La del 2024 se plantea como una Diada extraña. Por primera vez en muchos años, este 11 de septiembre, no habrá un president independentista en la Generalitat, y en las elecciones al Parlament de Catalunya celebradas el 12-M, el movimiento perdió la mayoría parlamentaría que había tenido en los últimos tiempos, con reproches continuos entre unos partidos que se replantearan este otoño. Todo, solo un mes después que Salvador Illa asumiera la presidencia del Govern y del retorno fugaz del president Carles Puigdemont. Esta también será una Diada diferente para Lluís Llach. En los últimos años ha participado de la manifestación del 11-S como un independentista "más" y este año lo hará presidido la entidad que la organiza, el Assemblea Nacional Catalana. Para él, todas las adversidades tendrían que ser una motivación más para que los independentistas llenen las calles del centro de Barcelona y de todo el país en esta Diada descentralizada en Tortosa, Tarragona, Lleida y Girona, tal como explica en esta entrevista con ElNacional.cat.

El presidente del Assemblea Nacional Catalana, Lluís Llach / Foto: Montse Giralt

Estamos en las puertas de la Diada. ¿Cómo definiría el 11-S de este año?
Como siempre es una Diada de reivindicación y de fiesta, porque los catalanes somos tan extraños que celebramos una derrota. Pero eso ya está bien porque el mismo día de la derrota empezó la resistencia. Y es una Diada importante porque respecto del año han pasado han cambiado muchas cosas, las circunstancias son muy diferentes.

¿Con un Govern no independentista, como cambia el papel de la Assemblea?
Nuestro papel todavía se refuerza más. El movimiento independentista obedece a razones objetivas. Hemos pasado de tener una mayoría parlamentaría a un presidente declaradamente españolista y con una tendencia derechista y difícil de entender, a quien recuerdo en manifestaciones inadmisibles de hace años. Este Govern es un motivo para decirle a la gente que tiene que salir a la calle. No hay nadie que haya dejado de ser independentista y cada año hay quien quiere contarnos según los asistentes a la manifestación. Pero estamos más que contados. Somos, como mínimo, dos millones. Sin la correspondencia parlamentaria, el independentismo social y de calle se tiene que mostrar más fuerte que nunca Tenemos que decir a los partidos: "Escúchenos, no nos sentimos bien representados y no lucháis por la independencia". Reprocharles la desunión, las peleas entre partidos, las guerras, las renuncias y los hechos inexplicables que han llevado a la presidencia del señor llla. Pero desde la calle eso tiene que ser una motivación. Al menos yo, que soy un optimista por naturaleza, pienso que este año hay más motivos que nunca para salir a la calle. Por la liberación nacional, la descolonización y por los problemas sociales, sean los trenes o el robo fiscal que sufrimos.

Tenemos que animar a todo el mundo a venir a la manifestación para preguntarle a la clase política: "¿No os da vergüenza?"

Entiendo que Usted no comparte el diagnóstico de que el independentismo está desunido.
Para nada. Fíjese que mientras el independentismo institucional está a matar, las entidades independentistas, que somos muchos y muchos más que todos los militantes de los partidos juntos, vamos unidos. Este año la ANC está al frente de la organización de la manifestación como siempre, pero tenemos una colaboración absoluta con todas las entidades. Se podría decir que hacemos el 11-S juntos por primera vez y creo que es una imagen muy fuerte. Tenemos que animar a todo el mundo a venir a la manifestación para decirle a la clase política: "¿No os da vergüenza que en un momento en que las entidades sociales independentistas demuestran una fuerza inédita de unión, vosotros estéis como estáis?" Yo creo que eso es una imagen fuerte y clara. El independentismo social está más unido que nunca: fastidiado, decepcionado, indignado... todo lo que quieras. Y algunos se quieren quedar en casa, y yo les digo: "Por favor, no os quedéis en casa, porque así como está el país, si no salís, no llegaremos a tiempo". 

Ha dicho que ningún independentista lo ha dejado de ser. ¿Cómo explica la bajada de votos en las elecciones?
Por la exhibición de mediocridad de todos los partidos peleándose entre ellos. Es espectacular. Nos encontramos en un momento con que casi todos los partidos están esperando en otoño para reubicarse, pero ve que no tengan una sorpresa y ya se haya reubicado alguna fuerza que se meta por el medio. Perdón por el lenguaje, pero el independentismo institucional se tiene que reubicar, o se tiene que renovar, o se tiene que reciclar, o se tiene que cambiar todo entero porque que el social está indemne.

He visto que va a Londres a celebrar la Diada. ¿Sigue llamando la atención el independentismo catalán  fuera de nuestras fronteras?
El periodismo necesita noticias frescas e interesantes o aterradoras. La venida del president en el exilio nos ha puesto otra vez todas las cancillerías. Y nosotros, las entidades, tenemos que intentar ayudar a hacer este trabajo de proyección exterior de un problemaque también es europeo e internacional.

