El encuentro del viernes en Lledoners entre la cúpula de la CUP y Oriol Junqueras acabó de encauzar las bases del pacto para la investidura de Pere Aragonès. Atascados como están en las conversaciones con Junts per Catalunya, en ERC han optado por avanzar en la negociación por el carril de la izquierda, agarrándose al flotador de los anticapitalistas. "Nos intercambiamos muchos documentos" a lo largo del fin de semana, explican fuentes de la interlocución. El domingo a última hora tomaba forma el preacuerdo. Minutos antes, los republicanos comunicaban a Junts que el anuncio de la alianza con la CUP era inminente.
El movimiento de ERC resuelve la incógnita sobre el pleno de investidura de este viernes 26, que había estado en el aire por la falta de concreción de las partes implicadas en la negociación. Habrá pleno y candidato, ha confirmado la presidenta del Parlament. No será hasta la víspera del debate de investidura que la CUP hará público el veredicto de la asamblea sobre si la militancia avala o no el preacuerdo. Hoy se ha distribuido a las bases el documento sobre el programa político de la legislatura pactado con ERC para que lo valoren y discutan.
Desde la organización anticapitalista confirman a ElNacional.cat que la votación —que se hará el miércoles y se publicará el jueves— no será binaria. La pregunta que se trasladará a la militancia tendrá un formato de árbol. Primero habrá que decidir si el preacuerdo con ERC es suficiente para facilitar la investidura, pero más allá de eso, de la asamblea tendrá que salir un posicionamiento sobre el grado de implicación de la CUP. Para empezar, determinando si habrá un voto a favor, una abstención o un voto en contra.
Un preacuerdo "demasiado tímido"
En cualquier caso, lo cierto es que aunque los 9 diputados cupaires votaran sí a la investidura, Aragonès contaría, por ahora, con sólo 42 votos. Junts sigue siendo la pieza imprescindible para que el todavía vicepresidente en funciones pueda acceder a la presidencia. Con la publicación del preacuerdo con la CUP, ERC pretende redoblar la presión al partido de Puigdemont. Los republicanos son conscientes de que, vista la experiencia de cómo fue la negociación in extremis para la composición del Parlament, lo más probable es que se acabe llegando al límite. Y no descartan que no se llegue a un acuerdo definitivo hasta después de Semana Santa.
Uno de los principales dirigentes del partido comparte con este diario que el documento pactado con la CUP no tendría que suponer un obstáculo para Junts. Fuentes cupaires apuntan que el texto que han recibido "recoge más intenciones en el plan programático y algunos mecanismos de seguimiento de los acuerdos y de valoración del nivel de confianza", pero que "es demasiado tímido en algunos aspectos". "Suponemos que para dejar espacio al encaje de Junts, que continúa en silencio". Miembros del partido que ya analizan el preacuerdo señalan que es "inconcreto".
Los hasta ahora socios de gobierno no han cerrado todavía la carpeta sobre la hoja de ruta. El preacuerdo entre ERC y la CUP habla de "preparar las condiciones necesarias a lo largo de la legislatura para realizar un nuevo embate democrático, preferentemente en forma de referéndum, mientras se mantiene la apuesta de ERC por un proceso de negociación, para resolver democráticamente el conflicto de Catalunya con el Estado español".
El nudo de la negociación entre ERC y Junts gira en torno al ente que tiene que coordinar la estrategia independentista y el papel que tendrá que jugar el Consell per la República en la acción exterior de la Generalitat. En las conversaciones, planea la desconfianza labrada durante los últimos tres años de gobierno compartido.