Las elecciones del 20D podrían provocar un hecho insólito: despachar a los candidatos de las dos listas más votadas. Por una parte, los barones del PSOE imponen a Pedro Sánchez uno 'no' a la investidura de Rajoy (de momento) y duras condiciones para negociar con Podemos, cosa que llevaría a unas nuevas elecciones en las que los barones socialistas quieren que concurra un candidato diferente, escogido en el congreso ordinario de la formación fechado en febrero, porque los resultados de Sánchez en las generales han sido los peores de la historia del partido.
Por otra parte, Rajoy ha comparecido él mismo en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros –hecho poco habitual– para reclamar un gobierno "con amplio apoyo parlamentario", unos 200 escaños –lo que requeriría el apoyo del PSOE, porque PP ha obtenido 123–, para "generar certeza", "confianza" y "estabilidad", tanto "dentro como fuera de España", pero renunciando a explicar por qué tiene que ser él quien lo encabece y no cualquier otro.
Eso ha motivado la pregunta obligada: si renunciaría a la presidencia a favor de otro candidato para facilitar un acuerdo. Respuesta: esta opción "ni siquiera está planteada".
Ninguna oferta concreta
A pesar de haber reconocido que se encontró uno 'no' de entrada en la reunión con Pedro Sánchez, Rajoy no ofrece nada a cambio de su 'sí': espera que cambie de opinión él solo, afirmando que un gobierno alternativo "sería bueno para algunos, pero malo para los intereses generales de los españoles", técnica que ha utilizado con otras cuestiones como la catalana, con un éxito descriptible por la actualidad. Parece tener asumido que no será reelegido, y de hecho ha manifestado que si hubiera que volver a repetir las elecciones "querría volver a ser candidato". Querría, en condicional.No ha puesto sobre la mesa a un candidato alternativo, ni una presidencia del Congreso que no ve "razonable" porque, dice, históricamente siempre ha pertenecido al partido más votado. Los mismos hechos de ceder la vicepresidencia del Gobierno o algún ministerio los ha considerado "un detalle" a discutir después de dar luz verde a su candidatura. Incluso ha visto una ventaja en que los presupuestos del 2016 ya estén aprobados, si bien lo hizo el PP en solitario dos meses antes de las elecciones a pesar de las críticas de la oposición, que lo acusó de atar de pies y manos al siguiente gobierno.
ERC y DiL, descartados
Hablar con los partidos independentistas –Esquerra y Democràcia i Llibertat– para llegar a algún acuerdo, ni se lo plantea. Considera "lógicamente muy complicado" entenderse para formar gobierno con quien "lo que quiere es la ruptura de España". De hecho, se ha referido a un eventual pacto de la lista de Artur Mas con la CUP como "un desastre". En cambio, sí que ha reconocido haber hablado con el candidato del Partido Nacionalista Vasco, Íñigo Urkullu.Por otro lado, la formación encabezada por Albert Rivera descarta hacer de interlocutor entre socialistas y populares para conseguir la formación de un gobierno del cual ellos descartan formar parte. "No podemos hacer otra cosa que esperar", ha dicho la líder de Ciudadanos en el Parlament de Catalunya, Inés Arrimadas.