"Lo que haremos mañana (sábado) lo recordaremos toda la vida, pero ellos lo recordarán todavía más". Con estas palabras Xavier Vidal ha dado paso al brindis que daba el pistoletazo de salida a la caravana con más de cien voluntarios de la ANC que viajan a Madrid en dos autocares. Son las once de la noche pasadas y acaban de cenar antes de subirse al autocar. Han comido butifarra. Y crema catalana.

Con el estómago lleno y la alegría de alguna copita de cava se suben al bus. Por delante, unas ocho horas de ruta por carretera. Ellos serán los encargados de velar por el orden a la movilización, de dirigir la coreografía. La inmensa mayoría tienen experiencia de sobras, lo han hecho ya en incontables ocasiones, cada 11 de septiembre, cada marcha por la libertad de los presos y exiliados, en Bruselas, en la calle Marina, en la Gran Vía. También aquel 20-S. "Somos peones", explica uno de ellos. Esta vez, sin embargo, sienten y saben que nada será lo mismo.

Xavier es el coordinador de los 150 voluntarios que estarán este sábado en Madrid venidos de Catalunya. Antes de arrancar la ruta, explica a El Nacional algunos de los secretos sobre cómo se organizan para encarar acciones de esta magnitud. "Será absolutamente diferente a todas las otras veces", dice, y pone el ejemplo de cuánto se extrañaron en la capital del Estado cuando les dijeron que al final del recorrido, llegados a Cibeles, se tenía que montar un escenario, "no lo han visto nunca eso, en una manifestación".

Una coreografía ensayada al milímetro

Como suele pasar en estos tiempos modernos que corren, el nombre del grupo de Whatsapp que han creado para coordinarse para el 16-M es del todo elocuente: 'Giremos Madrid'. La llegada está prevista para las diez y media de la mañana. Una vez en Madrid, los 150 voluntarios que han salido de madrugada de Catalunya se reunirán en un pabellón de la capital española con otros 150 voluntarios de Madrid, miembros de las entidades y organizaciones madrileñas que se han sumado a la causa. Xavier se ha reunido días antes con ellos para cuidar todos los detalles. Un par de horas antes que empiece la manifestación, todos estarán ya en sus puestos.

El sombrero amarillo que lleva Xavier no es circunstancial, es su distintivo. "Lo lleva siempre, para que no le perdamos de vista y podamos identificarle rápidamente", afirman. "Funcionamos con una estructura jerárquica donde Xavier es quien da las órdenes, de él cuelgan una decena de personas -con peto naranja- con quienes se comunica a través de walkie-talkie. El resto -peto verde-son los peones. Cordón de seguridad, apertura de pasillos de entrada y salida de acreditaciones y de autoridades o prensa... Tienen la coreografía ensayada al milímetro.

Un ojo puesto en el partido del Bernabéu

A las cuatro y cuarto de la tarde de este sábado el Real Madrid juega en el Bernabéu. Los organizadores están alerta porque les han comunicado que "el desagüe del estadio" desemboca precisamente en el Paseo del Prado, que es por donde pasa la manifestación. Y el partido se acaba justamente, a la hora que empieza la marcha, a las seis de la tarde.

"No quiero morir sin ver la independencia"

La mayoría de los voluntarios superan la cincuentena y se mueven con una energía digna de la adolescencia. "El secreto es nuestro entusiasmo", confiesa uno de ellos. Uno de los jóvenes se enternece con una de las veteranas. Le recuerda a su tía muerta. "A mí no me entierres, tan rápido que yo antes quiero ver la independencia, como mi abuelo, que no quería morirse sin ver morir a Franco y lo consiguió".