Hoy ha empezado el juicio contra los escoltas de Carles Puigdemont que lo acompañaron en su viaje a Bruselas. Los dos mossos viajaron a Waterloo y se encargaron de la seguridad del presidente durante el desplazamiento de Estocolmo a Bruselas el 23 de marzo del 2018.

Dos días después la policía alemana detenía a Puigdemont cuando acababa de pasar la frontera con Dinamarca. La Fiscalía les pide 3 años de prisión por el delito de encubrimiento.

Puigdemont tenía una nueva orden de detención y la intención era, según han relatado los dos escoltas acusados en el juicio, llegar lo más rápido posible a la Fiscalía belga. Por eso cogieron "vías rápidas para poder llevar a Puigdemont", han explicado en la primera sesión. Han reiterado que en ningún caso intentaron ni esquivar a la policía, ni esconderse ni huir. Creían que lo que hacían era lo correcto porque los abogados les habían explicado que había que llevar al president Puigdemont a la Fiscalía después de que Pablo Llarena dictara una nueva orden de detención.

La declaración de los acusados

Los mossos estaban de vacaciones cuando viajaron a Bélgica con Carles Puigdemont una vez aplicado el 155. Los dos agentes llegaron el 19 de marzo a Waterloo, donde se había establecido Puigdemont después de marcharse de España tras la declaración de independencia el 27 de octubre del 2017.

El 23 de marzo, mientras estaban en Bélgica, "una persona no identificada" les pidió que fueran a buscar en coche a Puigdemont, que se encontraba en Helsinki (Finlandia) cuando el juez instructor del procés, Pablo Llarena, reactivó esos días la orden europea de detención. Los agentes han declarado en el juicio que no tenían "en ningún momento" la impresión de que estuvieran cometiendo ningún acto ilícito, aunque era conscientes de que los podían detener. "No nos teníamos que esconder de nada ni de nadie", ha dicho Xavier Goicoechea.

 

Xavier Goicoechea en un momento de la declaración

Los dos mossos explican que su misión era ir a buscar a Puigdemont, que estaba en Estocolmo, para llevarlo en presencia de la Fiscalía porque se acababa de dictar una nueva euroorden. Y los dos han señalado que lo hicieron con las indicaciones de los abogados del president.

Los escoltas han expuesto que utilizaron el coche de siempre del president, "conocido por la policía y la prensa", ha dicho Carlos de Pedro López, y pasaron por vías principales. Carreteras rápidas con todos los controles, como lectores de matrículas, cámaras, radares... con ninguna intención de huir ni de esconderse.

Los pasos fronterizos no comportaron ningún problema hasta que llegaron a Alemania, donde había un control, se les apartó a una zona de descanso y, aunque les dijeron que era un control rutinario de tráfico, empezaron a aparecer agentes encapuchados y con armas largas. Después de comprobar la documentación, a los mossos los dejaron en libertad, y a Puigdemont lo trasladaron a la prisión de Neumünster.

El día a día en Waterloo

Los dos mossos, Xavier Goicoechea, de la unidad de escoltas, y Carles de Pedro López, agente de Seguridad Ciudadana, pasaron unos días de sus vacaciones en Waterloo el mes de marzo de 2018. En su breve declaración en la primera sesión del juicio han explicado que su día a día en la casa donde vivía Carles Puigdemont era para hacer tareas domésticas. "Montábamos muebles, limpiábamos e íbamos a comprar", ha dicho Goicoechea. En su caso también había hecho de chófer alguna vez yendo a recoger al president.

El encargo importante llegó el 23 de marzo, cuando les pidieron que recogieran al president en Estocolmo y les acabaron deteniendo.

Carlos de Pedro López volvió el 28 de marzo, tres días después de la detención de Puigdemont. Lo detuvieron en el mismo aeropuerto de Barcelona. Justo aterrizar el avión "aparecieron cuatro o cinco coches de la policía española. Salieron encapuchados que pidieron la documentación a todo el mundo".

A Xavier Goicoechea lo detuvieron una mañana cuando salía de su casa en Vilassar de Mar.