Han pasado 203 días desde que ERC perdió 13 diputados y centenares de miles de votos en las elecciones al Parlament de Catalunya. Aquel 12 de mayo fue la gota que colmó el vaso y hundió a Esquerra en una guerra interna que se ha alargado durante más de medio año. Fue el comienzo del final, pero durante los meses anteriores, empezando por las elecciones municipales de 2023, donde el partido ya sufrió un importante porrazo, lo que durante los años de bonanza parecía un partido granítico y unido en torno a un líder se fue deshaciendo. Este sábado, 30 de noviembre, la militancia de Esquerra escoge su nueva dirección, y las primarias internas se han acabado convirtiendo en un plebiscito sobre la figura de su expresidente que lo quiere volver a ser: Oriol Junqueras. El líder de la formación durante 13 años, hasta el 10 de junio, se enfrenta en las urnas a Xavier Godàs, candidato de Nova Esquerra Nacional, opción bendecida por Marta Rovira, y a Helena Solà, candidata de los críticos de Foc Nou que defienden romper con el PSC y devolver el partido al independentismo.
Un congreso polarizado
El congreso se convocó de noche después de una larga ejecutiva, el miércoles 15 de mayo. Y excepto algunas semanas más tranquilas, al menos en público, como durante la campaña de las europeas (un nuevo porrazo republicano) y durante el mes de noviembre, hasta que llegó un debate entre los candidatos a secretarios generales donde las espadas se volvieron a poner en alto. Durante todo este tiempo, la polémica ha girado en torno a la figura de Oriol Junqueras y si quien ha sido el presidente durante más de una década, en la cual se han registrado los mejores resultados desde la República pero también fuertes porrazos, tiene que ser quien esté al frente de Esquerra en esta nueva etapa en que el independentismo ha perdido su mayoría en el Parlament y ha visto reducida su movilización en las calles. El asunto de los carteles contra los hermanos Margall, que estalló en julio, también ha sido un arma tanto para los que consideran que Junqueras tiene que marcharse como para quien cree que tiene que seguir siendo presidente. Los primeros han asegurado que se le había comunicado que era un ataque de falsa bandera, mientras él lo niega y asegura que se creó la estructura paralela mientras estaba en la prisión y se le había escondido durante todo este tiempo.
Junqueras y su candidatura han ido recriminando que las otras (especialmente Nova Esquerra Nacional de Xavier Godàs) se basan únicamente en la idea de que Junqueras no se tendría que poder presentar y Elisenda Alamany, su candidata a sustituir Rovira como secretaria general, los ha llegado a comparar con los tribunales españoles y la ultraderecha: "¡Lo queréis inhabilitar!". Pere Aragonès, Marta Vilalta, Carme Forcadell o Dolors Bassa, para poner algunos ejemplos, han pedido a Junqueras que deje paso a nuevos liderazgos, una idea que planteó ya en mayo Marta Rovira en una carta dirigida a la militancia en que decía que ella no se volvería a presentar y pedía a Junqueras que siguiera su camino.
La rotura de un tándem
No es la única carta que ha hecho pública Rovira. Después de que se filtraran mensajes que demostraban que conocía la estructura B del partido y donde reclamaba aprovechar los carteles contra los Maragall para arrancar votos de solidaridad (entonces todavía no sabía que estos eran un ataque de falsa bandera), la vicense desembuchó contra Militància Decidim, la candidatura de Junqueras, a quien acusó de guerra sucia para intentar ganar el congreso de este sábado. Una vez el congreso estaba convocado, Rovira dio una conferencia para cerrar su mandato. En aquella ocasión, reprochó a Junqueras que se hubiera borrado del 1-O después de su celebración, que hubiera pactado la entrada de ERC a la Diputación de Barcelona para colocar cargos y que hubiera empezado a negociar la entrada al Ayuntamiento de Barcelona sin los comunes, hecho que provocó, según ella, un efecto dominó que llevó hasta la convocatoria de elecciones anticipadas. Con todo, acabó pidiéndole que se retirara y que igual que habían empezado la aventura de la dirección juntos, en el congreso de Girona en 2011, ahora también cerraran la etapa juntos.
