A regañadientes y por la fuerza, ERC ha asumido que la investidura de Pere Aragonès tendrá que esperar más de lo que habrían querido. Incluso más de lo que esperaban después de las dos primeras investiduras fallidas. Asumido ya que el acuerdo con Junts no llegará esta semana, han intensificado la presión para que esté listo en menos de quince días, antes del 1 de mayo. En paralelo a la negociación para hacer gobierno, cada uno de los implicados trabaja su propia estrategia para dominar el relato. Y los republicanos hace días que se esfuerzan en dejar claro que el único responsable que todavía no haya gobierno es Junts.
"Por ERC no será, no hay escollos insalvables sino excusas", "no entendemos por qué todavía no se ha cerrado un acuerdo", son algunos de los argumentos más repetidos las últimas semanas en las comparecencias públicas de los dirigentes de ERC. Este lunes, los de Junqueras han elevado un punto más el tono. En las formas y en el fondo. Acusan a los junteros de querer demorar el acuerdo por intereses partidistas y les ponen una especie de ultimátum -sin concretar la cual pasaría si se incumple el límite fijado- que sitúa el 1 de mayo como el dead line para cerrar la alianza.
Para dar solidez a su posicionamiento, que ellos se han hartado de enviar propuestas a Junts mientras que los de Puigdemont dilatan el calendario sin motivos, el equipo negociador de ERC ha comparecido este lunes en bloque para exponer los puntos clave del documento que trasladaron ya hace nueve días y del que sólo han recibido, dicen, una respuesta parcial, a una de las cinco carpetas que lo integran -estrategia independentista, soberanía del Parlament, plan de gobierno, estructura del ejecutivo y mecanismos de coordinación- y que detallamos a continuación.
1. Estrategia independentista
Es el apartado que hizo atascar las conversaciones durante las primeras semanas y todavía no está resuelto. Durante los primeros compases de la negociación, Junts neutralizó la propuesta de ERC de seguir avanzando en otras materias para no quedar bloqueados. Finalmente, después de haber puesto las bases para avanzar en este terreno, se han abierto a empezar otras carpetas.
La propuesta que ERC ha trasladado -y que sintetiza en un solo documento lo que se han ido intercambiando las dos partes a lo largo de estos dos meses- plantea la necesidad de disponer de un nuevo estado mayor que comande la estrategia independentista. Lo llaman dirección colegiada. La idea es que incorpore los tres partidos independentistas -ERC, Junts y la CUP- y las dos principales entidades soberanistas -Òmnium y la ANC. Los republicanos destacan que en este espacio tiene que tener presencia el presidente Puigdemont, lo circunscriben al Consell per la República pero reclaman que sea autónomo.
Este largo periodo de negociación ha servido para limar las asperezas en torno al Consell per la República, del que ERC había recelado hasta ahora. El órgano se ha adentrado en una reformulación que lo haga más participativo y la propuesta es que tenga un papel primordial en la internacionalización de la causa catalana. Un elemento que se sitúa como esencial en la preparación de las bases para un virtual "nuevo embate" con el Estado, en caso de que este siga cerrando la puerta a la autodeterminación y la amnistía. El margen que se da a la mesa de diálogo con Madrid es de dos años, tal como figura al acuerdo con la CUP.
Uno de los puntos clave es la voluntad de "reanudar la iniciativa" por parte del independentismo. Por eso se subraya la importancia de no quedarse de brazos cruzados mientras se espera que la negociación con el Estado dé frutos. Hace falta, dicen, ir preparándose en paralelo.
Todavía en este primer bloque, ERC habla de coordinación institucional de la acción de las fuerzas independentistas, en el Parlament, en el Govern pero también en Madrid. Este es uno de los apartados no resueltos, y es que los republicanos quieren circunscribir esta unidad de acción al Congreso y al Senado sólo a los temas que tengan que ver con el procés, mientras que Junts pide que sea en todos los ámbitos.
2. Soberanía del Parlament
El 14-F ha dibujado el hemiciclo con más diputados independentistas de la historia. El documento insiste en la necesidad en no malbaratar a estos 74 diputados, sino coordinarlos de manera que sirvan para consolidar la soberanía del Parlament. Un primer paso fue el hito histórico de conseguir que cinco de los siete miembros de la Mesa sean independentistas. Entre los objetivos que se plantean hay profundizar en el pacto antifascista.
3. Plan de gobierno
En la primera reunión que mantuvieron el miércoles después de Semana Santa, ERC y Junts empezaron a hacer trabajo en materia de programa. En la mirilla, el despliegue de políticas sociales para dar respuesta a la crisis económica y social derivada de la pandemia. Los republicanos han planteado tres ejes: el refuerzo del estado del bienestar, la cohesión social y el buen gobierno.
Entre otros, se recoge el plan de rescate social de 700 millones de euros que anunció Aragonès en el discurso de investidura, o la inyección de 5.000 millones de euros más al presupuesto de Salud.
4. Estructura de gobierno
Pere Aragonès tiene muy clara la estructura del gobierno que quiere presidir. La propuesta enviada a Junts apuesta por un gobierno totalmente paritario, donde el 50% de los altos cargos estén ocupados por mujeres. Al mismo tiempo, prevé la creación de tres nuevas conselleries, la de Feminismos e Igualdad, la de Acción por el Clima y la de Universidades y Conocimiento. Para no sobredimensionar el ejecutivo, la propuesta lleva aparejada al supresión de otras áreas.
En paralelo, se insiste en una nueva figura gubernamental que gestione directamente los fondos europeos, el comisionado Next Generation. La voluntad de ERC es que esté adscrito al departamento de Presidencia, que estará en sus manos, y no a Economía, que pasará a depender de Junts. Sobre este punto hay discusión, aunque los republicanos aseguran que no les consta que los junteros tengan objeciones.
5. Cohesión del gobierno
Si de una cosa ha servido la pasada legislatura, durante la cual las turbulencias entre socios han estado en el orden del día, es para tomar nota de los errores que no se quieren repetir. Por eso, en el documento se añade un capítulo específico dedicado a cómo engrasar los mecanismos de coordinación para sofocar crisis.
Se da por hecho que en un gobierno de coalición será inevitable que surjan diferencias, la intención no es anularlas, sino saberlas gestionar para evitar que impacten en la estabilidad del ejecutivo. Se haría a través de tres comisiones de seguimiento del acuerdo de gobierno, cada uno circunscrito en un ámbito concreto, el uno en el Parlamento, el otro entre partidos, Parlament y Govern y un tercero en forma de jornadas de convivencia de los miembros del ejecutivo.
En la imagen principal, los cuatro miembros del equipo negociador de ERC. / Marc Puig