Lluís Llach durante la entrevista / Foto: Montse Giralt

Esquerra ha anunicat que participará en todos los actos de la Diada, también en la manifestación. Usted ha sido muy crítico con este partido.
Esquerra está lleno de independentistas. Nosotros no invitamos a los partidos. Todo el mundo sabe que hay una manifestación que reclama la independencia de una manera fuerte y contundente, y si la gente de Esquerra quiere venir, bienvenidos serán igual que Junts o la CUP. No sabía si vendrían oficialmente pero que militantes vendrían no tenía ninguna duda, porque dentro del partido hay un porcentaje altísimo de personas que quieren la independencia. Y me parece que los mismos militantes tienen que entender que las críticas que se han hecho a ERC están fundamentadas. Después de cuatro desastres electorales se tienen que replantear tácticas, estrategias y la militancía debería pensar en renovar  a la gente que los ha llevado hasta este punt. 

Cuando dibujas en el mapa español las comunidades más expoliadas son los Països Catalans. Nunca se nos ha definido tan bien: somos la colonia necesaria.

¿Cree que serán bien recibidos a la manifestación los líderes de ERC que vengan?
Por experiencia, una mentalidad muy bonita de la ANC que se ha mantenido durante años es que nosotros no pedimos nunca carnés. No me pregunto que piensa ni que vota quien tengo el lado. Nunca, nunca, nunca. Somos los independentistas que más allá de organizaciones nos encontramos allí. Si solo vinieran los independentistas con carné no habríamos reunido nunca a la gente que hemos llegado a reunir. Hemos sido tantos porque invitamos a los independentistas, piensen lo que piense, en venir. Al mismo tiempo, la ANC es un colectivo que tiene como único objetivo la independencia y estamos obligados a dar la opinión ante la situación política que hay. ¿El president Illa nos gusta? No. ¿Nos habría gustado, a pesar de la mala imagen, ir una segunda vuelta de las elecciones y ver si el independentismo se recuperaba? Sí.  Ahora, para nosotros, el objetivo es que la gente que vendrá a la Diada,, piense que piense, crea a independencia es más necesaria que nunca. Se ha demostrado que el precio de ser dependientes es inasumible colectivamente. El precio que cada catalán, piense que piense, venga de donde venga, paga por el hecho de ser español es inasumible. Todo eso es de una evidencia bestial que da impresión. Cuando dibujas en el mapa español las comunidades más expoliadas son los Países Catalanes. Nunca se nos ha definido tan bien: somos la colonia necesaria.

Decía que todos los independentistas son bienvenidos. Esta semana la CUP pidió que el independentismo antifascista evitara que la extrema derecha catalana se manifestara el 11-S. ¿Cómo lo ve?
No lo podemos prohibir eso. Ni podemos ni queremos. La gente de este partido que quiera venir como independentista será bienvenido. Si tenemos que hablar de cuestiones ideológicas, hablemos. Pero si hablas del 11 de septiembre, todo independentista, piense qué piense será bienvenido. Punto.

Esta semana, Marta Rovira ha asegurado que tira la toalla para rehacer puentes entre independentistas. ¿Ha hablado con ella desde que volvió del exilio?
Incluso con la ANC, dijo. Yo soy un viejo con aficiones en Celestina. Ya cinco o seis años intentándolo y no lo he conseguido nunca. Ahora, hablar de los puentes que se han destruido después de un acto tan contundente como el que acaba de pasar en este país es extraño. Yo no entiendo a la señora Rovira, a quien aprecio humanamente, tampoco sus motivos políticos. ¿Para colocar aunque sean 400 personas a cambio de la ruina del futuro? También se dice que hay motivos ocultos que no quiero saber, porque seguramente me avergonzaré. Los puentes estarán siempre cuando la lógica y la coherencia con el independentismo permitan construir unos mínimos pilares. Cuando se acaba de hacer tabula rasa como ahora, cuando se arrasa con los pilares de acuerdo entre el independentismo institucional y el social, a mí que no me vengan con puentes o que esperen algunos meses para disimular.

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¿Qué impedimentos se ha encontrado en su tarea de Celestina?
La obsesión de la estrategia hegemonista ha destrozado muchos comportamientos, no solo a Izquierda, porque eso es una enfermedad de los partidos que ya va implícita en su propia existencia y más con una ley electoral como la que tenemos. La estrategia del hegemonismo y el egocentrismo de algunos dirigentes ha hecho que todo eso se haya ido al garete. A mí se me explicitó el año 2019. Estamos pagando consecuencias de estrategias elaboradas no sé si antes del 2017, durante la prisión de Lledoners, o durante la negociación de los indultos. Ahora ya tanto me da. Pero está clarísimo que todo eso viene de lejos.

