La lucha contra la amnistía que reclaman los partidos independentistas para la investidura del líder del PSOE, Pedro Sánchez, ha conseguido reconciliar a dos 'viejos amigos' de la política española. El expresidente del Gobierno, Felipe González, y su exmano derecha, Alfonso Guerra, han vuelto a hablarse después de 30 años sin hacerlo. Y es que los dos exdirigentes políticos fueron los que refundaron y catapultaron al PSOE, consiguiendo la mayoría absoluta de 1982. Y es que antes de la presentación del libro de Alfonso Guerra el pasado miércoles en el Ateneo de Madrid, donde Felipe González tildó a los catalanes de "minoría en extinción", hubo una operación para reconciliar a los dos exdirigentes socialistas.
Un expresidente de Extremadura, clave
La idea vino del expresidente de Extremadura Juan Carlos Rodríguez en el 2019, según explica El Mundo. A pesar de haber otros mediadores, con la pandemia, la idea se pospuso hasta enero del 2021. El objetivo era que los 'refundadores' del PSOE se volvieran a hablar ante los posicionamientos del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. "Piensan lo mismo y se respetan. ¿Por qué no puede volver a ser como antes"?, se preguntaba Rodríguez. Sin embargo, quien jugó un papel clave fue la mujer del expresidente extremeño, quien invitó a los dos exdirigentes al cumpleaños de su marido. Fue un encuentro en el cual se abrazaron, sonrió a la cámara, sin reproches y con poco contenido político.
Ya más tarde, se invitaron a sus casas. En la extremeña, Felipe, y en la de Conil, Guerra, que a finales de agosto le preguntó al expresidente si quería presentar el libro este miércoles. Precisamente fue el acto donde los dos dirigentes cargaron contra las políticas de Pedro Sánchez de destensionar Catalunya. Los dos dirigentes tienen una visión casi calcada del problema catalán. Mientras Guerra tildaba "de humillación deliberada a la generación de la Transición" las negociaciones para la amnistía, González defendía la aplicación del artículo del 155. "Stalin también autodeterminaba todo el mundo", señalaba con tono bromista. De hecho, incluso pidieron a Sánchez que dejara gobernar en Feijóo en solitario.
Una mala relación que venía de lejos
La mala relación entre los dos dirigentes socialistas viene de lejos. Antes de que el conflicto entre Catalunya y el Estado los haya reconciliado, González y Guerra hacía 30 años que no se dirigían la palabra, más allá de coincidir en actos puntuales, como por ejemplo la campaña electoral del 2011 en favor de Alfredo Pérez Rubalcaba. La relación entre estos dos dirigentes ya era compleja antes de romperse completamente. Gonzçalez era el pensador y Guerra el ejecutor. "Guerra contemplaba el mundo en términos de amigos y enemigos", explica al exsubdirector de gabinete de Presidencia entre 1982 y 1993. En cambio, "González siempre ha tenido una concepción "más accidental, más instrumental de las personas".
En este contexto, la chispa final del conflicto entre ellos dos viene cuando el PSOE (159) gana las elecciones el año 1993 de forma muy ajustada por delante de un PP (141) de Aznar al alza. La elección del portavoz parlamentario tenía que ser clave y es que González propuso a la ejecutiva socialista el nombramiento de Carlos Solchaga, quien era el enemigo número uno de Guerra. "Por encima de mi cadáver", dijo el entonces vicepresidente en funciones. Por eso, González propuso una votación amenazante que si no sacaba adelante a la ejecutiva socialista se tendría que buscar otro candidato. González ganó por un voto, gracias al guerrista Ludolfo Paramio i Solchaga fue portavoz parlamentario.
El fin del marxismo en el PSOE o el referéndum de la OTAN
Sin embargo, este es un ejemplo de las muchas discrepancias que tuvieron los dos dirigentes. Otro ejemplo es cuando el 1979 González anunció que dejaría el marxismo, hecho que no gustó a Guerra. Un hecho similar sucedió con la convocatoria del referéndum de la OTAN. Los enfrentamientos fueron creciendo ya en la primera legislatura, cuando Felipe González, que estaba siempre más receptivo a ampliar su entorno, decidió nombrar como ministros en Solchaga, a Miguel Boyer, a José María Maravall, a Narcís Serra, a Joaquín Almunia, a los que Guerra gritaba despectivamente "los amigos de Felipe".
Precisamente, González y Guerra también tuvieron un choque dentro de la ejecutiva a causa de los equilibrios de poder. Lo'entonces ministro de Economía Miguel Boyer, próximo a González, dimitió de su cargo en 1985 después de que se le negara una vicepresidencia para tener lo mismo poder que Guerra.
Con todo, también fue clave en la caída de Guerra el caso de su hermano de presunto tráfico de influencias desde un despacho oficial de Sevilla. Al mismo tiempo, los escándalos de la financiación del partido o el resurgimiento de los GAL hicieron que Guerra terminara de su cargo como vicepresidente del Gobierno.