Lleida, este jueves. En la sede local del PSC, a 400 metros de la Paeria, aparecen unas pintadas. "PSOE=GAL", dice una. "Farem el referèndum!", se lee en otra. Para entenderlo, hay que ir un par de días atrás en el tiempo.
En la Paeria, este pasado martes, estaba convocado un pleno extraordinario sobre el estado de la ciudad. De todas las propuestas de resolución, dos eran las más llamativas. La primera, presentada por el grupo municipal de Crida-CUP, promovía la participación del Ayuntamiento en la celebración del referéndum del 1 de octubre, a través de la cesión de espacios municipales. Fue rechazada con los votos de PSC, Ciudadanos y PP. Votaron a favor PDeCAT, ERC, Crida-CUP y Comú de Lleida. La segunda, presentada por Ciudadanos, invitaba a la selección española a jugar en Lleida. En este caso, los papeles se invirtieron: salió adelante con los votos del PSC, Ciudadanos y PP.
El pleno sirvió, sobre todo, para evidenciar los dos bloques configurados desde 2015 en la política leridana, a semejanza de los que configuran hoy la política catalana. "Por una parte se ve la consolidación de un tripartito unionista entre el PSC, Ciudadanos y el PP", explica Àlvar Llobet, periodista de NacióLleida. Y añade: "Al otro lado queda un bloque más soberanista, formado por el PDeCAT, ERC, la CUP y el Comú, que aquí son bastante más independentistas que en Barcelona". Según Llobet, esta polarización irá a más, porque "cada día hay menos margen para pactar", pues "nadie quiere acercarse al alcalde Àngel Ros".
Pacto sobre el catalán
Pesar del alboroto de esta semana, este tipo de medidas más simbólicas y controvertidas no son novedad en Lleida. Durante los últimos dos años ha visto muchas decisiones en este sentido, especialmente sobre un factor, la lengua, que nunca había sido conflictivo.
El pacto al cual llegaron PSC, Ciudadanos y PP en julio de 2015 para aprobar la estructura de cargos ("el cartapacio") municipal contemplaba, entre otras cosas, una modificación del reglamento de usos lingüísticos para igualar catalán y castellano como lengua de uso preferente en la Paeria. Hsta entonces solo lo era el catalán.
De la misma manera, en mayo de 2016, antes de la misma polémica en L'Hospitalet de Llobregat, esos tres partidos acordaron incluir el castellano en las señales de tráfico de la ciudad. En aquel pleno, el concejal David Rubio (Cs) llegó a decir que el Consorci de Normalització Lingüística "no es necesario, no tendría que existir y está politizado", y que "si algún día gobernamos en Catalunya, dejará de existir".
La Paeria pasó de editar el programa de la Festa Major solo en catalán a hacerlo en varios idiomas. Se hizo así para poder hacerlo en castellano, según varias fuentes, que recuerdan cómo los programas en inglés y francés quedaron apilados en cajas en un rincón del Ayuntamiento.
Placas franquistas
También ha habido alguna salida de tono, como cuando el alcalde Ros consideró innecesario gastar dinero en retirar las placas de calles franquistas de la ciudad, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica impulsada por su propio partido. "Cojan un destornillador y una escalera si quieren sacar placas franquistas", dijo Ros. Hay quien atribuye esa actitud a su tozudez y otros a malos consejeros. La verdad, sin embargo, es que rectificó y la mayoría de placas fueron descolgadas.
Este tipo de decisiones, propias de los sectores más blaveros del PP y Ciutadans del País Valencià, sorprenden viniendo de alguien que se llamaba catalanista y que incluso renunció a su acta de diputado en defensa del derecho a decidir. Los grupos políticos de la oposición ven en ello una deriva justificada por una simple cuestión de supervivencia política.
