La Comisión Bilateral Estat-Generalitat se ha celebrado en el Saló Tàpies, una dependencia del Govern que se encuentra al final del Pati dels Tarongers y a la cual se accede desde la sala Torres García. No obstante, la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, no ha querido desfilar entre los naranjos para evitar pasar bajo el lazo amarillo que preside aquel espacio central del Palau de la Generalitat. El dilema para eludir esta fotografía se ha solucionado accediendo a la sala Tàpies a través de uno de los pasillos laterales del edificio.
Ha sido una de las anécdotas de una reunión que ha acabado con una sorprendente rueda de prensa en la que las dos partes se han cruzado diferentes versiones de la reunión, incluso contrapuestas. Mientras el vicepresident, Jordi Puigneró, y la consellera de Presidència, Laura Vilagrà, han cargado contra la escasa entidad de los acuerdos que se han cerrado, la ministra de Política Territorial ha asegurado que se trataba de unos "acuerdos históricos", dado que hacía diez años que no se cerraba ningún tipo de pacto en este foro bilateral.
Lo cierto es que la reunión ha durado apenas una hora y que los traspasos que se han cerrado en esta comisión que en teoría se reúne cada seis meses se han centrado en algunas infraestructuras, entre las cuales la estación meteorológica del Turó de l'Home, un preacuerdo sobre el ingreso mínimo vital y tres grupos de trabajo.
Situación en el PP
La ministra se ha amparado en las dificultades técnicas que comportan estos acuerdos, para explicar que muchos de los temas pendientes se mantengan todavía en fase de negociación, y ha enfatizado repetidamente el trabajo previo que han tenido que hacer los respectivos equipos para conseguir los resultados que hoy se han llevado a la reunión.
Desde el otro lado de la mesa, la negociación se ha contemplado con ojos muy diferentes y se señala que el contenido a tratar era tan limitado que incluso ha habido tiempo para comentar la crisis del PP, que enfrenta a Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, y constatar la satisfacción con la que desde las filas del PSOE se contempla la sangrienta batalla entre los conservadores.