Hace dos meses se produjo una reunión a Waterloo de todos los partidos y entidades independentistas. ¿Lo que se habló en aquella reunión ha quedado en papel mojado?
No es que esté mojada. Es que se han tirado cubos de agua sobre el papel. El primero ha sido el golpe de Estado judicial: no sabíamos hasta qué punto el Tribunal Supremo o las audiencias nacionales pervertirían la ley de amnistía. Y en aquellos momentos, Esquerra decía que estaría con el president. Es verdad que a algunos de ellos yo personalmente los vi al acto de bienvenida en Arc de Triomf. Pero si luego pasa todo el que pasó en el Parlament, no es que esté mojado el papel, es que se ha roto. La esperanza de muchos independentistas era que fuéramos a segundas elecciones y que pudiéramos rehacer la unidad institucional. No se ha hecho y ahora tenemos que partir de otras bases. Tenemos la Generalitat más españolista en décadas y todas las motivaciones son más claras que nunca, pero las relaciones entre el independentismo social y las instituciones son las empeoras que se podían imaginar.

¿Cree que ahora sería posible otra reunión como la que se dio hace un par de meses?
Nosotros siempre que nos pidan una reunión, si no se nos pide que mintamos o que renunciemos a los principios, siempre iremos. No renunciemos a hablar y a restablecer los puentes, pero siempre que sea sobre bases de sinceridad y de no llamarse mentiras y engañarse, porque así no vamos a ningún sitio.

¿Cree que se le engañó en aquella reunión?
No, no, no. Lo que pasa es que ninguna de las condiciones que hay hoy se estaban dando en aquel momento. O sea, lo que tenemos que entender todos, yo el primero y la ANC también, es que la política es extraordinariamente voluble. Y si en algún lugar eso ha quedado en evidencia es en Catalunya. En menos de un año y medio o dos han pasado todos los disparates que podían pasar. Por lo tanto, no podemos racionalizar, esta es una de las dificultades que tenemos tanto las entidades como seguramente los partidos, aunque muchas de las causas de esta fragilidad viene del comportamiento de las formaciones políticas.

Comentaba el retorno del president Puigdemont. ¿Cree que el hecho de no dejarse detener aquel día fue la decisión más acertada?Yo creo que sí. Creo que un president de la Generalitat tiene que defender la institucionalidad de lo que representa y, por eso, por tantos catalanes, incluso para mí que no voto nunca a Junts, el president es muy importante porque nos rehace la historia de este país. Yo no era partidario de que se dejara detener, pero él defendía la institucionalidad de un president en exilio viniendo como diputado electo a presentarse al presidente del Parlament y decirle aquí viene mi acta y a partir de aquí participar en el debate de investidura. Por lo que yo sé, la vuelta fue la opción por la cual nadie estaba demasiado preparado. Suerte que el señor Sallent... Mejor corrámos un tupido velo. Entiendo que Puigdemont viniera y que quisiera acabar su vida institucional de una manera digna y después o retirarse o hacer política. Pero al mismo tiempo, y se lo pude decir personalmente, pienso que su trabajo en el exterior era muy importante porque la experiencia de la gente en la prisión se ha demostrado que no es nada positiva y que de alguna manera es un chantaje, no solo sobre la persona sino también sobre los mismos partidos.

¿Si sabía que Puigdemont había llegado dos días antes a Barcelona? No lo sé, no me acuerdo. A mi edad la memoria es una cosa que...

¿Usted sabía que había llegado dos días antes a Barcelona?
No lo sé, no me acuerdo. A mi edad la memoria es una cosa que...

Fue la primera persona que envió un mensaje en su nombre. ¿Cómo se lo encontró cuando pudo hablar con él?
Fue una gran sorpresa. Hasta bastante tarde nadie sabía dónde estaba. Su voluntad era llegar al Parlamento y entonces se formó una gran confusión y nadie sabía dónde estaba, aunque con tanta gente no verlo era normal. Hasta las ocho de la tarde la situación fue un poco birlada por los que habíamos convocado a la gente, que no sabíamos nada y no podías movilizar a nadie.

¿Usted tampoco sabía dónde estaba?
En absoluto. Cuando llegué a Parlavà recibí una llamada. Me pidió que, con la voluntad de que el acto no fuera interpretado como un acto de partido, sino de país, lo transmitiera. A mí me honró como presidente de la ANC.

Lluís Llach,durant la entrevista / Foto: Montse Giralt

 

¿Diría que cumplió su objetivo de proteger a Puigdemont en su retorno?
Sí. Desde el principio lo dijimos muy claramente que nuestro trabajo era permitir hacer su voluntad de presentarse en el Parlament. Y aunque al Parlament no llegó, pero al menos a fuera sí pudo hablar. Ahora, mientras esté fuera, el president tiene que ser una especie de faro o un pararrayos, depende del día.

