Siete meses menos un día. Esto es lo que ha durado una larguísima campaña para que la militancia de ERC escoja su nueva dirección y el su nuevo (o no tanto nuevo) presidente. Ya lo hicieron hace dos semanas, el sábado 30 de noviembre, pero ninguno de los tres candidatos que se presentaban superó el 50% de los votos y los dos más votados, Oriol Junqueras (que rozó este corte, pero no llegó a superarlo) y Xavier Godàs (líder de la candidatura, para muchos "rovirista", Nova Esquerra Nacional) se enfrentarán en una segunda vuelta. Así, este sábado, pase lo que pase, ERC tendrá un nuevo presidente que tendrá como uno de los principales encargos rehacer el partido que empezará esta nueva etapa, la segunda de Junqueras o la primera tras él, prácticamente roto. En los últimos días, los reproches que han marcado este largo medio año se han vuelto a intensificar y se hace complicado imaginar que la crisis interna se resolverá esta noche, a las 20 h, cuando el nuevo presidente sea anunciado después de que todos los trapos sucios se hayan exhibido en público pero no se hayan limpiado.
Junqueras, favorito
Desde un primer momento, Oriol Junqueras ha sido visto como favorito para recuperar la presidencia de Esquerra, que dejó tras las elecciones europeas, tal y como había anunciado. Desde meses antes de las elecciones catalanas había empezado a recorrer Catalunya para volver a conectar con la sociedad y a finales de junio celebró su primer encuentro con la militancia, en su ciudad, Sant Vicenç dels Horts. Y, a partir de aquel momento, no ha parado de encontrarse con militantes para escucharlos y recoger propuestas. Su puesta de largo en Olesa de Motserrat en septiembre fue el acto donde estuvo más contundente y partió peras de manera pública y evidente con Marta Rovira, que hacía dos meses había vuelto de seis años y medio de exilio. La ruptura del que había sido el liderazgo más sólido de un partido en Catalunya en la última década ha marcado esta crisis interna. Rovira también se dejó ir en su último acto como secretaria general, con toda una retahíla de reproches y una última petición a Junqueras: que no se presentara para poder cerrar esta etapa tal como la empezaron en el congreso del 1 de octubre del 2011 en Girona, juntos.
La condición de favorito de Junqueras se vio reforzada al presentar los avales: un tercio de los afiliados de ERC pusieron nombres y apellidos para dar apoyo a su candidatura, 2.500 en total, un millar más que quién este sábado es su rival, Xavier Godàs. Su victoria el 30 de noviembre no fue una sorpresa para nadie y se cumplieron las previsiones. De hecho, en los últimos días, la candidatura de Nova Esquerra Nacional ha ido reprochando que el exvicepresidente del partido aseguraba que "arrasaría" en las primarias y que conseguiría un amplio apoyo de la militancia. Mientras tanto, la versión de Junqueras era opuesta: que cuando se convocó el congreso, quien tenían todas las de ganar eran los roviristes, con su control del aparato. Sea quien sea presidente a partir de este domingo lo hará con buena parte del partido en contra. Una realidad bien diferente de los últimos 13 años, en los que Junqueras y Rovira habían gobernado con placidez y sin prácticamente oposición interna.
¿Renovación?
En esta segunda vuelta se enfrentan uno de los líderes más conocidos del país (durante muchos años fue el mejor valorado por los catalanes en el CEO, aunque en el último barómetro la percepción había cambiado radicalmente y la encuesta se convirtió en una nueva arma arrojadiza entre candidaturas) y un exalcalde y ex alto cargo del Govern prácticamente desconocido por los catalanes y por buena parte de los militantes del partido. Si la candidatura que cuenta con el visto bueno de Marta Rovira quería mostrarse como garante de la renovación escogieron a un candidato que nadie pudiera acusar de haber tenido vínculos con el estructura B del partido, por ejemplo. Tanto él uno como el otro, Junqueras y Godàs, han querido hacer gala que son renuevos para pasar página de una etapa nefasta donde han sufrido cuatro porrazos electorales después de un ciclo ganador. Los dos, sin embargo, incorporan parte de la Ejecutiva anterior en su propuesta de dirección. Foc Nou, la tercera en discordia y ya eliminada, en cambio, sacaba pecho que no había ningún rastro de la Ejecutiva del partido entre sus candidatos.
Un partido en ruinas
Excepto algunas semanas más tranquilas, estos siete meses la militancia de ERC ha visto como los reproches entre candidaturas y compañeros de dirección eran una constante. No solo entre aquellas personas que optan a un cargo a la Ejecutiva, sino también entre afiliados rasos que se enfrentaban los unos con los otros a través de las redes sociales. El debate seré sobre propuestas concretas, como la apuesta de Junqueras para abrir el partido en nuevos sectores para hacerlo "grande" contra la voluntad de Godàs de fortalecer el espacio de la izquierda nacional y no saltárselo, han estado mucho menos habituales que los cuchillazos.
Por eso, el reto que heredará quien asuma la presidencia para volver a rehacer confianzas será mayúsculo. Tanto Junqueras como Godàs se han comprometido reiteradamente pero las dudas persisten. Por ejemplo, se verá en los posibles relevos en las cámaras parlamentarías: el Parlament está dominado por los roviristes mientras que en el Congreso la situación es la contraria. El expresidente ha asegurado que convocará a las otras candidaturas este mismo sábado si gana para volver a levantar Esquerra y ha manifestado que quiere que Godàs y los suyos lo acompañen en sus visitas al territorio.
Sea como sea, la situación del partido es muy compleja y el nuevo presidente lo tendrá que ser con buena parte de la militancia en contra. A la vista no hay hacia elecciones convocadas y todo el mundo se ha fijado como objetivo levantar el vuelo en las municipales del 2027, aunque antes puede haber unas elecciones generales anticipadas si el gobierno de Pedro Sánchez (a quien los dos han advertido que no entrarán a negociar hacia presupuestos hasta que no cumpla con todo lo que tiene pendiente) sigue siendo frágil. Está para ver si la proclamación definitiva de un nuevo presidente sirve para empezar de 0 y ERC se empieza a reponer o al contrario y la espiral de reproches y desconfianzas se mantiene o, incluso, se agrava.