4.650 días ha sido, de momento, presidente de ERC Oriol Junqueras. Del 17 de septiembre del 2011, cuando fue proclamado en un congreso del partido celebrado en Girona hasta este 10 de junio. De momento porque en el horizonte está el congreso nacional convocado para el 30 de noviembre, donde Junqueras podría presentar de nuevo candidatura para volver a presidir el partido, una posibilidad a la cual nunca ha cerrado la puerta. De estos prácticamente trece años al frente de los republicanos, casi cuatro los pasó en la prisión y desde que salió indultado en junio del 2021 ha estado inhabilitado, hecho que le ha impedido, por ejemplo, ser candidato a la presidencia de la Generalitat, una posición que solo tuvo de manera efectiva en 2012, ya que en 2017 ya se encontraba en prisión preventiva.

Junqueras dimite, tal como prometió, al día siguiente de las europeas, unas elecciones en las cuales ERC ha vuelto a perder casi 400.000 apoyos y en las que en Catalunya ha quedado por detrás de Junts. Él ha participado muy activamente durante la campaña a pesar de haber anunciado que dejaría el cargo tras las elecciones: ha formado parte de la mayoría de los mítines, siendo él el último en intervenir y no la candidata Diana Riba, su cara aparecía en los carteles electorales y también era el primero en salir en el spot de Ara Repúbliques. Hoy, después de cuatro semanas con su dimisión en el horizonte, desde Sant Vicenç dels Horts la hará oficial al comunicarla en la permanente del partido y en la reunión de la ejecutiva que se celebra cada lunes. El sábado la formación celebrará un Consejo Nacional donde Junqueras también asistirá. Aunque no está previsto que hable, si quiere podrá pedir la palabra para despedirse también de este órgano del partido.

¿Un adiós no definitivo?

Este adiós de Junqueras, sin embargo, tiene un regusto muy extraño porque nadie sabe si será definitivo. Si este domingo fue su último día como presidente de un partido del cual tomó las riendas en un momento muy delicado, después de una fuerte derrota electoral en 2011 y una guerra interna. La semana tras el fracaso del 12-M fue muy intensa para los republicanos: a la derrota del domingo se le sumó el anuncio el lunes de Pere Aragonès de dejar la primera línea política, la carta del martes de Oriol Junqueras que descartaba su retirada y una larga reunión de la Ejecutiva el miércoles que se resolvió con tres puntos: la convocatoria de un congreso a finales de noviembre, el anuncio de Junqueras que dimitiría este lunes 10 de junio para abrir un periodo de reflexión y la carta de Marta Rovira descartándose para repetir como secretaria general y reclamando nuevos liderazgos. Junqueras aclaró al día siguiente que él se apartaba de la presidencia del partido para hacer un proceso de escucha del territorio. Es a partir de aquí que decidirá si a diferencia de Rovira, él sí que se presentará a una candidatura para seguir presidiendo el partido a partir del 30 de noviembre. En aquellas fechas, si no se hubiera conseguido formar gobierno, Catalunya ya habría pasado por una repetición electoral.

En aquella rueda de prensa, Junqueras aseguró que lo que decía a la carta y su dimisión no eran dos ideas contradictorias. En aquella misiva al conjunto de la ciudadanía catalana, Junqueras aseguraba que se sentía con fuerzas para seguir presidiendo el partido y se ponía en manos de la militancia, que en todos los congresos desde el 2011 ha apoyado a su candidatura conjunta con Marta Rovira. La incógnita radica en el hecho de qué pasará si el 30 de noviembre, las bases de ERC tienen que escoger entre la propuesta de Junqueras y otra.

Rovira al control del partido y de las negociaciones

Al día siguiente de hacer pública su decisión de dimitir, Junqueras explicaba en la carta que quería poner su futuro en manos de la militancia del partido. Esta, en los meses que vienen, tendrá que decidir qué hacer con la investidura de un nuevo president a la Generalitat. Rovira se queda con el control del partido y será quien comande estas negociaciones con el resto de formaciones desde el exilio y ante un posible retorno de Ginebra cuando se apruebe la ley de amnistía. Junqueras siempre ha dejado claro que su partido en esta nueva legislatura que empieza tiene que ir a la oposición, pero no ha aclarado si cree que se tiene que investir a Salvador Illa —que necesita los votos de ERC o los de la derecha y la ultraderecha—, a Carles Puigdemont —a quien le hace falta la abstención de un PSC que de momento se ha negado— o ir directamente a una repetición electoral en la cual es prácticamente imposible que ya se le haya aplicado la ley de amnistía, ya que se prevé que el de Junqueras sea uno de los casos más complicados a amnistiar. ERC se encontraría con unos nuevos comicios sin candidato claro, pero Rovira ha dejado claro que su partido no tiene miedo a una repetición electoral si no se aceptan sus condiciones de investidura que pasan principalmente por una financiación singular para el país.

Junqueras, un militante más desde este lunes

A partir de este lunes, Junqueras pasará de ser presidente a un militante más del partido. Dejará de tener, por ejemplo, un despacho en la sede de la formación en la calle Calabria de Barcelona y empezará un proceso de escucha del territorio que recuerda de alguna manera al de Pedro Sánchez cuando fue apartado de la dirección del PSOE y se recorrió España en coche para conocer de cerca a los militantes del partido, salvando las evidentes distancias entre las dos situaciones. Durante los últimos meses Junqueras ya había paseado por Catalunya, por pueblos y ciudades donde se reunía con empresarios y trabajadores de la zona, para conocer más de cerca sus inquietudes, había hecho comidas con campesinos en las semanas siguientes a su revuelta o había ido a hacer campaña a las puertas de fábricas para repartir trípticos explicando cómo había mejorado la situación económica del país desde que ERC ha estado en el Govern.

En su rueda de prensa explicando la decisión, aseguró que para hablar con la ciudadanía era imprescindible hacerlo de igual a igual para que la conversación fuera sincera y no como presidente de un partido. Pasadas estas semanas de escuchar el país y la militancia, que al final será quien decidirá la nueva dirección del partido en la que seguro que no hay Rovira, decidirá si se presenta en el congreso del 30 de noviembre para volver a presidir el partido.