"¿Qué ha pasado para que Àngel Ros se haya vendido de esta manera?", se pregunta Antoni Postius, el jefe de la oposición, del PDeCAT. "No sé hasta qué punto al alcalde ya le va bien que solo se hable de esta guerra de símbolos, y no de otras cosas, por ejemplo de cómo se han hecho algunas licitaciones", asegura Sergi Talamonte, del Comú de Lleida. "Supongo que sus principios políticos son lo que él denomina Lleida, y por Lleida todo vale mientras él esté al frente", dice Francesc Gabarrell, de Crida-CUP.
Àngel Ros: "No tengo pacto con nadie, tengo que negociar votación a votación"
Àngel Ros, que también ha atendido a El Nacional, se defiende. El alcalde rechaza las acusaciones de estar atado de pies y manos por Ciudadanos. También ha pactado presupuestos con ERC o el PP y ordenanzas fiscales con el PDeCAT o la CUP, alega. "No fui elegido gracias a ningún grupo, sino porque ganamos las elecciones", sostiene. Y añade: "No tengo pacto con nadie, tengo que negociar votación a votación". Admite, sin embargo, que Ciudadanos es con quien más coincidencias tiene. De hecho, como documentó NacióLleida, durante el primer año de legislatura, las dos formaciones han votado juntas en casi el 90% de las ocasiones.
Sobre la modificación del reglamento de usos lingüísticos prevista en el acuerdo del cartapacio, Ros explica: "Dijimos que si cambiaba la legislación o había sentencias que la afectaran, se cambiaría el reglamento vigente. Como no ha habido ningún cambio, no se ha tocado".
Respecto a las señales de tráfico, considera "increíbles" a las críticas recibidas. "Hace diez años que añadimos la descripción en castellano de las señales que tienen alguna incidencia desde el punto de vista jurídico". Lo justifica por "un juez muy particular que tuvimos en la ciudad que invalidaba todas las multas si en la calle afectada había una señal solo en catalán". Pero aquel juez, José María Magán, ya no está en Lleida: fue trasladado a Alicante el 2014.
Un pacto "envenenado"
Durante el periodo democrático, la ciudad de Lleida solo ha tenido dos grandes alcaldes, Antoni Siurana y Àngel Ros, y un gran partido, el PSC. Excepto entre 1987 y 1989, cuando el convergente Manel Oronich llegó al poder. Siurana gobernó la Paeria 22 años. Su sucesor tras ser nombrado conseller de Agricultura, Àngel Ros, lleva 14. Hay quien dice que Lleida ha tenido 40 años de dictadura y 40 años de socialismo.
Ros, a quien algunos de sus opositores reconocen que ha dinamizado la ciudad, estaba muy cómodo con su mayoría absoluta. La Paeria tenía solo tres partidos representados: PSC (15 concejales), CiU (6) y PP (6). Las elecciones de 2015, sin embargo, supusieron un terremoto. Ros esperaba obtener, en el peor de los escenarios, 10 concejales. Sacó ocho. Lo seguían el PDeCAT, 6; Ciudadanos, 4; ERC, 3; Crida-CUP, 2; PP, 2, y Comú de Lleida, 2). Aquel nuevo escenario le obligó a buscar alianzas. Las encontró sobre todo en Ciudadanos, pero también en el PP, la muleta imprescindible. Se tradujo en un acuerdo para aprobar el cartapacio municipal.
Àngel Ros no tiene problemas en atribuir el porrazo electoral a Marta Camps, su mano derecha: "Calculo que me hizo perder cuatro concejales". Tampoco tiene problemas para calificarla de traidora. Tras varios episodios de tensión, la entonces concejala socialista denunció las actuaciones de la Paeria ante la Fiscalía Anticorrupción, que entró a registrar el Ayuntamiento a dos meses de las elecciones municipales de 2015. La causa fue archivada en octubre de aquel mismo año. Ros atribuye el movimiento a las aspiraciones de Camps e incluso cree que detrás está el Comú de Lleida, que intenta destruirle.
