Las movilizaciones del 20-S en el Departament d'Economia eran imprescindibles. Así lo ha defendido el exlíder de los comunes, Xavier Domènech, en su declaración como testigo ante el Tribunal Supremo. "El Estado había entrado en una lógica de guerra", ha sostenido. Ha sido una de las declaraciones más cortas, a duras penas diez minutos, pero ha servido para hacer una defensa del derecho a la protesta ante la represión del Estado.
El exdirigente de los comunes ha arrancado su intervención constatando que en el banquillo de los acusados conoce a "la mayoría de los injustamente acusados". Ha dejado claro que respondería a todas las partes, pero que "es un síntoma de fracaso democrático cuando la acusación particular está formada por un partido incapaz de condenar el franquismo". Sólo le han formulado preguntas Vox, que habían pedido su testimonio, y la abogada de Carme Forcadell, Olga Arderiu.
El abogado de Vox ha preguntado por tuits suyos donde llamaba a la movilización el 20-S, unos mensajes en las redes sociales que ha suscrito. El interrogatorio de Vox ha acabado cuando se ha evidenciado que aquel día estaba en el Congreso de Diputados, en Madrid, y no en Barcelona.
No obstante, Domènech ha defendido las protestas. Y ha negado todo carácter violento. "Si mi mujer llevó a mi hijo de cuatro años es porque no tenía ningún carácter violento", ha indicado. Ha descrito el 20 de septiembre como un "día aciago", y ha subrayado el intento de acceder a la sede de la CUP "sin orden judicial" y una "larga historia de ruptura constitucional".
En cambio, el entonces dirigente de los comunes sí que participó al día siguiente de la protesta delante del TSJC, donde intervino delante desde el escenario. "Hacía falta una respuesta delante de lo que se privaba produciendo, el Estado había entrado en una lógica de guerra", ha asegurado. "Un mínimo democrático era que nos movilizáramos todos", ha concluido.