Se confirma lo que muchas personas sospechaban: Facebook prioriza el beneficio económico a cualquier otro aspecto de seguridad o moral. El que ha hecho posible confirmar las sospechas que llevarán hacía tiempo cernían sobre el gran gigante de la tecnología han estado las filtraciones de la extrabajadora, Frances Haugen, y, más recientemente, la publicación de los papeles de Facebook, una investigación exhaustiva publicada por diecisiete medios norteamericanos,
Anteponer los resultados económicos a la seguridad en la red, descontrol deliberado ante la desinformación o la ausencia de medidas de precaución internas justo antes del asalto al Capitolio son algunas de las cuestiones que se destacan en las nuevas publicaciones sobre la red social, según recopilación Efe.
Los Estados Unidos, el centro del mundo de Facebook
Al contrario de lo que han mostrado los comunicados y los eslóganes de Facebook, la empresa dedica muy pocos recursos a combatir las fake news. La poca inversión que dedica la compañía a luchar contra desinformación se ejecuta sin sentido ni estrategia.
Según revelan los papeles de Facebook, el gigante tecnológico casi no dedica recursos a combatir la información falsa fuera de los Estados Unidos (EE.UU.), y su efectividad es casi nula en países en vías de desarrollo como la India, en este momento el país con más usuarios de Facebook del mundo. Según un informe de la misma compañía, el año 2020 el 84% de las actuaciones contra información falsa en Facebook e Instagram pasaron a los EE.UU., pero la mayoría de su mercado se sería del país.
Esta indiferencia en la mayoría de su mercado no solo demuestra un centralismo que se podía intuir desde la fundación de la compañía, sino que tiene consecuencias fatales en la política y la economía de otros países. Unas consecuencias que pueden llegar a llevarse la vida de personas. Sin ir más lejos, el último golpe de Estado en Sudán ha sido gestado a través de difundir noticias falsas en redes como Facebook y, hasta ahora, ya se ha cobrado siete vidas y ha dejado a 140 heridos.
Por desgracia el caso del Sudán no es un hecho aislado. Las noticias falsas ignoradas por Facebook han atizado discursos de odio a Birmania, Brasil o Hungría. Sin olvidar que la desidia con que Facebook afronta la censura de los contenidos que hay en su página que tienen muchas visitas llega a su máxima expresión con la retransmisión en directo del atentado de extrema derecha de Christ Church (Nueva Zelanda) hecha por el mismo culpa. Durante 17 minutos el terrorista defensor de la supremacía blanca retransmitió el asesinato de una cincuentena de personas sin ninguna consecuencia en la plataforma.
Despreocupación con las elecciones de 2020, indiferencia con el asalto al Capitolio
Sabiendo que la compañía dedica la mayoría de sus recursos para combatir fake news a su país natal sería lógico suponer que la actuación en los espacios de la red norteamericanos debe ser implacable, pero tampoco es el caso. El papel de Facebook exponen la despreocupación tanto por las elecciones del 2020 como los días anteriores y posteriores al asalto del Capitolio.
Si las elecciones a la presidencia norteamericana se caracterizaron por una cosa, fue por la polarización extrema de la sociedad de los Estados Unidos. Unos hechos en lo que Facebook hizo, en la práctica, caso omiso, mientras de cara al público aseguraba estar trabajando para moderar el debate en su plataforma.
Muchos de los trabajadores que durante los meses previos a los comicios habían formado parte del equipo de prevención contra noticias falsas y contenidos de odio, se tomaron excedencias o cambiaron de cargo después de las elecciones. No fueron reemplazados, a pesar de que la crispación y el aumento del discurso de odio seguía más vivo que nunca en la red desembocando en el asalto en el Capitolio.
Como si todo eso fuera poco, los papeles de Facebook demuestran como a lo largo de los años los recursos destinados al combate de los discursos de odio han ido a la baja.
Malas excusas
¿Cómo responde a todo eso la compañía? Niegan que aunque Facebook es un negocio que intenta conseguir beneficios, la idea de que lo hacen a costa de la seguridad o el bienestar de las personas "es una mala interpretación" de la realidad.
Entonces, ¿cuál es la interpretación correcta? Pues, según la empresa, el problema no es de ellos como individuos si no ha llegado un punto en que no entienden su propio algoritmo, el cual conciben como un monstruo que ha ido creciendo y que ahora es difícil de controlar.