Hoy hace cuatro meses que los Jordis duermen en la cárcel de Soto del Real. También hace 106 noches que el vicepresident Oriol Junqueras y el conseller Joaquim Forn duermen en la de Estremera, encerrados también sin fianza. Esto quiere decir que ya han pasado más de las que pasó el exministro de Interior socialista José Barrionuevo, que pasó 105. No fue provisional, sino que con sentencia firme, después de ser condenado por el caso de los GAL, el grupo que, con financiación del Ministerio del Interior, practicó terrorismo de Estado contra presuntos miembros de ETA.
Mientras Junqueras y Forn están en prisión provisional sin fianza -todavía no hay ni siquiera auto de procesamiento-, Barrionuevo ingresó después de una sentencia condenatoria firme, junto con Rafael Vera, exsecretario de Estado para la Seguridad. Ambos fueron condenados a diez años de privación de libertad por el secuestro del ciudadano francés Segundo Marey, la primera acción reivindicada por los GAL.
Barrionuevo y Vera pasaron entre rejas del 10 de septiembre de 1998 hasta el 24 de diciembre del mismo año. A diferencia de Junqueras, Forn y los Jordis, ellos sí pudieron pasar la Navidad en casa. Los exaltos cargos del gobierno de Felipe González salieron de prisión al cabo de tres meses y medio, después de un indulto del gobierno de José María Aznar.
A diferencia de Junqueras, Forn y los Jordis, los exaltos cargos de Felipe González sí pasaron la Navidad en casa
Bien acompañados
El Tribunal Supremo ordenó el ingreso inmediato en la prisión, que dejó en manos del Ministerio del Interior. Este, con Jaime Mayor Oreja al frente, les dio 24 horas para presentarse en la prisión. Lo hicieron el 10 de septiembre en la prisión de Guadalajara, acompañados de la cúpula del PSOE -con el expresidente Felipe González al frente- y de unos 7.000 militantes socialistas, entre gritos de "el PSOE unido jamás será vencido" y "Cascos, Aznar, lo vais a pagar".
"¿Es esta la fotografía que buscaban desde hace años algunos políticos? Aquí está, ya la tienen", denunció Felipe González desde delante del centro penitenciario. Y añadía: "No la tienen de dos hombres, la tienen de tres. Es cierto que uno se queda por la parte de fuera, pero les gustaría que estuviera dentro". González fue con ellos en el mismo coche desde Madrid y fue el último a despedirse en las puertas de la prisión, con un emotivo abrazo.
Barrionuevo y Vera salieron de prisión después de pasar 105 noches, el 24 de diciembre de 1998, para pasar la Nochebuena en casa. En las puertas de la prisión los esperaban dos centenares de personas, que los recibieron al grito de "inocentes, inocentes".
Indultados sin ni siquiera pedirlo
Pudieron salir al cabo de poco más de tres meses gracias a un indulto que aprobó el gobierno Aznar el 23 de diciembre. Era un indulto parcial dos tercios de la condena por el cual accedían a una modalidad especial de tercer grado gracias a la cual no tenían que acudir a la prisión ni siquiera para pasar la noche. Al día siguiente ya eran libres. El PSOE criticó que la Moncloa no les diera el indulto total. Pero la realidad es que Barrionuevo no volvió a pisar una prisión.
Los políticos presos ni siquiera solicitaron el indulto. "No pediré ni un gramo de indulgencia a aquellos que han contribuido a que esté en esta situación injusta", aseguró Vera antes de ingresar en la prisión. Barrionuevo dijo que lo aceptaría si no tenía que pedir perdón "por una cosa que no he hecho". Aznar lo hizo amablemente.
Ni Barrionuevo ni Vera solicitaron el indulto, pero el gobierno de Aznar lo concedió
Caso Marey
El vendedor de mobiliario de oficinas Segundo Marey fue secuestrado el 4 de diciembre de 1983 en Hendaia, en el País Vasco francés, después de que lo confundieran con Mikel Lujúa, entonces dirigente de ETA. Sobre las ocho de la tarde, sonó el timbre de su casa, abrió la puerta y dos individuos lo introdujeron por la fuerza en un coche. Durante el trayecto hacia España, se dieron cuenta de que no era la persona que buscaban, pero siguieron adelante con el secuestro.
Marey pasó diez días en una cabñana en Colindres (Cantabria), donde había una cama, una cocina de hierro y un pajar. Sólo le sacaban la capucha para comer. Tanto sus secuestradores como José Barrionuevo sabían que no tenía ningún tipo de vínculo con ETA.
El objetivo de aquel secuestro era presionar a las autoridades francesas para que liberaran a un inspector de policía y tres agente del Grupo Especial de Operaciones (GEO) que habían sido detenidos en territorio francés cuando intentaban secuestrar al miembro de ETA José María Larretxea.