La sala del Supremo que juzga a los responsables del procés ha asistido este martes a una sorprendente confrontación entre el tribunal y las defensas. Después de los momentos de tensión que esta mañana ha vivido al presidente de la sala, Manuel Marchena, con algunos de los testigos de la defensa de Jordi Cuixart, el tribunal ha hecho saber fuera de la sala su irritación.
El rifirrafe entre Marchena y los tres primeros testigos de la jornada ha provocado que el juez advirtiera de consecuencias legales de sus respuestas e incluso amenazara con la expulsión de la sala.
En el receso posterior a estos enfrentamientos, fuentes del tribunal han querido dar a conocer la irritación por lo que han descrito como actitud "intolerable" de los testigos y abogados en la sesión.
Estas fuentes han hablado de "profundo malestar" con la estrategia de defensa y con el comportamiento de los testigos y abogados, y de "provocación al tribunal", y han advertido que el comportamiento de algunos letrados choca con el código deontológico de la abogacía.
Los reproches de los jueces han corrido como la pólvora por los pasillos del Supremo y han provocado perplejidad dado que resulta muy inusual que el tribunal haga una valoración de este tipo en relación a la estrategia de la defensa.
De hecho, el lunes delante de la sala ya se produjo un enfrentamiento entre uno de los abogados de Cuixart, Àlex Solà, y el presidente del tribunal. La semana pasada fue Marina Roig, también abogada de Cuixart, la que recibió la bronca de Marchena durante el interrogatorio al líder de CCOO, Javier Pacheco.