Era la esperada respuesta de la secretaria general a Junqueras, que días antes había protagonizado en Olesa de Montserrat un acto polémico. Aquel día, el de Sant Vicenç dels Horts aseguró que habría que terminar dentro del partido antes de recoserlo y acusó de traición a los responsables de la estructura B, apuntando hacia Sergi Sabrià y la misma Rovira. Hizo referencia a un grupo de Signal, 'Pa amb Tomàquet', que ella misma explicó que lo había creado una vez en Suiza. Durante esta crisis interna, Rovira ha vuelto del exilio después de seis años y ha llegado a asegurar que lo ha pasado peor estas semanas de guerra fratricida que en Ginebra. Junqueras y Rovira solo se han visto en una ocasión desde el 12 de julio: en Cantallops, Alt Empordà, donde se reencontraron. El acto de presentación en Olesa ha sido el momento en que más beligerante se ha mostrado Junqueras. A partir de entonces ha bajado el tono (también ante las declaraciones de Xavier Vendrell, por ejemplo), pero la crispación entre las bases se ha mantenido con mensajes cruzados y reproches a través de las redes.
Ventaja de Junqueras ante Godàs y Solà
Desde un primer momento, la candidatura de Junqueras ha sido favorita para volver a presidir ERC. Desde que dejó el cargo empezó a recorrer Catalunya (ya lo hacía antes de que se convocaran elecciones) y nunca había escondido su intención de presentarse a la reelección. Sus dos rivales han ido más justos de tiempo: Nova Esquerra Nacional se presentó a finales de agosto y el nombre del candidato a la presidencia se hizo público un mes más tarde; Foc Nou se empezó a gestar después del sí de la militancia a Salvador Illa. Las tres candidaturas, sin embargo, han apretado el acelerador y han empezado una gira por Catalunya para intentar convencer a la militancia en una campaña larguísima. Son muchos los militantes que lamentan que si todas estas visitas por todo el país se hubieran hecho antes, si les hubieran escuchado cuando todavía había margen de maniobra, la crisis quizá ni siquiera se habría producido.
Esta ventaja se vio reflejada en la recogida de avales. El expresidente consiguió 2.500, que representan un tercio de la militancia y suponen un millar más que los de su competidor más directo, Xavier Godàs (1.500) y de Solà, en torno a 450. Por el camino se ha quedado una cuarta candidatura, Recuperem ERC del Col·lectiu Primer d'Octubre, que no pasó el corte y pide el voto en blanco. Los rivales de Junqueras han querido minimizar esta distancia, atribuyéndolo al hecho de que los avales van firmados y el voto es secreto. Foc Nou, de hecho, ha hablado de presiones de una de las candidaturas y todos los ojos se han puesto sobre Militància Decidim, que lo han negado.
Posibilidad de una segunda vuelta
Que la militancia vote este sábado su nuevo presidente o presidenta no significa forzosamente que este salga escogido hoy. Si ninguna de las candidaturas supera el 50% de los votos, habrá una segunda vuelta el 14 de diciembre entre las dos opciones más votadas. Los de Junqueras, que ya intentaron adelantar el congreso sin éxito, se ponen las manos a la cabeza con esta posibilidad, asegurando que lo que último necesita el partido, paralizado prácticamente desde mayo, son dos semanas más de interinato. En cambio, para las otras dos candidaturas eso sería bueno, según ellos, por el debate interno, y también porque significaría que al menos una continúa con vida y con posibilidades de derribar a Junqueras. Esta semana han hecho un comunicado conjunto lamentando que los junqueristas no hayan permitido debates territoriales y Godàs abrió la puerta sin manías a un posible pacto en segunda ronda. A las 20 h sabremos si Junqueras gana su plebiscito.