Muchos se hacen todavía un lío sobre qué es la CUP y cómo funciona. Tras una historia ajetreada, más o menos desde 1986 picando piedra en los ayuntamientos y estos tres últimos años en el Parlament, ¿de quién depende hacer a Artur Mas presidente o enviar el país a unas nuevas elecciones? La CUP no es tan rara. Sólo hay que desplegarla como el plano de un mueble de IKEA para entender que, en el fondo, es una formación que aglutina la izquierda independentista y anticapitalista. Y eso, por definición, siempre es complejo.

Un poco de historia

La CUP nace como una tecnificación de la Assemblea Municipal de l'Esquerra Independentista (AMEI), en diciembre de 1986. Muchos de sus integrantes participaron en las municipales de 1987 como Candidatura o Col·lectiu d'Unitat Popular, aunque apenas eran agrupaciones de electores. No es hasta las elecciones de 1991 que se registran como Candidatures d'Unitat Popular y que la AMEI apuesta por la CUP como su marca electoral.

Desde 1991 en adelante, la izquierda independentista entra en un largo proceso de reubicación, de fin de ciclo y de recambio generacional. El 2 de abril del 2000 arranca otra etapa crucial para entender la CUP de hoy: el procés de Vinaròs.

Esta ciudad de Castelló acogió la primera reunión unitaria entre el MDT, Maulets y el padre de la actual Endavant Osan, la Plataforma per la Unitat d’Acció. Del mundo indepe, sólo el PSAN se mantuvo al margen. Desde entonces, anualmente se han celebrado procesos similares para pulir la estrategia.

Etapa dorada

En 2007, la CUP empieza su etapa dorada, después del batacazo en las elecciones europeas del 2004, en las que obtuvieron poco más de 8.000 votos en todos los Països Catalans. Tres años más tarde, sin embargo, levantan 27 actas de concejal. En las municipales del 2011 crecen hasta 104. En 2012, la CUP decide presentarse al Parlament después de un intenso debate de cinco años. Entraron tres diputados por Barcelona –David Fernàndez, Quim Arrufat y Georgina Rieradevall, luego relevada por Isabel Vallet. En las plebiscitarias del 27S, la opción de la izquierda independentista alcanzó diez diputados y la posición determinante para el futuro de la legislatura. “Unidad popular” es un concepto de raíz marxista que, según el historiador oficial de la CUP, el diputado Albert Botran, ya utilizaba el republicanismo federal catalán del siglo XIX. Otra referencia política más clara es Herri Batasuna, que en euskera significa justamente eso: unidad popular.

¿Quién manda?

Orgánicamente, la CUP no es tan extraña. Tiene más o menos las mismas estructuras que el resto de formaciones parlamentarias –con nombres diferentes–. La Asamblea es lo que en otro partido sería el congreso, la máxima expresión de la vida partidaria. Lo que en ERC, CDC o PSC sería una conferencia nacional, en términos cupaires son las jornadas de debate. El Consejo Nacional de cualquier partido, en terminología CUP se denomina Consell Polític, al que se añade el llamado Grup d'Acció Parlamentària (GAP), que integra a representantes de los movimientos y organizaciones articulados dentro de la formación. En total, ambas instancias suman 68 personas. Precisamente aquí radica uno de los puntos polémicos de la nueva CUP. Muchos militantes reprochan que el Consell Polític ha perdido protagonismo y poder ante el GAP. Este Consell será el organismo que decidirá si la izquierda independentista inviste a Mas. La dirección orgánica del partido, que en otra formación sería la ejecutiva, en la CUP se llama Secretariat. Lo forman quince personas: Laia Altarriba, Neus Montaner, Xevi Generó, Llorenç Casanova, Laura Rafecas, Ferran Martorell (el relevo del dimitido Xavier Monge), Nora Miralles, Isabel Chacón, Ester Racobayera, Hugo Alvira, Guim Pros, Roger Castellanos, Tomàs Sayes, Joel Jové y Omar Diatta. La base del partido se configura a través de las asambleas locales, que construyen las trece territoriales que envían al Consell Polític de tres a seis representantes, según su peso electoral e institucional.

El condensador 'indepe'

La CUP no sólo es la CUP. También es un “aglutinador” de la izquierda independentista y anticapitalista que agrupa a otros once movimientos y organizaciones, como Poble Lliure o Endavant-OSAN, las dos corrientes más influyentes de la formación. Poble Lliure agrupa el espacio histórico del Moviment de Defensa de la Terra, en general más propenso a conceder la investidura a Mas. En cambio, la gente de Endavant-OSAN (Organització Socialista d'Alliberament Nacional) se oponen e incluso miran el resultado del 20D para replantearse su acercamiento al espacio de En Comú Podem. Anna Gabriel pertenece a este sector. El Colectivo Drassanes, del veterano sindicalista Alfredo Bienzobas, figura dentro de los sectores más escorados a la izquierda de la CUP. De este mundo también proviene la Coordinadora Obrera Sindical, nacida en 1987 de miembros de varios sindicatos históricos. Hay también movimientos juveniles. Arran es la organización juvenil del izquierda anticapitalista e independentista, y actúa como la pedrera de la formación. El Sindicat d'Estudiants dels Països Catalans es una organización estudiantil.

Constituents per la Ruptura reúne a militantes procedentes de Procès Constituent, el movimiento impulsado por Teresa Forcades y Arcadi Oliveres. Crida Constituent es el grupo de personas procedentes de varias organizaciones, movimientos e independientes que apoyaron a la CUP en las pasadas elecciones del 27S.

Del mundo de la izquierda internacionalista provienen los trotskistas de Lluita Internacionalista y los de Corrent Roig, franquicias catalanas de organizaciones que se reclaman herederas de la Cuarta Internacional. También En Lluita, que pertenece a la Corriente del Socialismo Internacional.

Suman además las entidades municipalistas asociadas, como Alternativa d'Esquerres de Cornellà, COP-Compromís per Ripollet, Alternativa d'Esquerres de El Prat, Alternativa Ciutadana de Rubí y Capgirem Vic.