Que el país es pequeño no es ningún secreto para Lluís Llach, que se lo recorrió hasta los últimos rincones durante los años que se dedicó a la música. Por eso no lo ha asustado volver a hacer bolos, pero esta vez no con la guitarra de Laura bajo el brazo sino con la hoja de ruta del proceso independentista.

El diputado de Junts pel Sí ha decidido que los millares de personas que se registraron como candidatos voluntarios durante la campaña electoral del 27-S se merecen saber en qué punto está el barco que les anunciaron que se suponía rumbo a Ítaca.

De momento, ha hecho ya más de una veintena de actos por el territorio con la colaboración de la Assemblea y Òmnium, en busca de aquellos candidatos que se apuntaron por miles en las últimas elecciones al Parlamento. Este viernes tocaba Berga, en el teatro municipal. Lo acompañaba el periodista Carles Solà. Entre los espectadores, el concejal de la CUP Titot. La estructura es siempre la misma: una presentación muy breve, y preguntas.

“Mi pretensión era ir al final de la lista de Barcelona –explica, recordando su papel como candidato-, pero Pep Guardiola me fastidió el sitio. Fui a Girona –esta es más mía- para cerrarla. Y al final la abrí. Estoy contento de haberlo hecho. Estoy aprendiendo muchas cosas. Me lo estoy tomando con afición y con voluntad”

A veces los cuchillos pasan muy cerca, tomamos tranquimacines en los cafés como si fueran ensaimadas

El análisis que el diputado ofrece sobre la situación no esconde las dificultades del debate político que se vive en el Parlament. “Es verdad que a veces hay dudas y renuncias. A veces, los cuchillos pasan muy cerca, tomamos tranquimacines en el café como si fueran ensaimadas, pero vamos tirando”, explica.

Y un primer diagnóstico que adquiere especial relevancia teniendo en cuenta que quien lo formula es el presidente de la comisión de estudio del Proceso Constituyente: “Lo que os puedo decir para empezar es que unos meses después estamos en el lugar exacto que había previsto la hoja de ruta”.

En el Parlament, el cantautor ha dado paso al diputado. Su imagen recorriendo los pasillos de la cámara repasando papeles con las gafas verdes y el gorro calado se ha convertido ya en habitual. Su peso, sin embargo, no es el de un diputado más y su perfil lo convirtió en casi el único nombre que podía sustituir a Muriel Casals en la presidencia de la comisión del Proceso. Un auténtico verso libre en la cámara catalana.

“Estamos inventando la política. La manera de hacer política. No ha habido un proceso como este en ningún sitio”, explica para relatar la forma cómo el debate soberanista intenta evitar los obstáculos que le plantea el Estado.

Proceso montserratino

El proceso, asegura, es “montserratino”, como una sierra, con altibajos. No tiene inconveniente en sumarse a la valoración que expresa la primera de las preguntas en el sentido que con la consulta del 9-N se desperdició una ocasión para dar el empuje definitivo al proceso. “Nuestros políticos peleándose y con las contradicciones que fueran. No supieron hacerlo”, admite.

Aquí hay un problema de lenguaje. En teoría no haremos DUI, sin embargo...

Las preguntas reflejan las dudas que genera el proceso: ¿Referéndum o declaración unilateral de independencia?, le piden. “El referéndum, incluso si hacemos una DUI, lo tendremos que hacer. Un referéndum para dar un aval democrático a una decisión de esta magnitud es una necesidad esencial. La DUI... Dile cómo quieras. Aquí hay mucho un problema de lenguaje. En teoría no la haremos sin embargo..., sin embargo...”

El diputado tiene muchas tablas. Ha vivido muchos años encima del escenario y se le nota. Se mueve con humor, con agilidad, con guiños al auditorio.

Para explicar si habrá o no declaración unilateral, repasa la hoja de ruta: Las estructuras de Estado, la disolución del Parlament, la desconexión, el proceso constituyente... “No habremos proclamado, efectivamente, la independencia. No sé cómo le podemos decir. Pero se parece mucho”, explica.

Afirma que el calendario está consensuado –aunque en un momento determinado habla de "estos 15, 16, 17, 14, 13... no se sabe demasiado bien, meses que tenemos”-; admite que hay desconexión entre la sociedad y el Parlament; hace un repaso sin manías de los medios de comunicación...

Hay quien prefiere desobedecer pero estamos creando nuevas formas para imponernos ante el Estado

Llach se dedica a hacer estos actos los lunes, jueves, viernes y sábados. Otros compañeros de grupo le echan una mano cubriendo sus ausencias si no puede acudir a alguna de las comisiones que le corresponden.

En el escenario hace frío. Primero se pone el anorac. A medida que avanzan las preguntas, va tirando del gorro para esconder las orejas. Hasta que se queja en voz alta. “Hace una corriente de aire!".

El debate sobre la desobediencia también saca la cabeza con una pregunta directa. “Hay gente que prefiere desobedecer. De acuerdo. Dejádmelo decir en positivo: estamos creando nuevas formas de hacer política, nuevos recursos para imponer la voluntad democrática ante la obsesión del Estado para aniquilar nuestras determinaciones. A mí me parece eso mucho más positivo e importante, cuando haya que desobedecer también. Pero si podemos ser creativos y plantar cara con mandato democrático yo lo encuentro más divertido y más bonito”.

Estamos aquí por un mandato democrático y nos mantendremos fieles a este mandato

¿Qué pasará cuando los tribunales se pronuncien ante las acciones de desobediencia, qué pasará si hay condenas o inhabilitaciones?, interroga una mujer. “Pues aguantar. ¿No? ¿No nos enviaréis fiambreras? ¡Y que los sofritos sean buenos! Aguantar. Estamos todos mentalizados. Y responsabilizarnos de nuestros actos. No rehuimos la responsabilidad de nuestros actos, estamos aquí por un mandato democrático y nos mantendremos aquí fieles a este mandato democrático. Está clarísimo”.

Decía el Llach cantautor que el país es tan pequeño que cuando el sol se va a dormir nunca está lo bastante seguro de haberlo visto. El viernes, sin embargo, mientras atravesaba el eje transversal de punta a punta, tuvo oportunidad de probar una vez más la anchura del territorio. La pudo completar el sábado con tres citas más que tenía programadas por tierras leridanas.

Cuando concluye el acto, Llach atraviesa la platea. Muchos de los asistentes lo esperan para saludarlo, para hacerse una selfie, para pedirle un autógrafo. Paciente, atiende a todo el mundo que se le acerca. Hasta llegar a la puerta. Y al coche otra vez.