Ciudadanos tiene una oportunidad de lucir que mandan y de hacer trabajar a uno de sus caballos de batalla: la lengua
"El caso Marta Camps le ha obligado a ser mucho más prudente con la disidencia interna e ir con pies de plomo", dice Llobet. El Nacional se ha puesto en contacto con Camps, que ha declinado amablemente, argumentando que está fuera de la esfera pública desde hace dos años, se dedica a otras cosas y no ha vuelto a hablar ni de la política de Lleida ni de su alcalde. Sea como sea, parece página pasada.
Con respecto a las medidas aprobadas estos dos años, Llobet afirma que "tienen que ver con el pacto con Ciudadanos". "La legislatura le empezó envenenada para Àngel Ros", prosigue, justamente por aquel acuerdo. Ciutadans, según el periodista, compró el pacto a cambio del bilingüismo: "Ellos tienen una oportunidad de lucir que mandan y de poner a trabajar uno de sus caballos de batalla: la lengua". Llobet apunta que, si bien no es un pacto de gobierno, "de hecho lo es, porque lo que dice la líder de Ciudadanos podría decirlol perfectamente el primer teniente de alcalde".
Todo resulta sorprendente viniendo de alguien que en enero del 2014 renunció a su acta de diputado en el Parlament de Catalunya justamente para defender el derecho a decidir. Lo hizo antes de que la cámara se pronunciara sobre una moción que pedía al gobierno español la potestad para convocar referéndums. Para evitar romper la disciplina de voto del PSC (no), dejó su escaño. Situado durante mucho tiempo dentro del llamado sector catalanista del PSC, aquel mismo año vio bien ceder espacios municipales para la celebración del 9-N. Incluso fue a votar.
Àngel Ros: "El concepto de derecho a decidir de hace cinco años no es el que hoy se aplica. Ahora el derecho a decidir es la defensa de la independencia"
"La sociedad leridana empieza a descubrir al personaje Ros. El personaje Ros es que sus principios son relativos, en función de su conveniencia", critica a Antoni Postius (PDeCAT). "Es un hombre sin principios", afirma Carlos González (Comú de Lleida), que se pregunta: "¿Àngel Ros es socialista? ¿Ángel Ros es catalanista? Si lo fuera, no estaría haciendo todo eso". Francesc Gabarrell (Crida-CUP) tampoco cree que tenga principios políticos: "Se encuentra en una coyuntura que no espera: todo se van al garete. Entonces, para él, lo más importante es continuar, al precio que sea. Eso hoy pasar por Ciudadanos y el PP. Es simple supervivencia política".
Àngel Ros no ve una evolución ideológica y defiende su coherencia. "No se puede decir que yo haya evolucionado, sino que el país ha cambiado", sostiene el alcalde. "El concepto de derecho a decidir de hace cinco años no es el que se aplica hoy. Ahora el derecho a decidir es la defensa de la independencia", justifica. Otros alcaldes socialistas, como Jordi Ballart, de Terrassa, ya han manifestado que no pondrán obstáculos al referéndum. Miquel Lupiáñez, de Blanes, incluso ha declarado que votará el 1-O "aunque me cueste el carné". Según Ros, los partidos "han abandonado el catalanismo y han abrazado el independentismo". Excepto el PSC, puntualiza.
El neoleridanismo
Tras la Guerra Civil, en Lleida florece un movimiento con una obsesión: descatalanizar Lleida. Se llamó leridanismo. Recurriendo a una idealización romántica de la demarcación de Lleida, sin renunciar a la lengua, este nuevo movimiento adepto a la dictadura tenía una doble misión: remarcar la españolidad de Lleida y separarla de Catalunya, romper el bloque catalán. Era la ideología de las familias que mandaban en la ciudad. Políticamente e ideológicamente, es comparable al fenómeno del blaverismo en el País Valencià.
"Puedes encontrar textos que, cuando hablan de Catalunya, se refieren a Barcelona, Girona, Vic, Manresa... menos Lleida, que lo incluyen dentro de la región del Valle del Ebro, con Zaragoza, Logroño, La Rioja...", explica Antonieta Jarne, profesora de historia contemporánea de la Universidad de Lleida (UdL). "El ejemplo más paradigmático de todo eso es cuando, durante los años 60, lo llegan a incluir en los libros escolares, donde hay mapas con esta división", ejemplariza.
