El billar a tres bandas es una variante que consiste en hacer golpear la bola por lo menos con tres lados antes de hacer la correspondiente carambola. Desde la noche del domingo, Esquerra Republicana proyecta los ángulos para conseguir encajar la jugada que combine los tres costados con quien quiere compartir gobierno, Junts, la CUP y comunes. Si, de salida, la operación ya se presentaba difícil, los disturbios derivados de las protestas contra el encarcelamiento de Pablo Hasél han añadido una dosis extra de complejidad.
Hasta este jueves, el único veto cruzado con que ERC afrontaba la partida era el de Junts per Catalunya y En Comú Podem. Ahora, sin embargo, el papel de los Mossos d'Esquadra para disolver los disturbios de martes y miércoles por la noche ha puesto sobre la mesa de negociación un nuevo escollo. En un encuentro con Junts, este jueves, la CUP ha puesto como condición para seguir en conversaciones con los de Puigdemont que fuercen la dimisión del conseller de Interior, Miquel Sàmper. En caso contrario, los republicanos podrían verse forzados a escoger entre seguir contando con los anticapitalistas o prescindir en favor de un acuerdo con Junts, que sigue manteniendo que el resultado del 14-F (con 33 escaños para ERC y 32 para ellos) es prácticamente un empate técnico.
Fuentes de ERC manifiestan en ElNacional.cat que lamentan que Junts se encuentre aislado, reconocen que la situación se ha complicado, pero no tiran la toalla. La estrategia de los de Junqueras pasa por iniciar las conversaciones con los únicos que todas las partes aceptan, a la CUP. Reunidos este miércoles, los dos partidos coincidieron en la necesidad de desplazar a la izquierda el camino hacia la República. De esta manera, los republicanos pretenden presentarse ante Junts como un bloque que va más allá de los 33 diputados republicanos y forzar a los junteros a seguir el compás de la mayoría de izquierdas.
Bipartito con Junts
En la sede de Calabria consideran que un bipartito con Junts, como el de la pasada legislatura, es una fórmula que ha quedado superada e intentarán evitar tener que replicarlo, aunque ahora la presidencia sea para Aragonès. Por lo tanto, sería la última opción, antes de quemar el resto de cartuchos. Las dos fuerzas estarían en minoría, con 65 diputados y, por lo tanto, necesitarían de la participación externa de la CUP o de los comunes.
En las próximas horas está previsto que se reúnan las delegaciones de ERC y Junts, integradas por una parte por Sabrià, Vilalta, Jové y Vilagrà y, de la otra, por Artadi, Rius, Dalmases y Nogueras. La agenda programada por los republicanos es en sí mismo un mensaje. Queridamente se ha dejado Junts como el segundo plato. Los postres serán los comunes, serán los terceros con quienes se verán.
Tripartito soberanista
En paralelo, algunas voces internas presionan para priorizar un pacto con los comunes y la CUP. En ERC admiten que, a pesar de ser tentador es extremadamente complejo. Y es que dicha alternativa, la de un tripartito de izquierdas soberanistas, quedaría coja al Parlament, ya que suma 50 diputados. Eso significa que faltarían 18 para la mayoría absoluta y que, por lo tanto, les haría falta el apoyo desde fuera de parte de los escaños del PSC o de Junts. En el caso de la investidura de Aragonès, por ejemplo, no sería suficiente con la abstención de alguno de los dos partidos.
En cualquier caso, ERC quiere que, además de a tres bandas, el acuerdo sea multilateral. Es decir, que incluya presupuestos, la hoja de ruta independentista, el reparto del Govern y la mesa del Parlament.
En paralelo, Salvador Illa ha iniciado con los comunes su propia ronda de contactos para conseguir apoyos para una investidura que ahora mismo parece del todo inalcanzable.