El funeral de Isabel II es ya uno de los acontecimientos de la década o del siglo, no solamente por su estricto protocolo más que ensayado y la importancia del adiós a una de las monarcas más amadas de la historia, tal como se destacó durante la ceremonia, sino también por la reunión de jefes de estado de todo el mundo, impensable en casi cualquier otro contexto. Con todo, mientras el mundo miraba hacia un lado del féretro, situado delante del altar de la abadía de Westminster de Londres, donde había el rey Carlos III con sus hermanos, hijos, nietos y sobrinos. Los ojos de los españoles que siguieron con atención la ceremonia se fijaban en el otro lado del ataúd, donde, en segunda fila, había Felipe VI y Letizia, acompañados de los reyes eméritos, Juan Carlos I y Sofía de Grecia. Esta era hasta ayer una imagen imposible desde que Juan Carlos I huyó en Abu Dhabi en agosto del 2020 y la última vez que se les vio juntos, antes de la pandemia, también fue durante un funeral.
En los días previos, esta parecía una opción remota. Se entendía que los representantes de España eran los actuales monarcas, mientras que Sofía y Juan Carlos eran invitados de la Familia, de la misma manera que con el resto de reyes que han abdicado en los últimos años, como Beatriz de los Países Bajos. Pero no. Horas antes, la peor pesadilla de Zarzuela y Moncloa se convertía en una realidad y Letizia tuvo que aceptar sin más remedio que estaría sentada al lado de su suegro, con quien es sabido que mantiene una mala relación. Las cámaras no captaron su llegada, pero el póquer de reyes en segunda fila fue una imagen recurrente durante toda la ceremonia. Delante de ellos, había los representantes de Dinamarca, los Países Bajos y Suecia.
Una decisión que depende de la Casa Real británica
Según informa El Confidencial, no se comunicó a las Casas Reales de cómo se sentarían los invitados hasta primera hora de la mañana del mismo lunes. Y no existía la opción de cambiar de planes, todavía menos en uno de los acontecimientos más milimetrados del mundo. Incluso hay quien dice que el hecho de que un cirio tapaba la cara de la duquesa de Sussex, Meghan Markle, durante la retransmisión estaba planeado. Así, no había nada que hacer y lo que se había evitado de todas las maneras posibles desde España se convirtió en un hecho en Londres: mientras Felipe y especialmente Letizia ponían cara de circunstancias que han dado pie a muchos memes, Juan Carlos I incluso rio dentro de la Abadía de Westminster. Al funeral de la tarde en Windsor solo asistieron madre e hijo. Juan Carlos no dio más explicaciones, como acostumbra a hacer, mientras Letizia huía de Londres con la excusa de marcharse hacia la cumbre de la ONU, en Nueva York.
De hecho, desde la Zarzuela han evitado justificar una imagen que, en España, ha dado sombra a la protagonista del funeral, asegurando que todo lo que rodeaba a los actos dependía del Reino Unido y no de ellos. También la invitación a Juan Carlos y Sofía, que aunque había quien dudaba de la presencia del emérito, él optó por no rechazar una oportunidad como esta de volver a sentirse Rey.