Según Jarne, este leridanismo tiene hoy "un renacimiento importante". Se manifiesta en dos de las tres principales estructuras de poder de Lleida: la Paeria y la Universidad (la tercera es la Diputación). El alcalde Àngel Ros y el rector Roberto Fernández, que mantienen una muy buena amistad, son personajes ideológicamente similares: "Los dos son del PSC, del sector más españolista". De hecho, Fernández ganó el Premio Nacional de Historia español en 2015 por "Cataluña y el absolutismo borbónico", una obra que "deja por los suelos los falsos tópicos de los independentistas", según el minisytro portavoz, Méndez de Vigo. Bajo su rectorado se ha creado el Campus Iberus del Valle del Ebro, una red universitaria que refuerza esta mirada hacia fuera de Catalunya.
La Universidad de Lleida es la única pública catalana que no se ha adherido al Pacte Nacional pel Referèndum
La Universitat de Lleida ha rechazado este mes adherirse al Pacte Nacional pel Referèndum. Es la única universidad pública catalana que no lo ha hecho. A diferencia de otras, en la UdL esa decisión la tomó el consejo de gobierno, buena parte del cual es nombrado por el rector. En la Universitat de Girona (UdG), por ejemplo, esa decisión la votó el claustro, esta misma semana, con el 88% de votos favorables.
"Si estos centros de poder están controlados por personas con determinada ideología, es normal que después pase todo eso", se lamenta Albert Velasco, historiador del arte y persona muy vinculada con el mundo cultural de la ciudad. "Eso es un neoleridanismo. Si se quiere, es una revisión actualizada y maquillada –el maquillaje que le puede dar la democracia–, pero es leridanismo". Según él, con la restauración de la democracia, este leridanismo parecía haber desaparecido, pero en realidad estaba latente en instituciones como Caliu Ilerdenc. Ahora emerger con la irrupción de Ciudadanos en la Paeria.
"La madre del cordero es este pacto entre el PSC y Ciudadanos, que legítimamente exige determinadas cosas al gobierno a quien da apoyo", asegura a Velasco. "¿De verdad ahora es el mejor momento para traere la Selección española a Lleida? Es una estrategia clarísima de confrontación. Y el problema de Àngel Ros y su equipo es que se dejan llevar por esta situación, quieren acaparar el poder como sea y se bajan los pantalones ante Ciudadanos por cualquier situación, como pasa con las señales bilingües, que genera un problema que no existía".
Las multas y el yerno
Este jueves pasado, además de las pintadas en la sede del PSC, el grupo municipal del Comú de Lleida presentó una denuncia ante la Fiscalía Anticorrupción. El motivo: el Ayuntamiento de Lleida ha perdonado o dejado prescribir multas de tráfico y de zona azul a cargos públicos o personalidades de la ciudad.
La "lista blanca" publicada contiene 60 expedientes de personas físicas o jurídicas diferentes, relacionadas con 665 multas. De estas, 13 expedientes corresponden a cargos electos, 12 de funcionarios, 9 de empresarios y 16 de familiares de políticos, concejales, funcionarios, colaboradores, miembros de la sociedad civil o de listas del PSC. Àngel Ros aparece en la lista, así como el presidente de la Audiencia Provincial. Un restaurante, por ejemplo, registra más de 90 multas prescritas.
El Comú de Lleida recibió la información en forma anónima. Su concejal, Sergi Talamonte, asegura que "la sensación generalizada es que todo depende de los amigos que tienes, que hay una red clientelar". Y añade: "Estamos denunciando que hay indicios claros de corruptelas. Y si las hay en ese ámbito, es probable que las haya en otros. Esa sensación de impunidad es la forma como los ayuntamientos entran en dinámicas de corrupción". Las multas documentadas se extienden entre 2002 y 2015.
