Las exigencias de la CUP o, mejor dicho, el protagonismo que las presiones cuperas han adquirido en la negociación con Junts pel Sí para la constitución del nuevo Ejecutivo catalán, y en especial para la investidura del presidente de la Generalitat, están provocando malestar en el Gobierno.
La reunión de esta mañana del Consell Executiu ha servido para constatar esta situación. El president Artur Mas ha admitido la complejidad de las negociaciones planteadas pero ha querido expresar la confianza en que, a pesar de los inconvenientes, el acuerdo con la CUP será posible, según las fuentes consultadas.
No obstante, la posibilidad de que las conversaciones desemboquen en un adelanto electoral se ha puesto sobre la mesa. La consellera de Governació, Meritxell Borràs, ha sido la encargada de plantear los diferentes escenarios posibles. Borràs ha repasado el calendario legal que, según ha informado El Nacional, en caso de agotar todos los plazos puede llegar hasta el 9 de enero, momento en el que, si no fuera posible la investidura, desembocaría en una convocatoria automática de nuevas elecciones.
Esta nueva convocatoria situaría los comicios en el mes de marzo, lo cual mantendría tres meses más en situación de interinato al actual Ejecutivo en funciones.
Entre los miembros del Gobierno hay una determinación absoluta de que Mas es quien tiene que ocupar de nuevo la presidencia. Desde este punto de vista se ha extendido un malestar evidente entre los consellers por el hecho de que las exigencias planteadas por la CUP hayan creado la imagen de que la presidencia de la Generalitat es negociable.
Diez ante 62
En el Ejecutivo hay igualmente preocupación por el escaso margen de maniobra que la actitud de los diputados cuperos concede al futuro Gabinete. No son pocas las voces en el Govern actual que se preguntan hasta qué punto diez diputados de la CUP pueden condicionar, como pretenden hacerlo, a los 62 diputados que han conseguido Junts pel Sí, la coalición que integran CDC, ERC e independientes de la sociedad civil.La estrategia de la CUP se ha impuesto públicamente con tal fuerza que ni siquiera los pronunciamientos públicos sirven para matizar la imagen de debilidad del grupo mayoritario del nuevo Parlament. Así lo ha podido constatar la vicepresidenta Neus Munté en la rueda de prensa posterior a la reunión del Govern. Munté ha tenido que responder a diferentes preguntas sobre la continuidad de Mas. "Por descontado es un gran activo. No sólo para el proceso. Es imprescindible", ha remarcado. Exactamente las mismas preguntas que tuvo que responder en la rueda de prensa de la semana pasada.