El día soleado y caluroso en Madrid, en pleno mes de junio, no acompañaba mucho para acudir a una manifestación. Y el éxito de convocatoria en la plaza de Colón ha sido ciertamente relativo. Convocados por la plataforma Unión 78, y secundados por la triple derecha, unos miles de personas han hecho oír su voz contra los indultos a los presos políticos. Había gente, pero no tanta. Lo que no han faltado han sido los ingredientes habituales: ni los gritos de "gobierno dimisión" ni las banderas franquistas con el águila. Otra partida ganada por Abascal y perdida por Casado.
Ahora hace dos años, cuando la triple derecha fue a Colón contra la mesa de diálogo entre el Estado y la Generalitat, la delegación del gobierno cifró la asistencia en 45.000 personas y la organización en 200.000. Hoy, en la cita contra los indultos, casi la mitad: 25.000 según la Policía Nacional. El Ayuntamiento de Madrid, gobernado por el PP, eleva la cifra a 126.000.
Entre el público se ha visto simbología democrática y simbología que no lo era tanto, como varias banderas españolas franquistas. Se han paseado tranquilamente por la plaza hasta que la organización, bastante tarde, ha intentado apartarlas fuera de las cámaras. Esta simbología también se ha visto en otros elementos, como las mascarillas. También banderas imperiales españolas, de la Guardia Civil y de la Legión. Pancartas de todo tipo, como una que recordaba a Sánchez y Casado que "Judas se ahorcó".
No ha habido foto encima del escenario de los dirigentes de los tres partidos de la derecha, como hace dos años. Ni el PP ni Ciudadanos querían verse de nuevo retratados al lado de la extrema derecha. Pero el ambiente ha sido el que ha sido. Los únicos símbolos partidistas que se han visto han sido los de Vox. Santiago Abascal, como Cayetana Alvárez de Toledo, ha llegado entre ovaciones y aplausos. Pablo Casado ha estado más incómodo, incluso increpado, y Inés Arrimadas prácticamente ha pasado desapercibida.
La animadora del acto Rosa Díez ha centrado gran parte de la expectación. Desde encima del escenario, la ex del PSOE y UPyD, que ha flirteado con PP, Cs y Vox, ha avisado a Pedro Sánchez de que, si concede los indultos, "el gobierno de España estará violando la Constitución". Y ha arengado a las masas: "¿Dónde se ha visto a un gobierno que premie a los enemigos declarados de su nación?". Y los manifestantes le han respondido: "En ningún país". Díez ha advertido que "los españoles de bien no lo permitiremos". Y ha concluido: "Es el gobierno quien da a los delincuentes todas las facilidades para que reincidan. Pero no permitiremos que nuestra nación se entregue a unos delincuentes".
También ha hablado, entre otros, el escritor Andrés Trapiello, ex del PCE que en su historial tiene perlas como decir que "ante Puigdemont y Junqueras, Tejero y Milans del Bosch [golpistas del 23-F] parecen hombres de honor".
Recibimiento muy distinto
Para hacerse una idea del ambiente a la manifestación basta mirando el recibimiento que ha tenido Pablo Casado, que se ha tenido que enfrentar a manifestantes que lo acusaban ni más ni menos que de "traidor". El líder estatal del PP ha reclamado al Gobierno "coherencia", "dignidad" y "respeto a la unidad nacional y la Constitución". Al final la única baronesa que lo ha acompañado ha sido la presidente madrileña Isabel Díaz Ayuso. El murciano López Miras ha sido baja de última hora.
En cambio, Santiago Abascal ha llegado ovacionado a la plaza de Colón. Desde allí, en declaraciones a los medios de comunicación, el líder de la extrema derecha ha reivindicado que están allí "sin ningún tipo de vergüenza en ningún tipo de foto" porque más allá de las "políticas y las diferencias" menores hace falta estar juntos. "La foto que avergüenza a todos los españoles es la del gobierno de la nación fotografiado, gobernando y sostenido en el poder gracias a los enemigos de España, del orden constitucional y de las libertades, es decir, del comunismo totalitario, el separatismo golpista y los terroristas", ha concluido.