El resto de grupos de la oposición también cree que hay una red clientelar en Lleida. "Aquí siempre son las mismas constructoras, las mismas familias, las que se reparten el pastel de las adjudicaciones, y eso es una red", denuncia Francesc Gabarrell (CUP). "Las asociaciones de vecinos y entidades que dependen durante tantos años de las subvenciones, que se dan a dedo, eso también es una red".
En los 13 años que lleva Àngel Ros en la Paeria, 500 nuevas personas han entrado a trabajar en el Ayuntamiento
Otra acusación compartida contra el actual gobierno municipal es la de nepotismo. Hay un caso especialmente destacado: el de José Crespín, yerno del alcalde. "Se dice poco, pero cuando Àngel Ros busca apoyos en mayo de 2015, también hay voluntad de colocar gente, como su yerno", explica Llobet. Quiere que siga siendo su jefe de gabinete y lo pone sobre la mesa como condición para negociar el cartapacio municipal.
Según el periodista, Ros busca impedir que se vaya de Lleida: "Crespín tiene plaza de funcionario en la Diputación de Barcelona. Si se fuera de Lleida, porque se queda sin trabajo, se trasladaría a Barcelona, y se llevaría a los nietos [de Ros]".
El relato que hacen los grupos municipales de la oposición es el siguiente. Todos los grupos, menos el PSC y el PP, empezaron a negociar el cartapacio a cinco bandas. Las conversaciones avanzaban y se alcanzaron acuerdos de mínimos. Uno de aquellos mínimos, a propuesta de Ciutadans, era que no se podían nombrar familiares directos en cargos de confianza. Cerraron la negociación la víspera de la investidura. Al día siguiente se enteraron de que el PSC había pactado por detrás con Ciudadanos y el PP. En el nuevo cartapacio desaparecía una línea: la que hacía referencia a los familiares.
Ros se defiende de todas estas acusaciones. Sobre las multas perdonadas, dice que es mentira. Atribuye las prescripciones a un momento determinado "en el que la comunicación entre la gestora de los parquímetros no era muy efectiva y las multas llegaban caducadas". Replica que el porcentaje de prescripción de los concejales es igual al de cualquier ciudadano.
Sobre el caso de Crespín, defiende que es un "funcionario de carrera" que llegó a Lleida antes de ser su yerno. También niega la existencia de una red clientelar: "Quien lo diga es que no conoce Lleida. Los ciudadanos de Lleida saben distinguir entre quien piensa en la ciudad y quien piensa en intereses partidistas".
¿El dueño de la ciudad?
"Más allá de las multas, hay miles de ejemplos", asegura un importante periodista local, que no quiere revelar su identidad por temor a represalias de su propio medio. "La relación de Àngel Ros con la prensa local es de dominio total", añade. "Es una corrupción soft. Seguramente no encontrarás que se ha embolsado dos millones de euros, pero sí muchas situaciones en que se fuerza la legalidad hasta extremos peligrosos, prácticamente en todos los ámbitos".
Según este periodista, Ros tiene un problema: nunca se ha sentido aceptado por la elite leridana, por las familias que siempre han mandado en la ciudad. "Eso le frustra mucho, es como un complejo de inferioridad", afirma. "El pequeño favor que podía hacer el alcalde Siurana, Àngel Ros lo multiplica por diez, arriesgándose a traspasar ciertas fronteras, sólo para hacerse aceptar por esa elite a la cual no pertenece".
También cree que se ha construido una red clientelar en la ciudad, y pone cifras: "En los 13 años que lleva Àngel Ros en la Paeria, han entrado 500 nuevas personas a trabajar en el Ayuntamiento. Hay más funcionarios aquí que en Tarragona, que tiene los mismos habitantes. Tiene pagada a media Lleida con cargos o favores. Es la red clientelar explotada al máximo. Hay gente que le tiene pánico".
"Tiene dominada a prensa local", continúa. "Todo esto, todos los documentos que tengo, no podría publicarlos en mi diario".