Los tres partidos independentistas se están recolocando y tienen asambleas y congresos en otoño. ¿Cómo tendrían que salir?
Especular sobre esto no lo puedo hacer. Seguramente no estoy preparado. Lo que me gustaría es que salieran un centroderecha independentista y un centroizquierda independentista reforzado. Sin uno o el otro no haremos la independencia desde un punto de vista institucional. Y también una agrupación magnífica como es la CUP, que está planteando nuevas estrategias que traiga nuevas ideas para hacer el camino y aunar la resistencia nacional con la fuerza social. Yo lo veo así y me gustaría que fuera eso. Ahora, ¿qué pasará? Eso ya no lo sé.

La solución de la lengua no será una conselleria, sino que tiene que ser una cuestión de todo el Govern, y con el Bajo Llobregat o Lérida...

Ha sido muy crítico con el nuevo Govern de la Generalitat. Este ha creado una conselleria de Política Lingüística para intentar revertir la situación de la lengua. ¿Tiene confianza en ella?
Primero, desearle toda la suerte al conseller. Tengo que decir, con prudencia, y es mi obligación como presidente de la ANC, que la solución de la lengua no viene de una secretaría general o una conselleria, sino que tiene que ser una cuestión de todo el Govern. Y con Bajo Llobregat y Lérida como te lo diría... Estoy seguro que el conseller hará todo el posible porque si no, no entendería que ni él ni Esquerra hayan aceptado este pacto, pero no tengo prácticamente nada de confianza que eso sea efectivo porque necesita la voluntad interrelacionada de todas las conselleries. Por lo tanto, yo espero que haga todo lo que pueda pero el temporal que tiene en frente y las olas le van en contra absolutamente.

¿Qué le pediría como prioridad a este conseller?
Podría empezar a mirar otra vez las rotulaciones de los comercios, o con qué te atiendan en catalán cuando entras en una tienda; que cuando hagas una denuncia (en las que nosotros como ANC participaremos) tengan recorrido o puedan superar el primer escalafón de la administración... Pero una cosa es que el señor Illa haga ver que quiere hacer realidad sus supuestos compromisos, que no sé si ha cumplido alguna vez alguno, y el otro es que el engranaje del Govern, donde hay lo mejor y lo peor del españolismo, esté dispuesto a participar en el cumplimiento de algunos compromisos. 

Lluís Llach, en el plató de El Nacional / Foto: MONTSE GIRALT

Otra parte importante de los acuerdos de investidura fue la financiación. ¿Tampoco es optimista?
Ya han empezado las rebajas y lo que volverán a hacer es un café para todos y en este café para todos volveremos a perder. Yo no tengo ninguna confianza. ¿Cambiarán las formulaciones? Sí. ¿Cambiarán los fondos? No. Así como nosotros mientras seamos españoles no podremos sobrevivir, el Estado sin nuestro espolio tampoco puede sobrevivir tal como es ahora.

¿Delante de este escenario, y con una presidencia del PSC en Catalunya, cree que los partidos independentistas tendrían que dejar de dar apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez y forzar elecciones en Madrid?
No me veo capaz de aconsejar eso. Lo que sí que de alguna manera se tiene que hacer es una reflexión estratégica porque que si quieren jugar en Madrid, ahí sepan que van en serio. Yo habría querido que en algún momento anterior de esta legislatura pasada, demostrarlos que si no cumplían, nos iríamos. Y en vez de dar la oportunidad al gran trilero Sánchez de hacer la maniobra de ir a elecciones cuando nadie se lo pensaba y sorprendernos y decir "oh, este tio...", éramos nosotros que nos teníamos que avanzar y decirle al señor Sánchez: "Ahora cuando vayas a elecciones, sabe que si cuando volvemos, nosotros somos imprescindibles cuando decimos no, es no y cuando decimos sí, es sí. Eso no se ha hecho y la toma de pelo parece que continúa.

¿Es demasiado tarde para revertirlo?
Creo que la toma de pelo ha sido tan bestia que yo no sé qué credibilidad podemos tener cuando vas a Madrid a amenazar. "Exigimos" es el verbo más utilizado últimamente por los poderes catalanes. ¿Exigimos qué? Si ya has renunciado a todo. Mientras no haya una vez de fuerza y el legislativo español no nos tome seriamente, el judicial tampoco lo hará. Mientras los partidos independentistas no den un puñetazo sobre la mesa en Madrid, no se les tendrá en cuenta nunca y eso se tenía que hacer antes. Ahora tienen otra oportunidad con los presupuestos

La entrevista entera, a continuación:

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