Juan Lobato ha cedido finalmente a las presiones internas y ha anunciado este miércoles que dimite como secretario general del PSOE de Madrid. Lo hace después de que el partido le haya pedido dar un paso al lado, en tanto que es visto actualmente dentro de las filas socialistas como un traidor: protocolizó ante un notario y sin decirlo a nadie los mensajes de WhatsApp con una trabajadora de Moncloa que podrían apuntar a que el Gobierno estaría detrás de la filtración a los medios de los correos de la pareja de Isabel Díaz Ayuso en los que reconocía haber cometido un delito fiscal; el caso por el que el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, está imputado por el Tribunal Supremo.

 

 

Lobato abandona el cargo disparando contra Ferraz. En un comunicado, ha denunciado que actualmente el PSOE "ataca a quien no coincide con la opinión de la dirección en cada ámbito territorial". Es mucho más importante en todo momento proteger y fomentar la buena política que aquellos que la ejercemos circunstancialmente; no hay duda de que mi forma de hacer política no es igual y a veces ni siquiera compatible con la de una mayoría de la dirección actual del partido", asevera. "No renunciaré a ser como soy y como he sido siempre", afirma Lobato en su comunicado, en el que también asegura que toma la decisión para "poner freno a una situación de enfrentamiento y división grave que se estaba generando en el partido".

El caso es que este viernes empezará en Sevilla el 41.º congreso federal del PSOE. Y el escándalo de Lobato estaba destinado a envenenar el máximo cónclave socialista. De hecho, está citado a declarar como testigo el mismo viernes ante el juez del Tribunal Supremo que investiga el caso para que dé explicaciones sobre estos mensajes de WhatsApp intercambiados con la Moncloa. El magistrado le ha instado a presentarse con una copia de sus manifestaciones notariales.

Todo estalló este lunes cuando el ABC publicó que la mano derecha de la mano derecha de Pedro Sánchez instó a Juan Lobato a hacer público en un debate en la Asamblea de Madrid el documento que acreditaba que Alberto González Amador había pedido un pacto a la Fiscalía. El diario explicaba que Lobato se negó y que entonces la Moncloa optó por filtrar el documento al periódico El Plural, que sí que lo publicó de forma íntegra. Una vez el documento ya circulaba por los medios, Lobato hizo ostentación de él en el parlamento autonómico. La película da un salto temporal de unos cuantos meses, cuando el Tribunal Supremo decide imputar al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por esta filtración. Es entonces cuando, tal como publicó este medio, Lobato decidió presentarse ante un notario con el fin de protegerse y protocolizar los mensajes de WhatsApp que recibió por parte del Gobierno.

El relato de Lobato es ahora que la trabajadora de la Moncloa le dijo que el origen de la documentación eran los medios de comunicación. "Si eso es verdad, no hay problema en acreditarlo ante el notario, defendió este martes en una rueda de prensa en la que se aferró al cargo y se negó a dimitir. Pero insinuó que quizás Ferraz y la Moncloa le quisieron engañar: "No contemplo que fuera falso lo que se me dijo, eso sería bastante grave". "Si el origen fuera diferente, eso hubiera supuesto un intento para que fuera yo quien hiciera público el documento con origen de posible irregularidad, con las consecuencias políticas y legales que habría tenido para mí y para el PSOE de Madrid; hay unos pocos que están haciendo ver que el malo es quien no hace las cosas mal", espetó en aquella comparecencia.