Ni el mejor guionista de series lo habría previsto mejor. Sobre las seis y media de la tarde de ayer, todos los que sabían alguna cosa de periodismo tenían claro que el mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, abriría los diarios de hoy. Era inevitable tras revelar que el 27-O se puso a disposición de la Fiscalía y del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya para lo que hubieran menester, incluida la detención del presidente Puigdemont y de sus consellers, eventualidad para la que tenía preparado un operativo desde el día 25. Además, esta declaración surge de la intervención in extremis del presidente del tribunal, Manuel Marchena, que con una sola pregunta hizo más que todas las acusaciones juntas en todo el día.

En su declaración Trapero ha recordado que había advertido a Puigdemont, Junqueras y Forn de posibles desórdenes si el referéndum salía adelante y de que los Mossos acatarían la ley española. Al mismo tiempo, ha reconocido que el Govern no les dio ninguna directiva política, al contrario. La magistrada que ordenó evitar el referéndum, ha añadido, pidió a todos los cuerpos de seguridad "prudencia, contención y conservación de la paz social", y no enmendó los planes de los Mossos sobre el 1-O ni se quejó. Tampoco el fiscal.

Los diarios del 155 —llamémoslos así para entendernos— blanden sus portadas y titulares en dirección a Puigdemont con afán de presentarlo como un pirado que fracasó. Sin embargo, esta satisfacción por la humillación de otro —schadenfreude, lo llaman en alemán— opera en sentido contrario: Trapero también pone en berlina las acusaciones de rebelión y sedición y, de paso, la instrucción en que se basan. El liderazgo independentista del procés y su credibilidad salen tan tocados, heridos o maltrechos como se quiera —no menos que los jefes de la policía española y de la Guardia Civil—, pero esta causa especial no va de eso. Va de probar unos delitos de los que, hoy por hoy, miau.

Esta es la cuestión sobre la que ninguna portada entra de verdad a informar. Es difícil. En unas horas, Trapero les desmontó más dos años de fabricaciones, invenciones y mistificaciones del gobierno español, y de instancias policiales y judiciales, que estas cabeceras se han dedicado a hacer públicas acríticamente y sin escrúpulos.

Organización criminal

La cosa sería muy larga, pero vale la pena ir a los orígenes de la cosa y recuperar algunos pasajes del informe que la jueza de la Audiencia Nacional, Carmen Lamela, envió en noviembre del 2017 al magistrado del Supremo, Pablo Llarena, cuando este se hizo cargo de instruir la causa —excepto para la cúpula de Interior y de los Mossos, que siguió en manos de Lamela.

Según la jueza, el Gobierno, la presidenta y los miembros soberanistas de la mesa del Parlamento, los líderes de la ANC y Òmnium, los Mossos y cargos del CTTI y de Diplocat "se integraban en una organización", que desde el 2015, había emprendido y ejecutado una "premeditada estrategia perfectamente coordinada con el reparto de papeles entre autoridades gubernamentales, parlamentarias y civiles."

"La confluencia estratégica de todas estas actividades, perfectamente sincronizada con el plan de la organización criminal, fue lo que permitió la celebración del referéndum del 1 de octubre y la ulterior declaración de independencia", dice Lamela en el informe, que Llarena incorporó a su instrucción. Es, dice Lamela, "una organización compleja y heterogénea, en que cada uno cumple una función para conseguir la secesión de Catalunya [...] contraviniendo el orden constitucional".

La jueza esquematizaba "la organización criminal" en este gráfico:

De esta "organización criminal" Trapero hizo caer ayer una de las piezas de la base.

Algo parecido ocurre con el escrito de acusación. En línea con la instrucción de Llarena, la fiscalía afirma que "el plan secesionista" arrancó en el 2015. Sus promotores "contemplaban la utilización de todos los medios que fueran precisos para alcanzar su objetivo, incluida —ante la certeza de que el Estado no iba a aceptar esa situación— la violencia necesaria para asegurar el resultado criminal pretendido, valiéndose para ello de la fuerza intimidatoria que representaban, por una parte, la actuación tumultuaria desplegada con las grandes movilizaciones ciudadanas instigadas y promovidas por ellos, y por otra parte, el uso de los Mossos d'Esquadra como un cuerpo policial armado e integrado por unos 17.000 efectivos aproximadamente, que acataría exclusivamente sus instrucciones —como así sucedió— y que, llegado el caso, podría proteger coactivamente sus objetivos criminales […]".

"Como así pasó", dice la fiscalía. Según Trapero, no pasó así. Claro, Trapero es bueno si puedes utilizarlo en un titular que desnuda al liderazgo independentista y abona su desobediencia, pero no lo es para hacer un titular que desnuda a la acusación, la causa y las prisiones preventivas.