Primera etapa completada. El president de la Generalitat, Pere Aragonès, cumple este domingo cien días al frente del nuevo Govern, centrado en la gestión de la pandemia de la covid-19 y la mesa de diálogo con el estado español.
La pandemia ha sido protagonista en esta primera etapa. Aragonès fue investido poco después del levantamiento del estado de alarma y de la cuarta ola, cuando focalizó los esfuerzos al acelerar la vacunación contra el coronavirus. Cien días después, Catalunya se encuentra en las puertas de tener el 70% de su población vacunada con la pauta completa.
Reveses judiciales por la pandemia
En este sentido, los principales problemas llegaron al principio de julio, cuando empezó la quinta ola de la pandemia que todavía sufrimos. Para hacer frente al nuevo embate de la covid-19, el Govern aplicó durante aproximadamente un mes el toque de queda en aquellos municipios con más incidencia. Si bien es verdad que la pandemia ha reculado, ha sufrido importantes reveses judiciales: el TSJC ha tumbado hasta dos veces la propuesta del ejecutivo catalán durante los últimos días, acusándolo de querer restringir derechos fundamentales por motivos de orden público y no epidemiológicos.
También guarda relación con la pandemia el trabajo que ha hecho el Govern por la recuperación económica y social. El Consejo Ejecutivo ha aprobado durante estos meses varias medidas para afrontar las consecuencias socioeconómicas de la covid-19, como 917 millones para un plan de empleo y setenta millones para financiar la renta garantizada de ciudadanía. Según fuentes de Presidencia consultadas por Europa Press, han superado la promesa que hizo en su discurso de investidura de destinar 700 millones de euros para un plan de choque social en los primeros cien días.
Diálogo con el Gobierno
El otro protagonista de estos cien días de nuevo Govern ha sido el diálogo con el Gobierno, que se empezó a deshelar gracias a los indultos a los presos políticos. El 7 junio Aragonès y Pedro Sánchez se encontraron en Foment del Treball y, después, en la Moncloa el 29 de junio. Aquí los presidentes pactaron reactivar la comisión bilateral y la famosa mesa de diálogo.
De esta manera, la comisión bilateral se reprendió a principios de agosto para hablar de cuestiones principalmente económicas. En el marco de este encuentro entre gobiernos se cerró el acuerdo por la ampliación del aeropuerto de El Prat, uno de los principales retos de lo que queda de legislatura. Las cuestiones políticas quedan reservadas por la mesa de diálogo, donde la Generalitat quiere poner sobre la mesa la autodeterminación y la amnistía.
Si bien con la gestión de la pandemia no han surgido muchos problemas, la celebración de la mesa de diálogo ha evidenciado las diferencias existentes entre los socios del Govern. ERC se ha mostrado constantemente a favor de la negociación con el estado español, que permitirá encontrar una salida al conflicto político. En cambio, Junts no ha hecho más que expresar sus inconvenientes con unas conversaciones que supuestamente serán una pérdida de tiempo.
Hay que recordar que ERC y Junts, junto con la CUP, pactaron tanto la celebración de esta mesa de diálogo como la duración de esta, que será de dos años. No respetar este plazo tal vez podría hacer saltar el Govern, aunque el próximo escollo importante para la estabilidad del ejecutivo catalán será la aprobación de los nuevos presupuestos.