El catalán podría no llegar a la Unión Europea, y no precisamente por falta de voluntad española. Después de que ahora hace unas semanas Junts per Catalunya acondicionara su voto a favor de la socialista Francina Armengol a cambio de hechos comprobables, el ministro de Asuntos Exteriores en funciones, José Manuel Albares, registraba delante del Consejo de la Unión Europea la petición para reconocer el catalán, el euskera y el gallego como lenguas oficiales del club comunitario, un paso que no se había dado nunca. Este hito supondría un cambio de paradigma para el estatus de la lengua catalana en un contexto de retroceso del uso social de esta y de las invectivas que desde varias instancias estatales buscaban minorarla. Ahora, esta nueva pantalla podría blindar y reforzar el prestigio internacional del idioma y dotarla de un rango equiparable a las otras 24 lenguas oficiales de la UE.
Pero conseguirlo podría no ser tan sencillo. Y es que, más allá del paso adelante hecho por José Manuel Albares, convertir el catalán en lengua oficial depende también del voto unánime de todos los 27 estados miembros de la Unión Europea. Y, según el diario francés Le Monde, eso parece "poco probable". El prestigioso medio alerta de que varios países tienen "reticencias" de dar el paso. En Francia mismo, convertir una lengua minoritaria como el catalán, el vasco o el gallego en lengua oficial en el club comunitario podría dar alas a los bretones o a los corsos. En los países bálticos, las comunidades de habla rusa podrían verse con fuerza para incorporar su lengua a la UE. Y también en la Europa del Este hay minorías importantes, como a Rumania, Bulgaria, Hungría, Eslovenia o Croacia.
Según Le Monde, hay preocupación que, si la iniciativa española llegara a buen puerto, se convirtiera en una "bola de nieve" que espoleara el 8% de ciudadanos de la UE que pertenecen una minoría que defiende el uso de la lengua propia. El reportaje incluye también las palabras de diplomáticos europeos. Uno señala que el club comunitario no está dispuesto a "abrir la puerta a cuatro idiomas por estado miembro". Otro reconoce, que, si se adoptara esta medida, "muchos estados miembros tendrían grandes dificultades". En este contexto, hay poco margen de acción. "Tenemos que crear grupos de trabajo, tomar el tiempo para examinar el tema y enterrarlo con suavidad", añade.
Albares habla con homólogos
Durante la reunión de ministros de Asuntos Exteriores europeos celebrada en Toledo los días 30 y 31 de agosto, el ministro José Manuel Albares planteó el tema de la oficialidad del catalán, el vasco y el gallego con algunos de sus homólogos, y es "bien consciente de su resistencia". En este contexto, España, que también preside el Consejo de la Unión Europea (UE) este semestre y que se encarga de organizar las reuniones entre ministros, no someterá a votación el texto para hacer oficiales las tres lenguas el 19 de septiembre sin estar seguro de que será aprobado. "Este es el inicio de un proceso", dice un diplomático español. Un proceso que, si no hay cesión del resto de miembros, podría ser más corto que largo, y acabará con el catalán en la casilla de salida.
La oficialidad del catalán, al orden del día
Precisamente este lunes 11 de septiembre, el Parlamento Europeo debatirá la posibilidad de incorporar el catalán, el euskera y el gallego como lenguas de trabajo en los plenarios de la Eurocámara. Según explica ERC en un comunicado, se trata de un acuerdo entre el Govern de la Generalitat y el Gobierno en el marco de la mesa de negociación. Los republicanos fijan este punto como paso previo a la incorporación del catalán como lengua oficial de la Unión Europea, punto que se debatirá el próximo 19 de septiembre a la reunión del Consejo General de la Unión Europea.