la formación verde.
El major de los Mossos ha respondido con seguridad a las preguntas. No ha tenido inconveniente en señalar la falsedad de algunas de las afirmaciones de la acusación. "Todo lo que me ha dicho, ni por asomo", ha llegado a rechazar en una pregunta de Ortega, que con su interrogatorio no ha conseguido aportar ninguna información nueva.
Acto seguido ha llegado el turno del fiscal, al presidente de la sala ya le ha advertido al darle la palabra que lo hacía dentro de los límites del artículo 708 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, el mismo artículo que esgrimió el día que compareció el presidente del Parlament, Roger Torrent, y las defensas no pudieron interrogarlo sobre el 20-S porque había sido convocado por las acusaciones para hablar del funcionamiento de la Cámara catalana y no de aquel episodio.
El fiscal no ha encajado demasiado bien algún "eso no es verdad" que el major ha soltado y el presidente de la sala ha tenido que salir a advertirle que no tenía que debatir con el testigo ni intentar inducir las conclusiones que pretendía sugerir. "Una pregunta, por favor, una pregunta", rogaba Marchena.
Hasta que la fiscalía se ha adentrado en las reuniones entre el president, Carles Puigdemont, e Interior con la cúpula policial. "El tema es de indudable interés", ha admitido Melero antes de frenar en seco el interrogatorio y dejar los presentes con las ganas de saber cómo acababan aquellas citas. En todo caso, tendrá que ser después de comer. O no.
De momento, la declaración de Trapero ha servido a los responsables del Govern para reponerse de la impresión que habían dejado en la sala los comisarios Manuel Castellví y Emili Quevedo. "Orgullo y dignidad", aseguraba uno de los acusados al abandonar la sala.